Tarragona: 'O ponen soluciones ya o un día lloraremos una muerte'

Los vecinos y comerciantes de la avenida de los Països Catalans denuncian el exceso de velocidad de los vehículos. Reclaman medidas urgentes para acabar con la inseguridad

06 agosto 2019 07:08 | Actualizado a 07 agosto 2019 15:49
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Casi un kilometro de carretera, siete pasos de cebra, más de cinco centros escolares y todo el peligro del mundo. Así definen los vecinos la avenida de los Països Catalans, de Sant Pere i Sant Pau. Están desesperados.

Denuncian que los vehículos que pasan por la vía van a gran velocidad, lo que supone un peligro real para los jóvenes y niños que deben cruzar la avenida. Los vecinos y comerciantes de la zona piden al Ayuntamiento que se busquen soluciones para acabar con los accidentes y atropellos, una tónica más que habitual en los últimos tiempos. 

La avenida de los Països Catalans es una vía urbana, lo que significa que los vehículos deben circular a 50 km/h como máximo. «Aquí no hay nadie que vaya a esta velocidad. Esto parece una autopista», aseguraba Fermín Jiménez, un vecino de la calle, quien añadía que, por la noche, la situación empeora y los coches todavía van más rápido. 

Desde un extremo de la avenida, donde hay la rotonda de los conejos, hasta el otro –entrada a Sant Pere i Sant Pau–, van casi mil metros de distancia. No hay ni un badén ni otro elemento que sirva para reducir la velocidad.

Solamente hay semáforos que regulan el tráfico y que, a menudo, los conductores deciden saltarse. «No hay nada que frene a los vehículos. Pasan por aquí doblando la velocidad permitida y nadie hace nada. O ponen soluciones ya o el día menos pensado lloraremos una muerte», explicaba ayer Margarita Solís, una vecina de la calle. 

Se trata de una zona educacional, con dos guarderías, un instituto de secundaria, un colegio, la universidad y el campus. Son muchos los jóvenes y niños que cada día deben cruzar. Y no es fácil, ya que solo hay siete pasos de cebra en toda la avenida.

En algunos casos, entre uno y otro hay más de 300 metros. «La mayoría de alumnos y de vecinos atravesamos la calle a través de los setos que separan los dos carriles, el de subida y el de bajada. La vegetación está destrozada», aseguraba Jiménez, quien añadía que «en la Rambla Nova no ocurre esto. Cada cincuenta metros hay un paso de peatones. ¿Que no pagamos los mismos impuestos? ¡Pues parece que no!». 

Juan Antonio Sánchez y su mujer son vecinos de la avenida y padres de dos hijos de 13 y 7 años. El mayor va cada día solo al instituto. «Es un sufrimiento constante. Siempre le aconsejo que, aunque su semáforo esté en verde, mire dos veces antes de cruzar la calle. Hay quien va muy rápido y no le da tiempo a frenar», comentaba Sánchez.
En alguna ocasión, los conductores se topan con un radar móvil, que les obliga a reducir la velocidad. «Deberían ponerlo fijo. Aquí tiene sentido, ya que hablamos de la seguridad de las personas», asegura Silvia Díaz, otra vecina.

Gabriel Minuesa es el presidente de la Associació de Veïns La Unió de Sant Pere i Sant Pau. Define la situación de la avenida como un «problema grave». Hace un llamamiento para que los conductores respeten la velocidad, sobre todo por la noche, que es cuando los vehículos van más rápido. Yolanda Martínez, propietaria de un bar de la avenida, aún recuerda «cuando se llevaron por delante un cochecito. Los conductores apuran los semáforos».

El punto negro

Toda la avenida resulta peligrosa para los vecinos, pero hay un punto en concreto donde el riesgo aumenta, según ellos. Se trata del cruce entre Països Catalans y la calle Marcelí Domingo. Esta intersección está regulada por semáforos, que reparte los vehículos entre los que quieren seguir recto o los que van dirección zona educacional –La Salle, Compte de Rius o URV–. «Aquí se crea el caos. Nadie respeta ni los semáforos ni la velocidad ni nada. La mayoría de accidentes se producen por alcances y colisiones. Cualquiera de nosotros puede ser el próximo», aseguraba Sánchez.  

Posibles soluciones

No se ponen de acuerdo con cuál sería la mejor solución. Por su parte, el presidente de la entidad vecinal, Gabriel Minuesa, propone sustituir los semáforos del cruce conflictivo por una rotonda. «De esta manera, los coches que suben no adelantarán y así se evitarán más accidentes», comentaba ayer Minuesa.

Los badenes no acaban de gustar porque dificultarían el paso de las bicicletas. Los radares fijos no convencen a los vecinos, ya que el ruido sería aún peor. «Necesitamos más conciencia por parte de los conductores», asegura Xavier Cros, un vecino.

Por otro lado, desde el Ayuntamiento aseguran que, desde el año 2010, se han puesto en marcha medidas, como por ejemplo, la instalación de semáforos para mejorar la seguridad. Fuentes municipales explican que se hace un seguimiento de la accidentalidad de la vía.

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