Primer revés para Ricomà a los tres días de su reforma en el gobierno municipal

Pau Ricomà (ERC) sufrió ayer el primer traspiés en el terreno pantanoso por el que transitará durante la segunda parte del mandato municipal. Solo tres días después de presentar públicamente la profunda remodelación de su gobierno –con la entrada de Junts per Tarragona y la CUP y la marcha de Carla Aguilar (ECP)– ayer el nuevo ejecutivo de la Plaça de la Font empezó a notar las consecuencias que le comportará haberse quedado en minoría en la Plaça de la Font hasta 2023, con solo 13 de los 27 ediles y un divorcio traumático con la portavoz de los Comuns.  

 Aún con la resaca de la borrachera de declaraciones, idas y venidas y decretos de los últimos días, el nuevo gabinete de dirección municipal perdió ayer su primera gran batalla, al no ser capaz de aislar un proyecto de fondo –como es el de los Consells de Districte– de los vaivenes políticos de corta mirada, lo que obligará ahora al ejecutivo local a volver a convocar la comisión, renegociar el reglamento de funcionamiento y gestionar los presupuestos participativos directamente desde el Ayuntamiento y no de forma descentralizada como estaba previsto. Todo un revés a las primeras de cambio que pone en entredicho la gran promesa electoral del alcalde, que preveía tener la ciudad dividida en cinco zonas a partir del ecuador del mandato: Ponent, Llevant, Nord, Centre y Eixample. No podrá ser.   

¿Un gol en propia portería?
La clave del asunto estuvo en el gol en propia portería que se marcó Ricomà. El punto 7.1.1 del orden del día contemplaba «aprobar la constitución de distritos» y tirar inicialmente hacia adelante «el reglamento de los Consells de Districte del Ayuntamiento de Tarragona». En ese momento, Carla Aguilar (ECP) y Pau Pérez (PSC) solicitaron «votar por separado» lo que era, por una parte, la constitución de los distritos y, por otra, el reglamento de funcionamiento.

El alcalde, seguramente fruto de la tensión de los últimos días, rechazó esta posibilidad al entender que «la decisión es potestad mía» y forzó la votación unitaria de los dos apartados. ¿El resultado de ello? 13 votos a favor –ERC (7), Junts (3), CUP (2) y Hermán Pinedo–; 13 en contra –PSC (7), Cs (2), PP (2) y No adscritos (2)– y una abstención –En Comú Podem–. Al ser obligatoria la mayoría absoluta para que el punto pudiera ser aprobado, el proyecto quedó rechazado y los Consells deberán seguir esperando sine die para tener, como mínimo, un voto más. 
«Ha sido una lástima, seguramente si esto se hubiera votado hace tres días el resultado habría sido otro», indicó Ricomà en un ataque directo al presunto cambio de voto de la que hasta el pasado martes fue la primera teniente de alcalde, Carla Aguilar. Por su parte, la edil de los Comuns justificó su abstención en el hecho de que «lo que quería era asegurar la constitución de los distritos y dejar el reglamento para un mejor estudio, pero no ha sido posible separar las dos cosas».

La tensión es especialmente alta entre los dos exsocios, después de que el edil Hermán Pinedo haya decidido quedarse en el gobierno local. En Comú Podem le ha expulsado y pide al alcalde que le aplique «el pacto Antitransfuguismo», un hecho que Pau Ricomà descarta, al entender que «ni se ha movido ni ha mejorado su situación».

Los contratiempos para el gobierno también afectaron a las empresas: Junts no pudo efectuar cambios en Ematsa, Serfumt y Desenvolupament Econòmic. De esta forma, ayer quedó claro que, con el tsunami de los cambios, Pau Ricomà tiene ahora más manos para poder gestionar con mayor holgura el día a día pero, sin embargo, tendrá dificultades con el calzado para poder avanzar en los proyectos de largo recorrido. Mala peça al teler.