Tarragona crece gracias a la inmigración

La provincia alcanza el máximo de inmigración desde 2008. Tarragona vuelve a acoger a extranjeros. Colombia, principal país emisor. El saldo migratorio se ha triplicado en un año

25 junio 2018 19:15 | Actualizado a 28 junio 2018 12:39
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Tarragona vuelve a ser una tierra de acogida. Los inmigrantes recalan de nuevo en la provincia, a rebufo del mayor optimismo con la economía y el trabajo, y como derivada de la situación convulsa en muchos países, algunos de ellos bien cercanos. La llegada de inmigrantes ha alcanzado en Tarragona su máximo en los últimos diez años. En el segundo semestre de 2017 se llegó a un saldo migratorio (la diferencia entre las entradas por migración y las salidas por el mismo motivo) positivo de 1.616 personas. 

Ese número no era tan alto desde antes de la crisis. Hay que retroceder prácticamente una década, hasta el primer semestre de 2008, para ver una cifra más elevada. En aquella época, aún previa al estallido de la burbuja y al comienzo de la crisis, cuando aún se vivía en la abundancia, en Tarragona el saldo a favor alcanzó las 3.658 personas. El año pasado el saldo migratorio anual se situó en 1.344, una cifra que triplicaba con creces la registrada en 2016, que se ubicó en 393

La cifra es positiva por segundo año consecutivo, aunque en 2017 se confirmó de manera muy clara y contundente la recuperación migratoria, no sólo en Tarragona sino también en España. El cambio es importante en tanto que supone un vuelco a la tendencia negativa iniciada en 2009. No tardó el indicador migratorio en sufrir con virulencia los estragos de la crisis, con el año 2009 como momento en que se produzco un sonoro batacazo que ha durado prácticamente un decenio. 

Si en 2008 Tarragona ganó 4.851 habitantes en cuanto a flujos migratorios, al curso siguiente ya se entró en números negativos de forma contundente, perdiendo 1.827 e instaurando una dinámica de retroceso de la que no se salió hasta 2016, aunque tímidamente: 393 efectivos.  Fue 2017, último año disponible, el momento del despegue y la recuperación definitiva, según los datos de migraciones publicados ayer por el INE. El año pasado llegaron 9.111 personas a Tarragona procedentes del extranjero, aún muy lejos de las más de 13.000 que se registraron en 2008, cuando aún duraban los efectos de esa década en la que los extranjeros llegaron en masa para ampliar los censos municipales tarraconenses. 

Por el contrario, la marcha de ciudadanos al extranjero también se ha paliado en cierta medida, si bien sigue siendo notoria. La emigración de Tarragona al extranjero se cifró en 7.767 personas. Esa estadística está muy alejada de los peores años de la crisis, marcados por un doble efecto de emigración: los tarraconenses –muchos de ellos jóvenes– que se marchaban en busca de un futuro laboral más próspero y, sobre todo, los extranjeros, ya afincados en la provincia, que decidían volver a su país o a un tercer lugar de acogida en vistas de que la crisis y el desempleo se enquistaban. Esa circunstancia se cebó sobre todo con ciudadanos sudamericanos que habían llegado en subca del sueño europeo. 

Ambos indicadores se han frenado en los últimos años. Lejos queda el flujo de emigración que se registró en 2013, el peor año, cuando se marcharon 12.711 personas, una auténtica sangría demográfica, sólo entendible por el golpeo de la crisis. Así, pese a que la recuperación económica no se nota en todos los ámbitos, Tarragona vuelve a ser atractiva para el foráneo. «A pesar de que aquí sigue habiendo mucho desempleo, los que vienen están en una situación mejor que en sus países», cuenta Isabel Iturrieta, responsable de inmigración en Càritas Tarragona. 

¿Pero de dónde vienen los nuevos inmigrantes que posibilitan este repunte? No hay grandes sorpresas en los principales lugares de emisión. Marruecos, el país que históricamente aporta más extranjeros al censo, es también uno de los que dominó la procedencia de personas en Tarragona en 2017: llegaron 1.435 marroquíes y se fueron 1.006, un saldo positivo de 429. La cercanía de España con Marruecos y los vínculos fuertes por la oleada de inmigración llegada en la pasada década siguen siendo factores determinantes. Sin embargo, la nación norteafricana está por detrás de Colombia, con un balance de 584. En tercera posición figura Venezuela, con un saldo de 280. El país sudamericano lleva tiempo sumido en la inestabilidad de una profunda crisis social que revierte inevitablemente una severa diáspora de ciudadanos. 

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