Tarragona acelera pero necesita el doble de vacunas

Las cifras de récord de ayer reclaman continuidad. La inmunidad a finales de verano pasa por inyectar 2.500 primeras dosis al día en la provincia. La media, tres meses después, es de 1.200 

09 abril 2021 14:44 | Actualizado a 09 abril 2021 15:01
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Frente a la incertidumbre que envuelve a AstraZeneca, Tarragona acelera la vacunación, con puntas diarias que, de sostenerse, podrían permitir alcanzar la deseada inmunidad de rebaño en verano, que pasa por inyectar al 70% de la población de más de 16 años.

Los cálculos indican que, para lograr esa protección a finales de agosto, la provincia debería administrar unas 2.500 primeras dosis cada día, y otras tantas si se tiene en cuenta la segunda, aunque la llegada inminente de fórmulas monodosis como la de Janssen podrá aumentar el ritmo considerablemente y reducir, en parte, todas esas necesidades. A grosso modo, quedan 357.549 vacunas por inocular para llegar a 476.200 personas, algo así como la cifra mágica que abrirá la puerta a la inmunización colectiva. Tras 100 días de campaña, las algo más de 118.000 dosis iniciales puestas en el Camp y el Ebre arrojan una media diaria cercana a las 1.200, que sería insuficiente para llegar al objetivo.

Sin embargo, hay motivos para el optimismo, merced al progreso en la recepción de inmunógenos de las últimas semanas. Con la logística desplegada, todo es cuestión del suministro de los viales. Marzo acabó con un incremento de pinchazos que se está prolongando ahora y varios días en los que se sobrepasaron las 5.000 primeras dosis. En ese mes, se llegó a las 1.600 dosis diarias de media, teniendo en cuenta las inyecciones iniciales que permiten arrancar con la inmunización y avanzar poblacionalmente en esa cobertura. 

El desafío es mantener una regularidad y una constancia en los registros más elevados de las dosis, como es el caso del balance de ayer, todo un récord. En las últimas 24 horas recibieron una dosis 11.505 tarraconenses: 8.322 eran primeras dosis y 1.320 eran segundas. Todo ello ha supuesto un notable empujón en las coberturas, ahora mismo enfocadas sobre todo en terminar la inmunización de los mayores de 80 años. En el Camp de Tarragona hay 88.372 ciudadanos con la primera dosis y 31.582 tienen las dos.

Así, el 14,3% tiene esa cobertura inicial y el 5,3% la pauta completa. Más protección ciudadana se ha logrado en unas Terres de l’Ebre que han tenido una velocidad algo mayor de inoculación: 30.321 vacunados con el pinchazo inicial (casi un 17% de la población total) y 12.777 con la segunda dosis, configurando una inmunización total para el 7,3%. 

Algunos vacunados con una dosis de AstraZeneca admiten la incertidumbre y están a la expectativa

Salut también informó ayer de que se han solucionado los problemas con el recuento de vacunas que había en el Baix Penedès, y que situaba a la comarca con un bajo porcentaje de inmunización. Una contabilidad parcial entre los diferentes sistemas de información en la comarca ha hecho que se dejaran de computar algo más de 2.000 primeras dosis en personas de más de 79 años, a pesar de que se habían suministrado. 

Se acaban de cumplir 100 días del inicio de una campaña de vacunación con una velocidad irregular, problemas de suministro y parones con la fórmula de AstraZeneca. Una suspensión cautelar, a la espera de conocer los vínculos con los trombos causados, ralentizó la vacunación. Está por ver si lo ocurrido con la marca de la Universidad de Oxford incrementa un rechazo a las vacunas de la Covid-19 que hasta ahora es mínimo. Un 2% de tarraconenses declinaban la inmunización, un porcentaje bajo, que además incluía no solo el ‘no’ por convencimiento sino los que no se inyectan por contraindicación médica o por infección previa. 

«Hay cierta inseguridad»

Ayer cundió un cierto nerviosismo entre aquellos menores de 60 que  han recibido la primera dosis de AstraZeneca y que, de alguna forma, se quedan por el momento en una especie de limbo. «Los datos que están saliendo dan una cierta inseguridad. En mi instituto había gente tranquila, segura de ponerse la vacuna, y otras personas más escépticas por si la rapidez con que se había hecho no ha permitido estudiar bien los efectos secundarios», explica Brigitte Urzaiz, profesora en Torredembarra, vacunada con la marca británica hace un mes, en tanto que personal esencial. 

Esta docente reconoce que «personalmente no estoy preocupada, porque no me encontré mal tras la primera dosis, solo con unas décimas de fiebre», aunque se mantiene expectante «por saber cuál será el siguiente paso». «Recibimos un mensaje de CatSalut informándonos de que se había aplazado la segunda dosis, que me tocaría de aquí a dos meses». «En el colectivo docente hay posturas de todo tipo», resume Urzaiz. 

Profesores, Mossos o policías locales, además de la franja de 60 a 65 años, donde sí se seguirá administrando –ayer se amplió el límite hasta los 69–, se han puesto esta fórmula, la tercera en llegar a Tarragona pero la segunda más común. Aproximadamente el 30% de los viales empleados en la provincia son de esta marca en la picota. Hasta ayer, 44.021 personas en la provincia habían recibido el primer pinchazo de AstraZeneca, según Salut, más de la mitad de ellos después del parón, que en un principio apenas había mermado la confianza en el inmógeno. La ocupación de las citas en esa reanudación rondaba el 94% en Tarragona y las reticencias eran escasas. 

A estos problemas de la vacunación se añaden las quejas de algunos colectivos por no haber sido pinchados. Transportistas, conductores o agricultores lamentan que, pese a haber sido considerados esenciales durante la pandemia y haber estado al pie del cañón en las diferentes oleadas del virus, ahora no estén incluidos en ninguno de los grupos con prioridad en la vacunación. Es el caso también, por ejemplo, de la Fundació Ulldecona, cuyas trabajadoras del servicio de ayuda a domicilio denuncian «menosprecio» por parte de las administraciones.

«El sector de los trabajadores familiares es habitualmente invisibilizado entre la atención sociosanitaria», a pesar de que «el servicio esencial no ha parado en ningún momento su actividad», ya que la labor de «las trabajadoras familiares es indispensable para las personas dependientes que necesitan cuidados en el hogar». La entidad ebrense denuncia «que no se ha llevado a cabo la vacunación de las trabajadoras familiares, poniendo en riesgo no solo su salud sino la de miles de personas mayores y dependientes a las que prestan atención en su domicilio». 

A pesar de esos contratiempos, las autoridades sanitarias continúan prometiendo que en verano estará vacunado el 70% de la población. Janssen llegará en cuestión de días y este mismo mes podría aprobarse el antídoto de la norteamericana Novavax. La alemana CureVac podría ser la sexta. 

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