Tarragona, en la zona que más sufre el calentamiento

La provincia se calienta, al igual que el resto de Catalunya y el Mediterráneo occidental, el doble de rápido que el conjunto del planeta. Las condiciones son cada vez más áridas

02 diciembre 2019 08:40 | Actualizado a 12 diciembre 2019 16:27
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Hoy comienza en Madrid la vigésimoquinta Cumbre del Clima. Hasta el 13 de diciembre, 197 países seguirán intentando frenar al cambio climático, un fenómeno que va mucho más allá de las acongojantes imágenes de un iceberg fundiéndose. De hecho, nos afecta en nuestra vida diaria y más aún en Tarragona, situada en una de la zonas que se calienta más rápidamente del planeta, el arco mediterráneo.

¿Qué consecuencias tiene el cambio climático? Una de las mayores expertas en esta cuestión, Manola Brunet, catedrática de Geografía de la URV, directora del Centre en Cavi Climàtic de la URV y presidenta de la Comisión de Climatología de la Organización Meteorológica Mundial, las enumera al detalle.

«La provincia de Tarragona tiene unas tasas de calentamiento global más altas que el resto del planeta, es decir, nos calentamos más rápido que otros lugares. Esto, junto a una pluviometría errática y cada vez más escasa y al tiempo más intensa cuando se produce, nos está llevando a unas condiciones climáticas más cálidas y áridas», explica Brunet.

La experta añade que «esas condiciones climáticas tienen un impacto directo en múltiples sectores. Por ejemplo en la agricultura y la pesca. En el sector vitivinícola, muy importante para la economía tarraconense, se adelanta la vendimia y se requiere una mayor elaboración enológica de los vinos para mantener su calidad. En el sector pesquero, las piscifactorías del Delta tienen menos producción y ven mermada su rentabilidad a consecuencia del incremento de la temperatura del agua».

Las sequías cada vez más prolongadas combinadas con brutales tormentas dificultan además la gestión de unos recursos hídricos, ya de por si escasos en la demarcación. Pero hay más.

Sigue Brunet: «Si a todo lo anterior, le añadimos la subida del nivel del mar, la consecuencia es una pérdida generalizada de playas, erosión costera y un fuerte impacto en el Delta del Ebre». Las cuantiosas partidas presupuestariads para que las playas tengan un aspecto digno para los turistas y los residentes resultan inútiles. «Invertimos ingentes cantidades de dinero en regeneración de playas para nada. Es dinero echado directamente al mar porque la siguiente tormenta marina volverá a dejarnos sin playas», lamenta.

¿Qué futuro se avecina? Para Brunet, «la situación se agravará si no tomamos medidas decididas de reducción de los gases de efecto invernadero. En el Delta del Ebre habrá que tomar medidas no tanto para evitar lo inevitable, que es la regresión de la línea de costa, sino para reorientar las actividades en este sector».

«No es catastrofismo, es avisar que va a ocurrir. Existe base científica y no hay que ignorarla»

«En el conjunto de Catalunya, Tarragona es el laboratorio clave para medir los impactos negativos del cambio climático», sentencia Brunet.

El patrimonio también podría verse perjudicado. Un reciente estudio de la Universidad de Kiel (Alemania) alerta de que tres conjuntos patrimoniales están en grave riesgo de erosión por la subida del nivel del mar: Tiro (Líbano), Samos (Grecia) y Tarraco.

Agricultura. Pesca. Regresión del litoral. Gestión del agua. Patrimonio. Y enfermedades. Según Daniel Cebrián Menchero, director de Programas en el Centro de Biodiversidad del Mediterráneo de la ONU, con sede en Túnez, «moriremos de enfermedades como el dengue y la tuberculosis, enfermedades que antes creíamos que iban a estar muy desarraigadas, que no nos iban a afectar en nuestras latitudes, que considerábamos tropicales, y que también las tendremos aquí. Seremos más sensibles a las enfermedades».

Cambio de dieta

Cebrián también alerta del cambio de dieta: «Cuando se toman medidas de gestión pesquera los ecosistemas marinos tienen una capacidad muy fuerte de recuperación, pero con las tendencias actuales habrá especies que no podremos comer. Tendremos que comer otras cosas, pero no solo eso. A nivel planetario, para que nuestra huella ecológica, sea menor tendremos que pensar en una dieta menos dedicada a lo que sería la escala de depredadores, menos carne, menos pescado, y una alimentación alternativa».

¿Toda esta sucesión de actuales y futuras desgracias es alarmista? Cebrián responde con contundencia: «Hubo un fuerte componente de autocensura en los científicos porque siempre se les reprochaba que exageraban, que eran catastrofistas, y realmente lo que se estaba haciendo era informar de lo que venía. El catastrofista no era el científico. Era este tipo de desarrollo económico».

«Antes decíamos que podía ir en ello el futuro de nuestros nietos, de nuestros hijos. Ahora va el futuro de la gente de nuestra generación. Nos afectará a todos ya. No es catastrofismo. Es avisar que esto va a ocurrir. Hay base científica para ello y no hay que ignorarlo», concluye el experto.

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