Quince familias de Torreforta viven en una calle sin asfaltar, sin nombre y con insectos

Fuentes municipales aseguran que este tramo del Camí Vell de La Canonja no ha sido recepcionado por el Ayuntamiento. Los vecinos reivindican una mejora en la vía

04 junio 2020 17:50 | Actualizado a 04 junio 2020 18:03
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«Llevo años sin poder salir de mi calle. Tengo problemas de movilidad y no es accesible. Los baches y la falta de rampas me tienen aislada». Este es el testimonio de Teresa Panisello, una de las vecinas del Camí Vell de la Canonja, en Torreforta. Se trata de una calle paralela a la calle Francolí, una de las más céntricas del barrio de Ponent. En el lugar viven unas quince familias, que llevan más de 40 años reivindicando que el Ayuntamiento adecue y asfalte la vía. La calle, según asegura el Consistorio tarraconense, no ha sido recepcionada por el Ayuntamiento, lo que no le obliga a asfaltarla.

La situación en el Camí Vell de la Canonja siempre ha sido compleja. Los vecinos llevan años denunciando la presencia de plagas de insectos, ratas y serpientes. El motivo es que los servicios de la limpieza no pasan de manera habitual por el lugar. «Con el confinamiento, el problema se ha agravado. Cuando salíamos a aplaudir a las ocho de la tarde, teníamos que luchar contra los mosquitos», explica Raquel Martínez, una de las vecinas, quien añade que «la causa es la presencia de matorrales y de hierbajos que salen y nadie quita». Martínez asegura que «lo que no se puede tolerar es ver cómo pasan a desinfectar la calle de al lado, y por la nuestra pasan de largo».

Hace unos días, los servicios de limpieza del Ayuntamiento se trasladaron al lugar, después de que la comunidad de vecinos tramitara una queja por la presencia de hierbajos y suciedad en la calle. Pese a ello, la empresa encargada de la limpieza asegura que se trata de una zona complicada, ya que algunos de los vehículos no pueden acceder a ella. Es el caso del camión cisterna –el que riega–. Además, como alguno de los tramos es de grava y piedras, se hace más difícil poder actuar. La empresa reconoce que la intensidad con la que limpian la calle no es la misma que en otros puntos de la ciudad.

La falta de limpieza se suma al mal estado de la vía. Uno de los tramos está sin asfaltar. «No podemos salir con los niños a jugar y mucho menos con la gente mayor. Es peligroso», apunta Martínez. Felipe Carnedero, uno de los vecinos, explica que «la calle tiene placa con el nombre porque la pusimos los vecinos, sino tampoco tendría». Pasa lo mismo con algunas de las rampas. «Las hemos puesto nosotros para que los vecinos mayores puedan salir de casa», dice otra vecina.

El Camí Vell de La Canonja es paralelo a la calle Francolí y muere en el Camí dels Horts. Los bloques afectados por el mal estado del pavimento son unos seis o siete, con una media de dos familias por edificio. Hace unos años, la calle era toda de tierra. Luego se asfaltó un trozo, pero nunca se ha llevado a cabo un buen mantenimiento. «El único tramo que está más o menos digno es el que la compañía del gas tuvo que levantar para hacer la instalación. Luego pusieron cemento», explica Pilar Latorre, otra vecina de la calle, que lleva 15 años viviendo en esta situación.

El Ayuntamiento asegura que se trata de una calle de titularidad privada, pero la zona cuenta con papeleras y con farolas que ha puesto el mismo Consistorio. Martínez, la vecina que se ha puesto al frente de la reivindicación, asegura que acudió hace poco al OMAC, donde le dijeron que «la calle era vía pública y propiedad municipal. No entiendo que ahora digan que no. Que se aclaren». Lo que Martínez destaca es que «aquí, los vecinos pagamos los mismos impuestos que el resto de ciudadanos. Que alguien nos lo explique».

Tres portales número 73

No hay ninguna placa que marque el nombre de la calle. «Cuando los carteros tienen que llevarnos algún paquete es un rollo. Tenemos siempre que guiarlos. Les decimos que deben pasa la gasolinera de Torreforta y entrar por el camino, una vez pasados los contenedores», explica otra vecina, Rosa Bermejo. Por si eso fuera poco, hay tres bloques diferentes que son el número 73. Un auténtico caos para los mensajeros.

Otro problema es que la calle se ha convertido en el escondite perfecto para delincuentes, traficantes de droga y parejas que quieren intimar. «No me extraña. Es un lugar totalmente abandonado. El otro día se escondieron unos ladrones y los Mossos los buscaban por aquí. También tuve que decirle a una pareja que se fueran de mi portal...», explica Martínez, quien añade que «lo único que queremos es que nos traten como el resto de vecinos, ni más ni menos».

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