Sergi Boada Pié: «Me jubilaré y no habré visto el nuevo hospital»

Entrevista. El nuevo presidente del Col·legi Oficial de Metges de Tarragona (COMT) habla sobre el cargo que ostenta, la pandemia y sus consecuencias, y analiza la situación de los médicos en la actualidad

23 noviembre 2020 09:00 | Actualizado a 23 noviembre 2020 11:03
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Tenaz, perfeccionista, implicado y con las ideas muy claras. Así es Sergi Boada, el nuevo presidente del Col·legi Oficial de Metges de Tarragona (COMT). Boada ha ganado las elecciones más participativas de la corporación, consiguiendo 1.395 votos. Sustituye en el cargo a Fernando Vizcarro, quien ha estado al frente del COMT durante los últimos 12 años. Boada es especialista en anestesia, reanimación y tratamiento del dolor. Nació en Tarragona y desde 2012 coordina la Unitat de Dolor Crònic del Hospital Joan XXIII. Además, fue uno de los impulsores de la Associació de Metges en Exercici Lliure de Tarragona y es vocal de la Societat Catalana del Dolor y de la Acadèmia de Ciències Mèdiques de Tarragona. Ofrece su primera entrevista al Diari de Tarragona.

¿Qué puede ofrecer a sus compañeros médicos?

Sobretodo cambio.

¿Era necesario?

Era fundamental. Y, a medida que vamos conociendo mejor la institución, estamos más convencidos. El cambio será positivo.

¿Por qué se muestra tan seguro?

Porque con la junta de gobierno anterior, no se hacía todo lo posible para el colegiado. Intuíamos que, quienes mandaban, utilizaban la institución como modus vivendi.

Usted siempre ha dicho que llevaría a cabo una auditoría. ¿Ya está en marcha?

Sí, pero debemos tener paciencia porque hay unos contratos y convenios vigentes que es necesario negociar. Pero a día de hoy, puedo asegurar que pocas cosas nos faltan por entender. Desde el minuto cero teníamos claro que era importante controlar dónde iba a parar la cuota que pagan por obligación los colegiados.

¿Y ya lo saben?

De momento sabemos que las compensaciones económicas que recibían algunos cargos eran más que reprobables. Más teniendo en cuenta el contexto en el que estamos.

Hábleme de sus prioridades.

En primer lugar, representar a todos los médicos, de todos los ámbitos y territorios. Queremos recuperar el liderazgo institucional, darnos visibilidad y conectar, no solo con el médico, también con el ciudadano.

¿Cuáles son las principales inquietudes de los facultativos?

Somos un colectivo con un componente ético altísimo, y una responsabilidad y dedicación destacada. Y no está compensado. Estamos agradecidos por los aplausos, pero no son suficiente. El sistema sanitario tiene un déficit de financiación crónico desde hace mucho tiempo. Necesitamos recursos para que los profesionales trabajen en mejores condiciones. No puede ser que los médicos de este país sean los peores pagados a nivel europeo.

¿Qué se puede hacer para revertir la situación?

Exigir un pacto político, independientemente del color del gobierno. Que la sanidad sea la prioridad. El mantra de que tenemos la mejor sanidad europea se está aguantando por los profesionales. Estamos en un momento límite y la pandemia lo ha dinamitado todo.

¿Cuál es el papel del COMT en la pandemia?

Debemos ser el punto de conexión entre las autoridades sanitarias, los médicos y la ciudadanía. Siempre al lado y mostrando nuestro apoyo a las directrices de los responsables, pese a ser conscientes de que no son fáciles.

¿Cómo valora la gestión de los gobiernos?

Nadie lo ha hecho bien, aunque todo el mundo ha hecho lo que ha podido. Lo que tengo claro es que no estoy a favor de utilizarlo como arma política. Cuando miramos los países de al lado, vemos que nadie tiene la barita mágica. La población debe entender que las directrices van cambiando porque hay cierta incertidumbre.

Hoy empieza la desescalada.

Entiendo que es momento de hacerlo para preservar eso que se conoce como el equilibrio entre la actividad económica y la salud. No descarto que tengamos que volver atrás. Lo que es importante es seguir apelando a la autoprotección y autoresponsabilidad.

¿La población es consciente de la virulencia de la Covid-19?

La población está cansada y quiere despertar de esta pesadilla.

¿Es distinta esta segunda oleada?

Ahora sabemos a qué nos enfrentamos. Y esto nos permite, en la medida de lo posible, tratar el virus sin dejar a un lado el resto de servicios del hospital.

¿Cuál es la situación ahora?

Los contagios están bajando, pero a nivel de UCI todavía no se nota. El motivo es que hemos aprendido a mantener con vida a los enfermos, lo que hace más difícil vaciar las UCI.

¿Cómo se encuentra el colectivo de médicos a nivel emocional?

Estamos cansados y esto se nota. Por suerte hemos podido contar con programas de apoyo psicológico. Hemos detectado un nuevo síndrome que se llama del Covid persistente. Pronto oiremos hablar de él. Se trata de personas, mayoritariamente mujeres sanitarias, que se han contagiado y que desarrollan una sintomatología permanente que no les permite recuperarse y reincoporarse a su trabajo. A nivel de Col·legi, queremos dedicar recursos a estos profesionales.

¿La ciudadanía debe sufrir por, si se dejan de diagnosticar enfermedades importantes a causa de la situación pandémica?

No. Actualmente se está haciendo un esfuerzo importante para que esto no pase. Ni diagnósticos ni tratamientos. Queremos enviar un mensaje de tranquilidad: hoy en día, los médicos no nos dedicamos exclusivamente a la Covid-19.

¿La pandemia cambiará nuestra manera de utilizar la sanidad?

Ojalá. Podría ser uno de los elementos positivos de esta situación. La telemedicina ha llegado para quedarse, pese a que los médicos tenemos dudas. Para nosotros es importante poder ver el enfermo y mirarle a los ojos.

¿Cómo se puede encontrar el equilibrio?

No es fácil, pero estamos en ello. Hay cribados asistenciales que se pueden hacer con la ayuda de la telemedicina. Lo que está claro es que debe haber un cambio cultural en el uso de la sanidad. Somos conscientes de que la población ha visto este cambio con cierta hostilidad. El Col·legi tiene un papel importante aquí.

Los usuarios se quejan de la dificultad de acceso, sobre todo, en los CAP. ¿Tienen razón?

Los pacientes siempre tienen la razón. Pero la situación en la atención primaria es compleja. La pandemia ha provocado que se lleve a cabo un plan de fortalecimiento en los ambulatorios, donde me consta que se está trabajando para potenciarlos como eje vertebral de la sanidad. Nuestro deseo es que los compañeros de la primaria sean, de una vez por todas, valorados, y que su tarea sea reconocida. El médico de primaria hace de todo, no solo de médico. El trabajo burocrático les ocupa el 50% de la jornada.

A finales de 2018, los médicos protagonizaron una de las huelgas más reivindicativas de la historia.

El problema de falta de recursos no solo no se ha solucionado, sino que ha empeorado.

¿Faltan médicos en Tarragona?

Evidentemente que sí. Uno de los motivos es que hay falta de planificación a nivel de especialistas. Aquí es donde está el auténtico embudo. Es decir, se deberían formar médicos con especialidades dependiendo de la demanda. Por otro lado, también es importante redefinir los roles de los facultativos. De esta manera recuperaríamos nuestro valor.

¿Cuánto falta para ver el nuevo Hospital Joan XXIII?

Tengo 51 años y, cuando este tema se habla en mi ámbito de trabajo, siempre les digo que me jubilaré sin ver el nuevo hospital. Y lo siento así porque estamos acostumbrados a que las cosas no acaben de llegar nunca. Ojalá pronto podamos cambiar la percepción. De momento, ya hemos visto demasiadas promesas y portadas del Diari con maquetas.

¿El Hospital Joan XXIII debe ser el centro de referencia del sur de Catalunya?

Vaya tema... (se ríe). Yo creo mucho en la distribución de servicios entre Reus y Tarragona. Con los grandes profesionales que tenemos, hay que conseguir que los tarraconenses no nos veamos obligados a ir a Barcelona por un tema médico. Y esto solo se consigue sumando esfuerzos de todos. No me gustan estas batallitas entre las dos ciudades, me resultan ridículas. El camino es la sinergía para encontrar los mejores resultados.

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