Sant Magí: El agua bendecida enfila Tarragona

Nueve caballos y decenas de ‘portants’ comenzaron ayer en Sant Magí de la Brufaganya el camino hacia Tarragona con el preciado líquido

18 agosto 2019 08:53 | Actualizado a 01 octubre 2019 11:11
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Apenas los primeros rayos de sol se dejaban ver por el horizonte cuando, minutos después de las siete de la mañana, la comitiva de los Portants de l’Aigua de Sant Magí enfilaba el camino hacia Tarragona –donde llegará esta tarde– con el agua milagrosa que repartirá en el Portal del Carro.

Después de pasar la noche en el Santuari de Sant Magí de la Brufaganya en tiendas de campaña –algunos reconocían no haber dormido–, los participantes dejaban el camino para tomar el asfalto hacia Santa Perpètua de Gaià (que pertenece al término de Pontils), su primera parada. Delante, dos patrullas de los Mossos d’Esquadra abriendo paso, seguidas de una cuarentena de personas a pie, de todas las edades. Detrás, los ocho carros –a la llegada a Tarragona se añadirá otro–, cada uno con un caballo –excepto uno, que era arrastrado por dos–. La temperatura era fresca, unos 20 grados –con nubes en el cielo–. Y ello era alabado por los portants. «Avui s’està bé per caminar amb aquest aire», comentaba uno de ellos. Es el tramo más agradecido. Las fuerzas están al cien por cien, hace bajada y hay muchos tramos que transcurren por la sombra.

Primera parada

Después de nueve kilómetros, el primer punto de parada es Santa Perpètua de Gaià, un pequeño núcleo de apenas diez habitantes que se vuelca con los portants. Y como se hace en cada entrada a un pueblo, los cuatro grallers y un timbaler amenizan la llegada.

El exalcalde de Pontils Salvador Caselles les prepara un desayuno de pa amb tomàquet, con productos de la vecina Santa Coloma de Queralt, desde el pan
–del día– hasta los embutidos
–bull blanco y negro y jamón serrano–. Tampoco falta el porrón. Es el momento de coger fuerzas. 

A las 10.38 horas, los portants hacían entrada en Querol –antes habían llegado algunos de los vehículos de avituallamiento, que transportan el agua, las balas de paja o el material de acampada–. Los vecinos se acercaban hasta la carretera, donde está el Restaurant Sant Jordi. Todos se conocen de otros años. «Una parada muy importante porque son los primeros lavabos en condiciones que encontramos», comentaba en broma el excoordinador Carles Baches. Es el momento de que los participantes beban. Y también los caballos, a los que refrescan las patas para seguir el largo camino que les queda por delante. 

Antes de marcharse, al igual que se hace en todos los pueblos de paso, se regala al alcalde o a los colaboradores –como el propietario del terreno de Sant Magí de la Brufaganya donde campan– el pequeño botijo de este año, que se podrá adquirir esta tarde en el Portal del Carro. 

En el cielo siguen las nubes, que no dejan pasar los rayos solares. Eso lo agradecen los portants, porque muchos años se han encontrado con el alquitrán casi derretido por las altas temperaturas. 

A las once en punto se oye una voz: «Som-hi nois». Tras unos minutos de cortesía, de nuevo se ponen en camino. Por delante tienen todavía siete kilómetros de bajada, entre unas montañas y unos despeñaperros impresionantes.

Final de la bajada

Finalmente se llega a la zona plana, a El Pont d’Armentera, donde hacen una nueva parada para tomar un vermut y descansar. Poco, porque la parada importante es en Santes Creus. Allí, en la Albereda, bajo la sombra de una vegetación de ribera. Y lo más importante: agua fresca, el agua que brota de las fuentes y principalmente la que lleva el río Gaià. Sentados en una silla en medio del agua, es un buen –y esperado momento– para refrescar los pies: hombres y caballos. 

Mientras, se prepara un entoldado para comer tranquilamente, antes de que por la tarde se siga el camino hacia Bràfim. Allí cena y dormir en el interior de la ermita porque fuera es imposible por los mosquitos, comenta uno de los portants. 

Y a primera hora de esta mañana volverán a la carretera para portar el agua milagrosa a Tarragona, donde está previsto que llegue sobre las seis de la tarde y después se repartirá en el Portal del Carro, delante de la ermita que lleva el nombre del patrón.

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