La Citröen Jumpy de la Guàrdia Urbana de Reus estaba abierta de par en par en la calle Comte de Llar, en La Canonja (Tarragonès). La imagen, a ojos del vigilante municipal, era de que el vehículo pudiera haber sido robado y abandonado lejos de la capital del Baix Camp.
El agente cogió el móvil y llamó a la central de la Guàrdia Urbana de Reus para explicar lo que estaba viendo, alrededor de las 3 de la madrugada.
Una patrulla cogió un juego de llaves de repuesto y se personó en pocos minutos en esta calle de La Canonja. Observó el coche, lo cerró y cuando se marchaban del lugar con la furgoneta cerrada, apareció un hombre haciéndoles señas.
Resultó que era un tapicero con el encargo de cambiar las telas de los asientos. Pidió disculpas por haber estacionado el vehículo y dejaron abierto.