«Puedo seguir la clase de ‘spinning’ desde mi cama»

Vivir encima de un gimnasio se ha convertido en una pesadilla para los vecinos, quienes denuncian el ruido de las máquinas y las vibraciones provocadas por las pesas al caer 

08 noviembre 2018 19:12 | Actualizado a 17 noviembre 2018 13:02
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Son las diez de la noche cuando Luis –nombre falso– intenta hacer dormir a su hijo de tres años. Pero no hay manera. El ruido de la música, procedente del gimnasio ubicado debajo de su casa, no les permite hacer vida normal a esta familia, que vive en la Vall de l’Arrabassada. La música de les clases dirigidas, el ruido de las máquinas y las vibraciones provocadas por las pesas, se han convertido en un calvario para los tarraconenses que viven encima de un gimnasio. 

Luis y su familia llegaron a la Vall de l’Arrabassada hace cerca de cuatro años. Viven en el primer piso y, justamente debajo, en la calle Llorenç de Vilallonga, hay un gimnasio, que abre a las seis y media de la mañana y no cierra hasta las once de la noche. No es un 24 horas, pero casi. La música del gimnasio entra en su domicilio durante todo el día y, cuando los usuarios dejan las pesas en el suelo, la casa vibra. «La vecina del cuarto, me explicaba el otro día, se ha visto obligada a quitar las vitrinas de cristal que tenía, por miedo de que se le caigan cuando los del gimnasio dejan las pesas», explica Luis. 

Pero lo peor no es esto. Este vecino trabaja de noche y, cuando llega a casa, no puede dormir. «Parece que tenga un altavoz con música máquina debajo del cojín. Me levanto con dolor de cabeza», explica Luis, quien asegura que ha llamado como mínimo 13 veces a la Guàrdia Urbana. El problema se agravia porque, según Luis, el propietario del gimnasio deja la ventana abierta «y se oye todo».

A pocos metros de distancia, se encuentra Lídia –también nombre ficticio por miedo a represalias–, quien asegura que «mi hijo de quince años no puede estudiar. Por las tardes, debe ir a la biblioteca o a casa de los abuelos. Es imposible concentrarse con la música». Otro de los ruidos habituales, según estos vecinos, son los gritos provocados por el esfuerzo de los usuarios al levantar una pesa o el zumbido de la cinta de correr y de la elíptica –maquinaria de gimnasio–. 

«No sabemos si denunciar o directamente irnos de aquí. Lo que está claro es que no aguantamos más», explica Luis, quien añade que «de todas las veces que he llamado a la policía, solamente ha venido en una ocasión». Este vecino reconoce que «he hablado con el propietario del gimnasio. Pero no hemos solucionado nada». Luis se pregunta porque cualquier pub o discoteca debe estar insonorizada y, en cambio, los gimnasios, «que a veces ponen la música aún más fuerte», no les obligan. Otro de los afectados por el gimnasio de la calle Llorenç de Vilallonga asegura que al ruido y a las vibraciones, se le debe añadir un problema de calor. Los tubos de ventilación calientan su casa, hasta el punto de que el lavabo puede aumentar cuatro grados.

Por su parte, desde el Ayuntamiento aseguran que la Guàrdia Urbana ha recibido este año cuatro llamadas por quejas, por el volumen de la música del gimnasio de la Vall de l’Arrabassada. Todas ellas durante el mediodía. Las llamadas acabaron con tres comprobaciones por parte de los agentes y, en todos los casos, se concluyó que  la música no excedía los límites permitidos. En alguna ocasión, pero, se detectó que alguna de las ventanas del local estaba abierta, hecho que causaba molestias entre los vecinos. Según fuentes policiales, «el responsable del establecimiento aseguraba que las ventanas estaban abiertas por iniciativa de uno de los clientes, no por voluntad del local». 

Por su parte, uno de los trabajadores del local, Marc Coll, aseguró ayer a este Diari que «el gimnasio está totalmente insonorizado y «no se escucha nada, ya que cumplimos con los decibelios que marca la normativa». Según Coll, «nunca hemos recibido una queja por parte de los vecinos». 

Gimnasio 24 horas

La problemática no se concentra solamente en este gimnasio de la Vall de l’Arrabassada. Cerca del Parc Central hay otro que también provoca angustia e inquietud entre el vecindario. María relata como lo vive. «Podría seguir la clase de spinning desde mi dormitorio», asegura la vecina, quien añade que «cuando estamos en silencio, se oye a la perfección la elíptica y la cinta de correr. Hubo una época que se escuchaba desde el tercero». María explica que en muchas ocasiones ha hablado con el propietario del gimnasio, «pero al cabo de dos días ya vuelve a subir el volumen de la música». Esta vecina asegura que «desde mi cama, oigo como las mujeres se cambian en el vestuario». La comunidad asegura que el local está insonorizado, pero no del todo, «ya que, en la calle no se oye nada, pero en los pisos de arriba sí», explica María. 

Otra historia es el gimnasio que abre 24 horas. En Tarragona solamente hay uno, ubicado en la calle Ramón y Cajal, y se llama Snap Fitness. Sin embargo, los vecinos de arriba no han presentado nunca denuncia. Dicen que oyen el ruido de las máquinas, de las clases y de las pesas, pero que no les molesta. Cabe destacar que en el primer piso no vive nadie, solo hay oficinas. Núria Calvet, una vecina del segundo, explica que «cuando el gimnasio abrió pedimos expresamente que se insonorizara correctamente la sala. Al principio, escuchábamos muchos ruidos, ahora ya no». Para unos más, y para otros menos, pero a nadie le gusta vivir encima de un gimnasio.

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