Raíces medievales

La herencia cultural de las comarcas de interior de la provincia de Tarragona tienen un valor incalculable que permiten revivir el pasado en una experiencia espiritual

20 enero 2020 11:10 | Actualizado a 20 enero 2020 11:16
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Tarragona. Tierra de historias. Esta demarcación cuenta con un rico legado cultural que va más allá de su herencia romana. Pues la incesante actividad monástica y agrícola en su zona interior, le ha dejado una tradición y carácter que sigue bien vivo en nuestros días.

La Ruta del Cister es una expresión que identifica a un territorio concreto formado por dos comarcas de Tarragona, el Alt Camp y la Conca de Barberà, el Urgell, en Lleida. Es una marca turística que se creó el año 1989 con la voluntad de dinamizar turística y culturalmente estas tres comarcas.

Su nombre se debe a que el patrimonio artístico y cultural de cada una de estas comarcas tiene un monasterio cistercense. En Tarragona disfrutamos de Poblet y Santes Creus.

Los monasterios cistercenses son el cebo de la Ruta del Cister pero esta marca va más allá de los monasterios, de su monumentalidad y sobriedad, ya que descubre unas comarcas con tradiciones propias y riqueza de paisajes.

Poblet y Santes Creus son los monasterios más importantes de la Ruta del Císter

A partir del enlace de los monasterios, el visitante puede descubrir un territorio rico en cultura, patrimonio, naturaleza,vinos y cavas, fiestas y artesanía.

Santa Maria de Poblet

Desde fuera impresiona, pero desde dentro maravilla. El Real Monasterio de Santa Maria de Poblet enamora a quienes lo visitan. Arquitectura, religión e historia hacen de este espacio un símbolo de la cristiandad.

Hoy en día es uno de los conjuntos monásticos más importantes de Europa y es el más grande del continente entre los habitados. Como no puede ser de otra forma, también es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1991. Situado en el término municipal de Vimbodí i Poblet se fundó en 1150 por orden del conde Ramon Berenguer IV, quien ordenó la construcción de un monasterio cisterciense para cristianizar la zona pero también para cultivar unas tierras que estaban abandonadas.

Durante la época medieval vivió su máximo esplendor. Reyes de la trascendencia de Jaume I –conquistador de Mallorca y Valencia– decidieron ser enterrados allí y reyes de la Corona de Aragón –con Pere el Cerimoniós al frente– lo potenciaron hasta convertirlo en un símbolo de su poder. Por ello se decidió amurallarlo para protegerlo de posibles saqueos, dado que almacenaba grandes riquezas conseguidas gracias a las donaciones de la nobleza pero también por las abundantes cosechas de las tierras que estaban bajo la propiedad de la orden monástica.

Santes Creus

Situado en la comarca de l’Alt Camp, en el término municipal de Aiguamurcia, se erige otra visita obligada de la Ruta del Císter, el Monasterio de Santes Creus, un espléndido conjunto arquitectónico de gran interés y belleza.

Tras más de una década de debate sobre su emplazamiento definitivo, se empezó a construir en el año 1160 en la orilla izquierda del río, en una zona tranquila y apacible, propia del estilo de vida benedictino. En 1375, el rey Pere el Ceremoniós fortificó el recinto a modo de baluarte, abarcando en su interior todo el complejo arquitectónico.

La Cartoixa d’Escaladei fue el primer monasterio de la orden de Sant Bru  en la Península Ibérica

La riqueza arquitectónica de este conjunto monástico es extraordinaria, forjado a lo largo de siglos, podemos advertir distintas características, propias del arte románico, gótico o barroco entre otros, que cautivan a miles de turistas.

La Cartoixa d’Escaladei

Fuera ya de la Ruta del Císer, en el fondo de un valle y protegida por la sierra del Montsant, en el Priorat, se encuentra la Cartoixa d’Escaladei, el primer monasterio de la orden de Sant Bru establecido en toda la Península Ibérica. Se trata de un grandioso monumento cuyos restos cuentan la historia de los 800 años que lleva en pie, uno de los monasterios más importantes de Catalunya.

El origen de este monasterio es confuso, pues no se conserva ningún documento de la época que pueda acreditar su fundación. Aun así se sabe que Alfonso el Casto llamó a los cartujanos para que se establecieran en aquel entorno de silencio y soledad, rodeado de naturaleza.

En 1218 se consolidó la comunidad gracias a las donaciones de Jaime I el Conquistador, por lo que poco a poco el monasterio adquirió dominio y jurisdicción sobre los pueblos de la comarca del Priorat.

Con la desamortización de Mendizábal, los monjes fueron expropiados y obligados a abandonar el monasterio. La Cartoixa fue saqueada e incendiada, tras lo cual muy pocas cosas quedaron en pie.

Tras casi un siglo y medio de abandono, se reformaron algunas partes para que los visitantes puedan ver cómo era el edificio en su tiempo. La visita se inicia en el patio de la entrada y finaliza en la huerta, pasando por los elementos más característicos de la Cartoixa.

El castillo d’Escornalbou

Disfrutar de las mejores vistas de las comarcas de Tarragona es un sueño hecho realidad desde el Castell Monestir d’Escornalbou de Riudecanyes. Fundado en 1153 el monasterio fue el epicentro de la baronía que reunía Duesaigües, Riudecanyes, Vilanova d’Escornalbou, l’Argentera, Colldejou, Pradell de la Teixeta y la Torre de Fontaubella.

En un mismo espacio se puede pasear por los restos de dos edificios medievales: por un lado el monasterio y por otro el castillo, que se construyó encima de los restos de una fortaleza romana. El diplomático, egiptólogo y filántropo Eduard Toda adquirió el conjunto monumental en 1911 y lo reformó a su gusto. En la época era ‘tendencia’ convertir los edificios históricos en residencias burguesas.

El legado que todavía permanece intacto es la iglesia románica del antiguo monasterio, también una parte de la sala capitular y la estructura del claustro, que se ha convertido en un excepcional mirador del Camp de Tarragona. Del castillo, convertido en casa señorial por Eduard Toda, destaca la biblioteca, la colección de grabados, cerámica y todo tipo de piezas de coleccionista que el diplomático acumuló en sus múltiples viajes por todo el mundo.

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