Problemas para acceder a Tarragona-2: ‘Casas de primera, servicios de tercera’

Los vecinos de la urbanización deTarragona-2 llevan años reclamando unos servicios al Ayuntamiento que nunca han llegado, lo que provoca una sensación de abandono e indignación

29 julio 2017 16:09 | Actualizado a 17 noviembre 2017 16:55
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Los vecinos de la urbanización de Tarragona-2 se quejan de la permanente despreocupación por parte del Ayuntamiento de Tarragona. Desde la asociación de vecinos llevan años presentando quejas pidiendo unos servicios que consideran necesarios sin recibir contestación. 

Esta urbanización, situada entre Tarragona y Sant Pere i Sant Pau, se divide en dos partes. Una de ellas es la que da a la calle Rovira i Virgili, en la parte derecha, y la otra es la que está más próxima a la Avenida Catalunya, a la izquierda. El principal problema de la urbanización es la incomunicación con Tarragona por los malos accesos. Las opciones que hay para  llegar a Tarragona-2 desde la ciudad son tres, «cada cual peor, ya que en todas ha habido atracos y presentan unas condiciones que no facilitan para nada el poder entrar o salir». 

Pero el acceso que verdaderamente preocupa es el del Camí de l’Oliva, ya que es la principal entrada a la zona para los padres y madres que junto a sus hijos  van y vuelven del colegio Pax. 

Este camino, sin asfaltar, con enormes socavones y sin alumbrado, se convierte en un pasaje donde intentar ir con carritos de bebés o sillas de ruedas es toda una odisea. Lo mismo pasa con el otro camino, el de Quatre Garrofers. 

Tanit Navarro es una de las vecinas que va en silla de ruedas por su minusvalía y encuentra muchas dificultades para poder moverse por la zona, «además de lo mal que está el camino, no hay facilidades para subir y bajar de la acera», dice.  

«Y cuado llueve es imposible pasar por aquí, ni caminando ni en silla de ruedas, se convierte todo en un barrizal». Por lo que Tanit se queda sin posibilidad de desplazarse ya que el único acceso con acera es el que da al cementerio, pero debido a la enorme inclinación que tiene es imposible subir esa rampa con la silla. 

El puente que conecta este camino con Tarragona-2 es muy estrecho y desde el AMPA del colegio Pax llevan años pidiendo que se tomen medidas, como por ejemplo poner unas rejas en las barandillas del puente por el elevado peligro que hay al cruzarlo con niños pequeños. 
Es cierto que existe un proyecto desde hace 30 años para habilitar un puente volado entre el Camí Quatre Garrofers y el Camí de l’Oliva, lo que resolvería este problema. Aun así, parece que de momento no se va a llevar a cabo.

Debido a estos malos accesos  los vecinos optan por el coche particular para desplazarse, ya que el autobús tampoco pasa por la zona y es otro de los servicios que reclaman desde hace años. 

«Sabemos que las calles de la urbanización no están adaptadas para recibir los servicios de autobús con los vehículos convencionales por problemas de maniobrabilidad, pero nos consta que la EMT dispone de tres vehículos pequeños, los minibuses, que podrían circular fácilmente por Tarragona-2 por sus características especiales», dice Juancho González, presidente de la asociación de vecinos. 

Las personas mayores que por su edad ya no pueden conducir se gastan un promedio de 30 euros semanales en taxis para ir al médico o hacer la compra. «Nos hacemos mayores y tenemos muchas dificultades para poder desplazarnos. No pedimos un autobús que pase cada 10 minutos, pero sí uno o dos al día para poder bajar con facilidad a Tarragona», dice Celestina.

Los badenes que hay a lo largo de la Avenida de Josep Gramunt Subiela no cumplen la normativa, además de estar  desgastados. «Por las noches nos despiertan los ruidos que hacen los coches al pasar por los badenes de goma, que realmente no cumplen su función, ya que pasan a toda velocidad», dice una de las vecinas. 

Las casas de la zona tienen un pequeño jardín, por lo que gran parte de los vecinos hacen poda con frecuencia, pero solo tienen un  contenedor en un extremo de toda la urbanización para depositar la broza. A menudo las ramas llegan a ocupar gran parte de la vía ya que, como muchos ya no tienen sitio dentro del contendor para dejar los desperdicios, los dejan en el suelo. 

La contestación del Ayuntamiento ante la reclamación de otro contenedor fue que no disponían de ninguno más. 

Conflictos para aparcar

Las 9 de la mañana y las 5 de la tarde son sinónimo de caos en Tarragona-2. Son las horas punta en las que los niños salen y entran del colegio y sus padres acuden en coche, por lo que los colapsos y los conflictos son muchos, ya que algunos, al no encontrar sitio donde aparcar, acaban haciéndolo en la misma puerta de las casas. Por parte de la asociación de vecinos también llevan años reclamando un agente de la Guàrdia Urbana que regule el tráfico de la zona en esos momentos concretos, pero nunca se ha conseguido. 

Otra opción que ellos proponen es que el solar inutilizado que se sitúa delante del colegio Pax y donde está prevista la construcción del instituto Tarragona 2, se abra para poder acceder y aparcar allí los coches de los padres y madres. De esta forma los colapsos y los continuos problemas que surgen entre vecinos y padres desaparecerían. 

‘Hay un nulo contacto con el Ayuntamiento, ni sabemos si tenemos concejal de barrio’

Además, el abandono de este terreno y la enorme vegetación que crece en él es tanta que hace cinco años hubo un incendio. Esto también preocupa sobremanera a los vecinos. Desde entonces, sabiendo el alto riesgo que sufre este terreno, el Ayuntamiento solo ha acudido dos veces a limpiarlo. Al lado de este solar hay un parque que también está causando un calvario a los vecinos, ya que algunos aprovechan la zona para hacer botellón y los restos que dejan provocan un peligro cuando los niños van duante el día a jugar al parque.

La caseta que usaban para hacer las reuniones de vecinos, situada  también en el parque, está completamente destrozada, ya que «incita al vandalismo», según el presidente. Los cristales están rotos, las paredes pintadas e incluso ha habido okupas. La situación ha llegado a tal extremo que finalmente ha quedado inutilizada por quedar inundada después de que algún gamberro dejase los grifos abiertos. 

La caseta pertenece al Ayuntamiento y les han comunicado su estado, ya que da una mala imagen y quieren que se arregle o que se quite.
«En verano aparecen las cucarachas. Hemos solicitado que se haga la misma intervención en el alcantarillado que en otras zonas, pero no se hace nada», dice Juancho.

¿Respuestas? Ninguna

El Diari se puso en contacto con el Ayuntamiento para saber el estado de las múltiples quejas que han presentado estos vecinos. Pero la respuesta ha sido la misma que han obtenido ellos durante estos años: silencio. 

«Vivimos en casas de primera pero con servicios de tercera», resume Piedad, una de las vecinas. Por todo esto los vecinos de Tarragona-2 siguen en pie de guerra después de estar más de 20 años pidiendo una dignificación de la zona.

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