Sepulcros que explican la historia reciente de Tarragona

Tarrorífic se desplazó ayer al camposanto de la ciudad para conocer algunas curiosidades que se esconden entre la muerte

28 octubre 2019 08:20 | Actualizado a 29 octubre 2019 13:33
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

La muerte forma parte de la vida y aunque nuestra cultura a menudo ha tratado el tema como un tabú, acercándonos al final de la existencia conocemos también una parte de nuestra historia. Precisamente éste era el objetivo de la visita guiada que tenía lugar ayer por la mañana en el camposanto de Tarragona. Un paseo entre lápidas y sepulturas, que estuvo lleno de curiosidades.

Paco Tovar, de la empresa Argos Serveis Culturals, era el encargado de conducir una actividad que forma parte del programa Tarrorífic, impulsado en colaboración con el Patronat de Turisme de Tarragona. La primera de las visitas reunía a una decena de personas, que empezaban el paseo ya en el interior del recinto habilitado durante la Guerra del Francés. Previamente, el foso de Tarragona estaba en la calle de Les Coques, en el espacio comprendido entre la Catedral y el antiguo hospital (actualmente la sede del Consell Comarcal del Tarragonès). En aquellos momentos la Iglesia controlaba y gestionaba el área sepulcral, una relación que ha mantenido hasta nuestros días, ya que actualmente es la Xarxa Santa Tecla la titular del recinto.

Cuestión de salubridad

Fue en 1809 cuando se decidió construir la nueva área sepulcral, en los alrededores del monte de la Oliva. En primer lugar, por las necesidades bélicas del momento, ya que se requería de más espacio. Aunque no hay que obviar que enterrar los muertos junto a la ciudad se había convertido en un problema de higiene para la ciudadanía.

Tras esta pequeña introducción, el grupo se dirigía a conocer la lápida del primer muerto enterrado en la nueva necrópolis. Fue Joan Smith, oficial de la armada e hijo de irlandeses, que tuvo un importante papel como ingeniero del puerto de Tarragona. Smith murió de fiebre amarilla y tras un largo sufrimiento fue enterrado en el nuevo cementerio. Los restos se perdieron. Sin embargo, en 1993 se levantó un memorial que recuerda al personaje.

Smith no es el único oficial extranjero que encontró el reposo eterno en este espacio. Meses más tarde también fue enterrado el general Reding. Su tumba con alabardas de color de oro y la reproducción de las llamas de la eternidad permite hacerse una idea del calado del personaje. Éste tuvo una estrecha relación con Charles d’Espagnac, conocido también como Carlos de España, quien fue gobernador de Tarragona. Un personaje al que le iba la mano dura y que «estaría a la derecha de Santiago Abascal», según apuntaba Tovar.

En recuerdo de los fusilados

La siguiente parada era en el memorial de los represaliados durante la Guerra Civil. Allí reposan los ajusticiados durante aquellos crueles años de venganza y purga ideológica, ajusticiados en L’Oliva, que a posteriori eran llevados a la fosa común. Una relación con los nombres que pudieron identificarse y sus poblaciones de origen da fe de la masacre que se perpetuó.

El cementerio permite un paseo por la historia más conocida y adentrarse en episodios que no lo son tanto. Es el caso de la sepultura de La rossa de la Rambla, que no es que fuera rubia, sino que se llamaba Rosa Venas de Lloberas, pero una mala pronunciación en el nombre hizo que se prestara la confusión. Esta suboficial miliciana falleció a los 60 años tras sobrevivir al asedio.

Su tumba nos da a conocer que la descendencia de este legendario personaje estuvo emparentada con la familia Serrano Suñer, cuñado del general Franco, con procedencia de Gandesa. «La historia tiene giros inesperados», concluía Paco Tovar.

Comentarios
Multimedia Diari