Tarragona, entre las provincias con más alquiler turístico que pasa a ser tradicional

Un estudio sostiene que un 20% de pisos han transitado del uso vacacional al de larga duración. La ausencia de visitantes hace que propietarios y gestores cambien de mercado para intentar sobrevivir

10 agosto 2020 07:40 | Actualizado a 10 agosto 2020 09:13
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Es una arista más del batacazo turístico: el alquiler estacional, de temporada, se ha desplomado al tiempo en que se revitaliza el tradicional. «Prácticamente desde el principio del confinamiento venimos registrando ciertos movimientos de trasvase turístico a residencial. En abril ya empezamos a verlo», explica Ferran Font, director de estudios del portal Pisos.com.

Un informe de esta plataforma coloca a Tarragona entre las provincias de España que más están sintiendo este cambio inmobiliario. Santa Cruz de Tenerife, Las Palmas y Almería están también en este grupo, igual que Tarragona, una de las zonas turísticas por excelencia que ve cómo la ausencia de turistas, sobre todo extranjeros, lastra la salida de este producto. «Tiene todo el sentido que Tarragona esté entre las provincias más afectadas, sobre todo por la Costa Daurada y sus poblaciones que dependen del turismo internacional. Junto a las islas o el resto de costas, es uno de los mercados más potentes», explica Ferran Font. Independientemente de lo que suceda con el turismo, sumido en la incertidumbre futura, en tiempos de escasez y crisis el alquiler se ha convertido en un activo que conviene asegurar. «Nosotros tenemos un 14,2% más de contenido de alquiler de larga duración en julio respecto a mayo, y el incremento es del 31% si lo comparamos con abril», indica Font.

Renunciar a una rentabilidad alta

Así, hay muchos propietarios que han preferido sacrificar la rentabilidad que les daba el alquiler turístico, mucho más elevada, a cambio de una mayor estabilidad. «Supone renunciar a algún punto de rentabilidad, para tener más seguridad. Obviamente, la rentabilidad del vacacional es mayor, al alquilar por días o por semanas. También es verdad que el vacacional comporta una demanda mayor de esfuerzo administrativo, o de tareas de limpieza, por ejemplo. Son también cosas a tener en cuenta», narra Font.

Esta medida ha significado que algunos arrendadores de este tipo de activos hayan cambiado no sólo su modelo de contrato de alquiler, sino también el perfil del cliente, los lugares donde se anuncian o el precio de sus viviendas. Se trata de una acción de «supervivencia» en un mercado repleto de incógnitas. Así, un elevado número de propietarios que antes destinaban el 100% de sus viviendas al alquiler turístico, por días, han reorientado sus viviendas al alquiler temporal, por meses, no necesariamente al alquiler de largas temporadas, como forma de paliar la ausencia de ingresos. «Ofrecen contratos de seis meses a un año totalmente legales, en muy buenas localizaciones y con precios muy competitivos para seducir a trabajadores extranjeros desplazados a España o a estudiantes», explican desde el portal Idealista.

«Capear la crisis a corto plazo»

Dueños y gestores admiten que es un tema básicamente de supervivencia, como explica Isabel, propietaria de una empresa familiar que gestiona 20 pisos turísticos situados en un mismo edificio en Tarragona: «Hemos decidido dedicar un porcentaje de nuestros activos al alquiler temporal para capear la crisis a corto plazo. Lo cierto es que hemos recibido un número significativo de contactos que se han interesado por estos arrendamientos», explica. Por este motivo, Isabel no descarta aumentar el número de viviendas destinadas a este tipo de arrendamiento si la oferta es capaz de absorber la demanda existente.

Con respecto al tipo de cliente que han preguntado por estos pisos, la empresaria explica que se trata «en su gran mayoría» de trabajadores que han venido a la ciudad por espacio de un año o un año y medio, extranjeros y sin arraigos en la ciudad. «Ahora hay empresas que están pagando 1.200 euros por los alquileres de los pisos de sus trabajadores. Sin embargo, con esta nueva oferta de pisos turísticos pueden disfrutar de activos totalmente amueblados, con las mejores calidades y bien localizados por entre 700 y 800 euros al mes. Sí que existe demanda», explica la gestora.

Estos precios competitivos sirven a los propietarios de los pisos turísticos para pagar el coste de las hipotecas que recaen sobre muchos de los inmuebles. «Hay que intentar sacar un mínimo de ingresos», matiza en este sentido. Aunque no son los únicos con los que podría llegar a contar. Esta empresaria ha agudizado el ingenio y al precio competitivo de sus inmuebles ha añadido una serie de servicios complementarios para intentar sacar el máximo beneficio posible. «El arrendamiento cubre los costes de hipotecas, de personal, del mantenimiento del ascensor… pero también he decidido ofrecer por otro lado servicios de limpieza, parking…. Que pueden completar la facturación», afirma.

«Aún no hemos notado mucho la tendencia, quizás es pronto todavía, pero como la temporada turística prácticamente se ha perdido, es lógico que haya un trasvase del alquiler turístico al tradicional», explica Fabián Huguet, presidente del Col·legi d’Administradors de Finques de Tarragona.

Paliar la escasez

Joan Calvet, presidente de la Associació d’Apartaments Turístics de la Costa Daurada, relativiza el impacto: «Sabemos que es algo que se está dando en Barcelona, donde hay trasvase, y quizás en Tarragona ciudad, pero no es tan habitual en el litoral, porque aquí el producto está muy enfocado a la temporada de verano».

La dinámica puede trastocar el mercado inmobiliario, en el sentido de cambiar el panorama del alquiler, desde hace años escaso en ciudades como Tarragona. Para Ferran Font, «dada la necesidad de la demanda, los propietarios no tendrán problemas para alquilar su vivienda a largo plazo y seguir rentabilizando su patrimonio inmobiliario sin depender de los vaivenes de esta crisis».

Al haber más producto, quizás pueda repercutir a medio plazo en una bajada de precios. Otra derivada puede ser el alivio para aquellas comunidades de vecinos en las que la abundancia de pisos turísticos suponía un problema. «Es una afectación que va por barrios. En aquellos sitios con una concentración excesiva, puede ser algo beneficioso», indica Font. En el último año había crecido el veto de las comunidades de vecinos a los pisos turísticos. Edificios del centro de Tarragona y de la Costa Daurada se han ido blindando con cláusulas ‘antiAirbnb’ en los estatutos para prohibir apartamentos y así evitar molestias.

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