'Soy un conejillo de indias'

Unos toman zumo. Otros prueban un fármaco para reducir el colesterol. Otros comen frutos secos para mejorar la calidad del semen. Varios tarraconenses narran su experiencia como voluntarios en ensayos clínicos y de salud. 'Nos gusta contribuir a la investigación', aseguran

19 mayo 2017 16:02 | Actualizado a 21 mayo 2017 14:13
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Andreu Sabaté bebe al día medio litro de preparado de zumo de naranja. Lo hace, en parte, obligado, porque debe seguir unas normas, las reglas del estudio Citrus en el que participa. «Intentamos evaluar los efectos de la hesperidina en la presión arterial. Consiste en tomar dos vasos de zumo de naranja al día durante tres meses. Luego vamos haciendo visitas y analíticas», explica la doctora de la URV Rosa Solà, responsable del equipo de investigación en el Centre Tecnològic de Nutrició i Salut (CTNS).

«Quise presentarme voluntario por curiosidad y para intentar aportar un poco de ayuda a la investigación. Tampoco conocía este campo y me interesaba», cuenta Andreu, que está a mitad del experimento. Aprovecha las visitas para recoger las dosis de zumo que se toma en casa. A través de muestras de orinas o extracciones de sangre van comprobando la evolución de los pacientes, también con grupos de control que incluyen placebo.

 

Con la tensión alta

El reusense Joan Nievas, de 57 años, es otro de los voluntarios en Citrus. «Querían a gente con la tensión algo alta, con más de 12. Yo tenía 12,2 y me aceptaron. Mi mujer es médico. Ambos somos partidarios de participar en este tipo de ensayos para ayudar a la medicina y a la ciencia».

Al entorno de Joan le llama la atención esa faceta: «Muchos se sorprenden y te preguntan cuando te ven con la jarra de zumo porque la tienes que llevar a algún lugar para tomarlo. Te asocian con el clásico conejillo de indias».

Para Joan el balance está siendo satisfactorio: «De momento la experiencia es muy positiva. Además, te sirve para estar muy controlado por todos los análisis que te hacen». Su mujer participa en un estudio mucho más complejo de la Fundació Pasqual Maragall sobre el Alzheimer.

Andreu y Joan son dos de las 150 ‘cobayas’ humanas que participan en el experimento Citrus, que pretende llegar a los 250 voluntarios. «No siempre es fácil reclutar a gente. Se necesita un volumen de personas elevado y, además, a veces hay unos requisitos, buscamos a personas de un perfil determinado, como tener la tensión alta o no tomar medicación», cuenta Rosa Solà. En general se busca una participación desinteresada, ya que nunca se remunera. «Hay que hacer muy buena difusión y explicar para qué sirven las cosas», añade Solà.

 

La vida sana

La nutrición y cómo ella repercute en la calidad de vida configuran un buen nutrido grupo de estudios que se realizan en la provincia. En ese ámbito el voluntario objetivo se acota. «El perfil depende de cada estudio, pero en general nos movemos con pacientes con obesidad y riesgo cardiovascular. Esa es nuestra población de trabajo. La parte de reclutamiento cuesta pero la gente acaba respondiendo», añade Mònica Bulló, investigadora y profesora de la URV.

Quizás el proyecto más ambicioso es el Predimed, una investigación que fomenta la prevención de problemas de salud a base de una dieta mediterránea. «Intervenimos en el estilo de vida del paciente, con más actividad física y una dieta mediterránea», cuenta Bulló. Una de las conclusiones más recientes es que consumir aceite de oliva virgen reduce en un 51% el riesgo de fracturas por osteoporosis.

 

Las nueces y el esperma

Otro estudio, financiado por La Marató de TV-3, indaga en cómo la alimentación modifica el comportamiento de las membranas celulares. «Hay también una relación con las enfermedades cardiovasculares», aclara Mònica Bulló. Se lleva a cabo entre 2016 y 2018 y busca a 900 voluntarios.

Uno de los estudios más peculiares en las comarcas tarraconenses ha sido Fertinuts. Se han reclutado a 100 hombres de entre 18 y 35 años. «Queríamos saber si el consumo regular de frutos secos mejoraba la calidad del esperma. No miramos tanto una cuestión de fertilidad sino de funcionalidad y calidad», añade.

La hipótesis es que habrá una mejora a base de incluir en la dieta almendras, avellanas y nueces. El trabajo de campo ya ha acabado y ahora toca el análisis.

Más allá de los resultados y el avance de la investigación, los voluntarios obtienen un rédito propio: la mejora de la salud. «En el último análisis hemos visto que ya ha bajado un poco la presión arterial. No sé si es debido al estudio, pero podría ser», cuenta Andreu Sabaté, que sigue entregado a su rutina de beber dos zumos de naranja diarios.

María Antonia Martínez, una reusense de 57 años, perdió 11 kilos gracias al estudio Satin de rebajar el peso. «Tenías que tomar una serie de sobres proteínicos cada día, y luego algo de verdura, de lechuga, de pepino. Así durante dos meses». En su caso, se apuntó al ensayo con el objetivo de perder kilos. «A la gente de mi entorno le parecía extraño que hiciera un régimen a través de la universidad. Algunos desconfiaban, y sin motivo». Ella, siguiendo una dieta mediterránea diseñada por los investigadores de la URV, pasó en cuatro meses de pesar 80 kilos a 69. «Seguí las pautas muy a rajatabla», cuenta. Admite que también le hicieron la broma de ser un conejillo de indias, pero ella relativiza el lugar común: «Nunca sientes que están jugando contigo ni que eres objeto de un estudio. Al final prima el beneficio que tú recibes».

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