Sin Palau y con los campos y pabellones a medio gas

Todo en el aire. Mientras consistorio y Govern siguen sin acuerdo, la oposición exige a Ricomà desbloquear el veto a los partidos en los recintos municipales

09 septiembre 2020 07:00 | Actualizado a 09 septiembre 2020 07:54
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El uso (a medio gas) de las instalaciones deportivas de la ciudad está siendo el gran protagonista –con permiso de la Covid-19– del inicio del nuevo curso político, el segundo de Pau Ricomà (ERC) como alcalde. A las negociaciones –aún sin acuerdo definitivo ni consenso político– para el esperado traspaso de la gestión del Palau d’Esports se une ahora la polémica sobre el uso de los equipamientos municipales porque el Ayuntamiento de Tarragona está liderando a nivel catalán la prohibición de realizar partidos y competiciones, tanto profesionales como amateurs, si no hay garantías para evitar la propagación de contagios.

Pese a que habrá fiestas de Santa Tecla, se han abierto teatros y los cines y el transporte público funciona con normalidad, a día de hoy no se pueden organizar partidos ni competiciones en los estadios de fútbol ni los pabellones municipales, debido al hecho de que ayuntamientos, Generalitat y federaciones deportivas no han acordado ningún «protocolo unitario», según exige la concejal de Esports, María José López (ERC), quien ha avalado el partido de hoy entre el Nàstic y el Horta en el Nou Estadi –sin público– porque se realizarán tests rápidos. El siguiente encuentro será el sábado entre el CBT y el L’Hospitalet, mientras que el Club Handbol Tarragona debe iniciar su temporada el día 19 de este mes pese a que, en teoría, no pueden realizarse ejercicios con contacto en los entrenamientos.

Dudas y críticas

Toda esta situación genera dudas entre las formaciones de la oposición, que se muestran críticas con el posicionamiento municipal. De hecho, desde la Secretaria General de l’Esport (SGE) del Govern se afirmó ayer a este periódico «no tener constancia» de que otros consistorios mantengan una postura similar en Catalunya.

En la Plaça de la Font, Berni Álvarez (PSC) recalca que «lo primero, lógicamente, es garantizar la salud de los deportistas», pero pide una «unificación de criterios» para «no perjudicar a los clubes de la ciudad cuando estos empiecen sus competiciones», ya que «las federaciones obligarán a jugar y tendrán problemas en sus encuentros como locales».

Desde Ciutadans, José Luis Calderón se muestra especialmente crítico. «Son medidas algo absurdas. Se puede entrenar pero no jugar, no tiene ningún sentido. Lo correcto sería seguir los protocolos de la Secretaria General de l’Esport y no hacer inventos», afirma. De manera similar se expresa Elisa Vedrina (PP). «Los clubes participan en competiciones oficiales que no han sido anuladas. No poder disputar los partidos en las instalaciones municipales deja a los clubes en un situación compleja y delicada desde el punto de vista deportivo, pero también desde el punto de vista económico», afirma la concejal popular.

Las críticas a Ricomà también llegan desde la CUP. «La prohibición de celebrar competiciones se contradice con los mensajes del Govern, que llama a retomar la práctica deportiva con seguridad y responsabilidad, y se remite al plan de acción aprobado en junio, que en ningún caso prohibe celebrar competiciones. Uno de los problemas que tenemos es la contradicción de mensajes entre diferentes administraciones, lo que desorienta y confunde la población», afirma Laia Estrada.

Finalmente, Cristina Guzman (Junts) ve «imprescindible» llegar a un acuerdo «con todos los agentes», ya que «la gran prioridad es tomar todas las medidas de seguridad necesarias», y abre la puerta a «plantear un posible aplazamiento del inicio de las competiciones». Muchas dudas, pues, en los primeros pasos de un curso deportivo que se presenta más incierto que nunca.

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