Si yo fuera jefe de personal

Pros y contras. Quienes más entraron en el ‘juego’ de la entrevista laboral fueron los aspirantes de PSC y Ciudadanos. El que peor estuvo fue el del PP. El de Junts per Tarragona criticó la edad de sus rivales

24 mayo 2019 10:17 | Actualizado a 24 mayo 2019 10:26
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Ya me perdonarán los jefes de personal de las miles de empresas de Tarragona. No aspiro a quitarles su empleo. Eso sí, me atrevo, (¡que Dios y los coaches me perdonen!) a asumir en estas líneas el rol de ‘examinador’ de la capacidad de gestión de los y las aspirantes a alcaldes y alcaldesas.

Josep Fèlix Ballesteros (PSC). La experiencia es un grado. El alcalde supo escaparse de la pregunta de por qué habría que renovarle el contrato dados sus fallos de gestión. Fue el que respondió con más concreción al largo cuestionario. Se mostró dinámico y aportó jugosas anécdotas.

Rubén Viñuales (Cs). Que quede claro que no he votado en mi vida (y dudo mucho que lo haga algún día) a Ciudadanos. Ideologías aparte, Viñuales me pareció el más preparado entre los rivales de Ballesteros. Estuvo proactivo en la entrevista de trabajo. Algunas de sus respuestas fueron en exceso generales, pero la mayoría iban al grano. Supo empatizar y mostró implicación. Sus pequeñas ‘confesiones’ personales demostraron que intenta conciliar la vida laboral y familiar y lo logra.

Pau Ricomà (ERC). Aportó ejemplos concretos y presumió de haber gestionado con eficiencia de costes el Palau de Congressos. Su experiencia como director de sucursal bancaria juega a su favor. Un fallo: su capacidad de expresión. Un puesto como el de alcalde, aparte de saber gestionar, implica poder articular discursos de un modo diáfano y de fácil comprensión. Un consejo desde el respeto: debe mejorar ese aspecto. 

José Luis Martín (PP). Quizá fuera el día y la hora (el pasado lunes a las 19,30) y que hubiera tenido tres entrevistas antes, pero el aspirante del PP se mostró cansado, dubitativo, incapaz de concretar.  Tuvo una actitud pasiva, lánguida. Su lenguaje gestual demostró que se sentía nervioso e inquieto. Con todo el respeto a su gestión en su despacho de abogados y como concejal, no pasó la entrevista de trabajo ni de lejos. 

Dídac Nadal (Junts per Tarragona). Se mostró reflexivo y buscó la respuesta ‘idónea’ a cada pregunta. Fue el que más tardó en contestar, pero mostró un discurso coherente. Tiene a favor su experiencia como autónomo y haber creado un par de empresas.
Como elemento negativo, la puñalada que asestó a sus rivales Ballesteros (59 años), Ricomà (61 años) y Martín (53 años). Con un lenguaje exquisitamente educado, Nadal (42 años) vino a decir que sus rivales ya no valen porque son mayores. Para dar consejos, sí, pero para gestionar, no. 

¿Diría lo mismo Nadal del expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont (56 años) o de su sucesor, Quim Torra (también 56 años)? ¿O del expresident Jordi Pujol, que estuvo al frente de la Generalitat entre los 50 y los 73 años de edad? Todos ellos son del mismo partido que Dídac Nadal. 

El aspirante de Junts per Tarragona tendrá que lidiar con el sambenito, positivo o negativo según se vea, de «ser el hijo de...».

Laia Estrada (CUP). La candidata más capaz de asumir riesgos en su gestión, como lo demuestra haber llevado a la Fiscalía casos de supuesta corrupción. En cuanto al ejercicio del liderazgo, el mismo elemento la favorece y la perjudica: el estilo ‘cupaire’ de tomar decisiones asamblearias. Es positivo para dejarse aconsejar, pero negativo porque ralentiza la ejecución ágil de decisiones.

Carla Aguilar (En Comú Podem Tarragona). Aspira a entrar en el Ayuntamiento por primera vez. Tiene excelente preparación académica, pero la falta de experiencia municipal y de gestión le perjudica. Le sucede como a tantos otros jóvenes. Es un círculo vicioso: no tienen experiencia porque no han trabajado nunca en un determinado puesto, pero no pueden lograr dicha experiencia si no les contratan. En todo caso, una de sus principales virtudes es la perseverancia, que no se rinde ante las dificultades.

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