TGN: ultimátum de los clubs para poner fin al deterioro de los equipamientos deportivos

Vestuarios obsoletos, agua fría en las duchas, césped en mal estado, banquillos rotos y falta de espacio. Son las denuncias de las entidades, quienes piden más inversión al Consistorio

06 diciembre 2019 20:10 | Actualizado a 11 diciembre 2019 19:22
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Los clubs deportivos de la ciudad denuncian el mal estado de las instalaciones municipales que utilizan. La mayoría piden mejoras y actuaciones inmediatas. Hace unos días, el nuevo equipo de gobierno anunciaba un paquete de inversiones de 100.000 euros en los campos de fútbol municipales. Pero presidentes y directivos aseguran que no es suficiente. Las deficiencias que sufren estos equipamientos son graves y necesitan de más recursos. La concejal de Esports, Mary López, reconoce que hay un problema y responsabiliza al gobierno socialista de no haber hecho nada en muchos años. «Las grandes inversiones en materia de deporte fueron para los Juegos Mediterráneos», asegura López.

El metacrilato de los banquillos está roto, hay hoyos que se llenan de agua en el césped, los vestuarios están obsoletos, «y cuando viene un equipo de afuera, me da vergüenza que vean el campo que tenemos», explica Pablo Pedro González, presidente del CD La Floresta, uno de los clubs que entrenan en peores condiciones. El Consistorio se ha comprometido ahora a solucionar el principal problema que hay en las instalaciones. Arreglarán el muro perimetral, acabando así con el peligro que suponía.

Pero no es el único inconveniente que presenta el campo. Sin ir más lejos, González explica que hace un tiempo una mujer de Reus hizo una queja formal denunciando los malos olores que salían de los desagües de los vestuarios. «Son muy viejos, se construyeron en 1990 y no se ha hecho ninguna inversión», comenta el presidente. Cabe recordar que el club cuenta con 27 equipos, o lo que es lo mismo, 400 niños que, cada tarde, entrenan en unas instalaciones «tercermundistas», asegura González, quien ha pedido al Ayuntamiento que se adapte el solar que hay entre La Floresta y la tienda Bauhaus –en Les Gavarres– para construir otro campo y descongestionar el actual.

En los últimos años, es habitual ver como los padres y directivos ponen tiempo y dinero de su bolsillo para que los campos estén en buenas condiciones. Es el caso también del Racing CF Bonavista, club que entrena en el campo de fútbol municipal de Bonavista. El equipamiento se construyó en el año 1993 «y desde entonces no se ha llevado a cabo ninguna actuación», explica José Espejo, presidente del club. La misma entidad reformó hace unos años los vestuarios. Se quejan del deterioro de las vallas perimetrales, de los banquillos, del alumbrado –que va cuando quiere–, del estado de las puertas de acceso y, lo más grave, hace unas semanas se hundió parte de las gradas. Por el momento, nadie lo ha solucionado. El club tuvo que buscarse la vida para conseguir un bungalow que les sirviera de oficina. Espejo ha presentado al Consistorio dos dossiers explicando las principales carencias del campo. «Pero mi opinión es que es complicado solucionar esto. Lo mejor sería tirarlo entero al suelo y construir uno de nuevo. Este ya está obsoleto», asegura el presidente. Cabe destacar que el jueves, el club se vio obligado a suspender partidos por el mal estado del césped después de haber llovido.

La situación de los clubs de baloncesto no es mucho mejor. Robert Hernández es presidente del ADT. Sus 21 equipos entrenan en el Casal Esportiu de Riuclar. «Falta inversión, no hay calefacción, ni renovación del oxígeno. El alumbrado tampoco es suficiente y hay goteras en la pista», asegura Hernández, quien, por el contrario, añade que «siempre está limpio». Los clubs de baloncesto, a diferencia de los de fútbol, pagan un alquiler por el espacio. En este caso, el ADT paga 8 euros por hora, es decir, unos 15.000 euros anuales. «Creo que no es mucho pedir que se invierta un poco aquí», opina el presidente, quien confiesa sentirse un poco «marginado».

Limitada la capacidad de crecer

Por su parte, Jacint Rodríguez, presidente del CBT, asegura que «a pesar de que las instalaciones –se refiere al pabellón de El Serrallo– son antiguas, son útiles para nuestra actividad». El directivo explica que cuando hay fuertes episodios de lluvia, la infraestructura se resiente.

El club dispone de varios equipamientos para que sus equipos puedan entrenar, como por ejemplo, en el Tinglado o en el pabellón de Campclar. Pero no es suficiente. «Llevamos tiempo reivindicando otro campo a las administraciones. Tenemos mucha capacidad para poder crecer, pero la falta de instalaciones nos la limita», explica Rodríguez. En la actualidad, el club cuenta con unos 300 jugadores.

El Palau d’Esports –propiedad de la Generalitat, en trámite de ser cedido al ente local– sería un buen candidato para el club. «Esperamos poder utilizarlo, aunque sea para entrenar. Lo de jugar allí ya lo veo más complicado. Tendríamos que llenarlo, sino se convertiría en un espacio muy frío», asegura el presidente, quien añade que «esta es nuestra aspiración, llenar ese pabellón».

Unificar el modelo de gestión

Mary López, concejal de Esports del Ayuntamiento de Tarragona, asegura que «en los últimos años se ha invertido solo unos 150.000 euros, cifra insuficiente por el volumen de uso que hay». La edil añade que el primer paso del nuevo gobierno ha sido elaborar una auditoria sobre el estado de estos campos. «Queremos poner al día las instalaciones», asegura.

El principal problema de la concejalía y del Patronat tiene que ver con los diferentes modelos de gestión de los campos municipales. ¿Por qué unos clubs pagan un alquiler y otros no? En la pasada legislatura, la concejal Elisa Vedrina intentó poner orden a este caos administrativo, que creaba agravios comparativos entre los clubs. Lo primero que hizo fue elaborar contratos de cesión de los campos, con las entidades, mientras que la administración ganaba tiempo para estudiar cómo unificar el modelo de gestión. Ahora, el nuevo gobierno se encuentra inmerso en esta tarea. «Para nosotros, la prioridad es que los niños sigan utilizando las instalaciones», concluye López.

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