Tarragona aprueba la idea de ubicar la Semana Santa en una fecha fija

La propuesta del Papa Francisco de situar la Pascua de Resurrección el segundo domingo de abril es vista con buenos ojos por sectores como el educativo y el turístico

19 mayo 2017 22:01 | Actualizado a 22 mayo 2017 14:28
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La propuesta del Papa Francisco de unificar la Pascua de Resurrección el segundo domingo de abril ha puesto sobre la mesa un debate que, a pesar de ser antiguo, parecía olvidado. ¿Tendrá la Semana Santa una fecha fija en un futuro más o menos próximo? Todo indica que así puede ser, según las declaraciones realizadas por el Papa durante el III Retiro Mundial de Sacerdotes celebrado recientemente en la basílica de San Juan de Letrán, en Roma. Ante presbíteros de los cinco continentes, Francisco deslizó la posibilidad de cambiar la fecha de la Pascua de Resurrección para que pueda ser celebrada por todos los cristianos –ya sean católicos u ortodoxos– del mundo el mismo día. Este cambio afectaría a buena parte del calendario litúrgico, desde la cuaresma a la festividad del Corpus Christi, pero también a otros sectores económicos y sociales que van más allá de la propia raíz religiosa.

De materializarse esta idea, la Luna del Parasceve, tan recurrente en los pregones de Semana Santa, dejaría de ser la protagonista a la hora de fijar la fecha del Domingo de Resurrección. La Semana Santa, según este cambio, arrancaría siempre el primer domingo de abril, al fijarse la Resurrección el segundo, es decir, entre el día 8 y el 14, según el año. La Semana Santa se celebraría en un arco temporal mucho más limitado, pasando de algo más de un mes a una semana.

Pero, ¿qué supondría para Tarragona esta modificación?

 

Mejor organización

Al presidente de la Agrupació d’Associacions de Setmana Santa de Tarragona, Joaquim Julià, le parece muy bien la propuesta realizada por el Papa Francisco de ubicar esta festividad en una ficha fija en el calendario. «De hecho –adelanta–, es algo que ya habíamos comentado entre nosotros, aunque sí es verdad que nos ha sorprendido que el Papa lo proponga ahora.

Julià se muestra convencido de que «esta medida nos ayudaría a organizarnos técnicamente mejor. Ahora hay años en los que la Semana Santa cae en marzo, muy temprano, lo que nos obliga a comenzar los preparativos prácticamente un día después de las Navidades. Si ya sabes que la Semana Santa cae en la segunda semana de abril, eso te permite contar con más tiempo para organizarte mejor».

Sin embargo, no cree Julià que el cambio de fechas sea determinante en el clima, en esas tan temidas por los cofrades lluvias que cada año amenazan las procesiones: «Abril es un mes muy cambiante y nadie puede garantizar que en esa semana determinada no vaya a llover».

Así, pues, Joaquim Julià aprobaría la propuesta del Papa, aunque advierte que «debe contar con el acuerdo de otras religiones, y en este sentido me temo que será un problema que la iglesia ortodoxa rusa lo acepte, pues ellos tienen sus propias fechas de celebración».

 

El turismo, feliz

Uno de los sectores que más afectado se vería por la modificación de las fechas de celebración de la Semana Santa sería el turístico. Entre otras cosas, una Semana Santa exclusivamente en el mes de abril supondría celebrarla con más horas de luz y con unas temperaturas más cálidas. Así lo entiende Xavier Jornet, presidente de los hoteleros de Tarragona, quien valora positivamente la propuesta del Papa, al considerar que favorecería que las cosas fueran más ordenadas para todos. «Sería importante sobre todo para la planificación de las reservas que llegan con mucha antelación, a veces de un año para otro; ahora estamos obligados a mirar el calendario para ver si una reserva coincide con la Semana Santa, lo que varía la ocupación, las tarifas… Si cayera siempre el mismo fin de semana sería mucho más sencillo y nos permitiría organizarnos a varios años vista».

Pero Jornet hace una importante puntualización. «A los hoteleros de Tarragona nos va bien que sea a partir de la segunda quincena de abril, cuando la ocupación es mayor y la gente ya no iría tanto a esquiar, por lo que los destinos de playa ganaríamos. En este sentido, imagino que los que viven del esquí preferirían unas fechas más tempranas. Pero para nosotros que sea siempre la segunda semana de abril nos va muy bien. Los días importantes de la Semana Santa, viernes y sábado, ya los tenemos completos ahora, pero para el resto de la semana es más fácil llenar si cae en abril que si toca en marzo».

Como Julià, tampoco Jornet cree que climatológicamente el cambio sea determinante. «Tanto marzo como abril o mayo son meses muy inestables, así que en ese aspecto no influiría nada». Así que Xavier Jornet ve factible el cambio. «No supondría mayores problemas, es un tema de acostumbrarse».

También los comerciantes contemplan con buenos ojos la iniciativa. «Pero es importante –dice el dueño de una tienda de la Rambla Nova– que la fecha no coincida con final de mes. La segunda semana de abril está bien. Para entonces ya se han pasado los males de la cuesta de enero, que cada vez duran más. Lo ideal sería que los ciudadanos tuvieran tiempo para recuperarse económicamente entre unas vacaciones que generan grandes gastos, como son las Navidades, y otras, las de Semana Santa, en las que acostumbran a salir de casa».

 

El calendario escolar

Josep Maria Cartanyà, representante del sindicato de profesores Ustec en Tarragona, dice que ya existe un debate abierto en torno al calendario escolar para hacer que exista una mejor proporción entre el horario lectivo y el de descanso, aunque lo desvincula de las fiestas religiosas. «Actualmente, según cómo caiga la Semana Santa, podemos encontrarnos con un trimestre excesivamente largo y con otro muy corto. Quizá si la Semana Santa fuera siempre en la misma fecha, ayudaría, pero lo cierto es que el debate sobre la distribución de los días lectivos es necesario más allá de si se fija o no la Semana Santa en una fecha concreta, porque no deberían ser las festividades religiosas las que dicten el calendario».

En una línea muy similar se expresa un profesor de Secundaria de un instituto de Tarragona, quien apunta que «el calendario escolar está marcado por dos festividades religiosas, la Navidad y la Semana Santa, y no debería ser así. La educación de nuestros hijos tiene demasiada importancia para supeditarla a una fiesta religiosa o a las vacaciones de los padres. El peso que tienen estas festividades religiosas en la vida educativa no me parece apropiado, ya que distribuyen los trimestres de una manera irregular. La repartición de los tiempos no es lógica. A veces el segundo trimestre es larguísimo y el tercero se queda en solo mes y medio. Deberían primar más los intereses pedagógicos. Hay que pensar en lo que es mejor para los alumnos, por lo que el calendario escolar ha de ser independiente de los condicionantes de la Iglesia», concluye este educador, que, no obstante, piensa que una Semana Santa fija» puede ayudar».

 

Fiestas y tradiciones

La ubicación de la Semana Santa en una fecha o en otra no sólo afectaría a otras fiestas religiosas –la cuaresma o el Corpus Christi–, sino que obliga a contemplar otras derivadas, toda vez que implicaría un cambio en la celebración de tradiciones tan arraigadas en nuestro territorio como el Carnaval o el Rocío. Sin embargo, esto no sería un gran dolor de cabeza para las entidades que organizan estas fiestas. Así lo asegura Begoña Floria, concejal de Cultura, Fiestas, Patrimonio y Turismo de Tarragona, para quien «la Semana Santa es una fiesta de carácter religioso pero también con una tradición cultural. Las fechas se mantendrían en una franja parecida a la que viene siendo habitual, por lo que la incidencia sería menor. Al menos, en lo que respecta a la propia fiesta en el aspecto organizativo, que es el que me corresponde valorar, ni tampoco en el turístico, porque el calendario se convertiría en estable pero no variaría de forma sustancial respecto a cuándo viene siendo la Semana Santa hasta ahora. No creo que hubiera excesivos cambios. Pero tiene que ser la valoración desde el punto de vista religioso la que decida».

Al parecer, la idea del Papa cuenta con el beneplácito de Tarragona.

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