Tarragona es la provincia que más daños sufrirá por la crisis

El tejido productivo, con la logística y el turismo como motores, convierte a la demarcación en el territorio más vulnerable de Catalunya, según la URV. El Baix Penedès, la comarca más frágil

26 marzo 2020 15:14 | Actualizado a 28 marzo 2020 15:50
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Tarragona no va a salir bien parada de la recesión del COVID-19, según algunas estimaciones. Un balance de la URV coloca a la demarcación como la provincia catalana que más padecerá los efectos de esta crisis sanitaria debido a su estructura productiva y a la vulnerabilidad de algunos de sus sectores más punteros y básicos. 

La directora de la Càtedra per al Foment de la Innovació Empresarial y profesora del Departament d’Economia, Mercedes Teruel, ha radiografiado el perjuicio de esta recesión para comprobar que tanto el Camp de Tarragona como las Terres de l’Ebre tendrán un «nivel de vulnerabilidad superior a la media catalana». Baix Penedès, Baix Camp, Priorat y Tarragonès se perfilan como las comarcas más afectadas, según este análisis elaborado por la doctora Teruel, que ha cogido como referencia el artículo ‘The places a COVID-19 recession will likely hit hardest’, de Mark Muro, Robert Maxim y Jacob Whiton de The Brookings Institution, un centro de investigación estadounidense. 

Teruel detecta, en líneas generales, «cinco sectores en riesgo como son los servicios de transporte y la logística, vinculados a la industria, las agencias de trabajo, las agencias de viaje, el ocio y el ámbito turístico». Las comarcas tarraconenses soportan un peso importante de los servicios logísticos y de transporte, pero también de las actividades ligadas con el turismo como la hostelería y la oferta recreativa.

El informe establece que el Baix Penedès tiene el mayor índice de vulnerabilidad por acumular más negocio de esos sectores. «Se producirá una concentración de incidencias», anuncia Teruel. Le siguen de cerca el Baix Camp, el Priorat y el Tarragonès, con índices de fragilidad de entre el 17 y el 18%. No obstante, el sector logístico tiene una elevada relevancia en el Alt Camp, mientras que la hostelería goza de una incidencia notoria en el Montsià, además de en las comarcas ya citadas como especialmente endebles o desvalidas. 

El Baix Camp, el Priorat y el Tarragonès están en la lista de comarcas con más riesgo de afectación

Si se compara con la media catalana, «en general, la demarcación tendrá un nivel de vulnerabilidad superior», expone Teruel. Solo la Ribera d’Ebre queda por debajo de la media catalana en cuanto a índice de desprotección. «El sector logístico ha tenido mucho peso en nuestras comarcas por ser un ámbito complementario a la actividad industrial. Obviamente, los sectores turísticos también tienen un fuerte peso. Esos elementos, relacionados con la movilidad de mercancías y personas, hacen que seamos más vulnerables», argumenta Teruel, que pronostica también que nichos como el inmobiliario o el comercio serán arrastrados igualmente por la inercia negativa. 

Otras voces coinciden en detectar esa especial flaqueza de las comarcas tarraconenses. «Evidentemente, restauración, hoteles, ocio, alojamientos, todo lo que es sector terciario, que es lo que está cerrado, va a sufrir más, pero no sabemos lo que va a suceder. Va a depender mucho de la duración, sobre todo en función de si el turismo va a poder aprovechar el verano», explica Juan Gallardo, economista del gabinete de estudios de la CEPTA, que cree que aún es pronto para hacer valoraciones sólidas: «Podría ser que Tarragona sea especialmente vulnerable, pero es difícil hacer una extrapolación porque no puedes comparar con nada. Tengo mis dudas de que el sector logístico se vea resentido, pero dependerá de lo que pase. Si a finales de abril estamos funcionando, esto se quedará en un paréntesis, duro, pero habrá sido solo un parón. Si esto se prolonga más las consecuencias serán mucho peores». 

«Hay que tener esperanza»

El economista Rafael Muñoz, de la CEPTA, llama a la cautela, aunque cree que «si analizas fríamente la estructura económica de la demarcación, sí ves la dependencia de los servicios, que pueden ser el sector más castigado». Muñoz considera, igualmente, que «ahora estamos en un momento para la esperanza, para pensar en mecanismos que ayuden a mitigar y a minimizar los efectos, y para ir todos juntos. No hay que poner la venda antes de la herida». También reconoce que el daño definitivo va a ser muy variable en función de la duración. «No tiene nada que ver con que la situación se restablezca en junio o en septiembre, sobre todo de cara al turismo», añade Muñoz. 

Para la URV, el alcance de los efectos no se podrá evaluar con exactitud hasta que se haya superado la emergencia sanitaria, pero sí dependerá en buena medida del tipo de actividades económicas que se llevan a cabo en un lugar. 
La doctora apuesta también por métodos de compensación para paliar los efectos. «Una vez aplicadas las medidas prioritarias de tipo sanitario, para garantizar las necesidades básicas de las personas vulnerables y para asegurar la liquidez, habrá que ir más allá», agumenta. De ahí que sugiera otro tipo de intervención más profunda. «Las políticas de reactivación económica y social tendrán que tener en cuenta la mayor incidencia que esta crisis puede tener en nuestro territorio», cuenta Teruel, que a corte de ejemplo propone medidas diferenciadas como incentivos fiscales a las empresas más afectadas. 
 

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