Tarragona indignada: Salvar vidas no es un delito

Unas cincuenta personas se concentran en la Plaça de la Font para pedir la libertad de la tripulación de Proactiva Open Arms

24 marzo 2018 17:00 | Actualizado a 31 marzo 2018 14:53
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Llovía esta mañana de sábado en la Plaça de la Font. Y cada vez más. Pero aún así, la concentración para denunciar la retención de la embarcación de Proactiva Open Arms y su tripulación en Pozzalo (Sicília) se ha celebrado.

Bajo el lema ‘Salvar vidas no es delito’,  medio centenar de personas se han citado delante del Ayuntamiento para explicar lo ocurrido estos últimos días en aguas del Mediterráneo central. En ese mismo momento, once ciudades europeas más leían el manifiesto.

Entre los concentrados, se encontraba Marco Martínez, cambrilense y uno de los capitanes de tripulación de la organización. Marco ha relatado lo ocurrido: «El pasado jueves 15 de marzo, la guardia costera italiana informó al equipo 43 de Open Arms la existencia de una embarcación con peligro de naufragio en aguas internacionales del Mediterráneo», explica Marco. Aquí empezó todo. 

La tripulación puso rumbo para socorrer a los pasajeros de la patera, pero recibieron la comunicación de que era la llamada guardia costera de Libia quien iba al rescate.

Cuando Open Arms llegó al lugar, no había ni rastro de la guardia de Libia, así que tomaron la decisión de empezar a salvar vidas. «En ese momento, una patrullera militar amenazó de muerte, tanto a la tripulación como a las personas que estaban siendo rescatadas», explica Marco, quien asegura que «el miedo se instaló en el lugar, y muchos refugiados se tiraron al agua».

La posibilidad de salvare por uno mismo a 73 millas de la costa es absolutamente imposible, aseguran los expertos. «Es ilegal entregar por la fuerza y contra su voluntad a personas poniendo en peligro sus vidas», dice el manifiesto que se ha leído en la Plaça de la Font y que asegura que «esta acción atenta contra los Derechos Humanos de todas las personas».

Con los rescatados a salvo, la embarcación de Proactiva Open Arms se dirigió hacía el norte con la intención de buscar un puerto para salvar la vida, sobretodo, de un bebé de tres meses. Primero pararon a Malta, donde dejaron a la pequeña y a su madre, y después de conseguir el permiso, atracaron en Pozzalo (Sicília), para desembarcar a los refugiados.

Fue entonces cuando llegó la sorpresa. La organización recibe una denuncia «en la que nos acusan de banda criminal organizada y de tráfico ilegal de seres humanos», explica Marco, quien asegura que «no les dejan marchar de Pozzalo y los tienen secuestrados en el barco». Además, según la organización, el juez está alargando la espera, «porque no tiene como demostrar estos delitos», dice Marco. 

«Hace un año éramos 12 las ONG que participábamos, ahora ya solamente somos tres. Se trata de una campaña para que dejemos de ser testimonio de los que está ocurriendo en el Mediterráneo. No quieren que veamos como Europa paga a las milicias de Libia que extorsionan a las personas que van en busca de una vida digna en una patera», explica, indignado Marco, quien asegura que «no nos rendiremos, ya que nosotros estamos cumpliendo con toda la ley y todos los protocolos».

Para la organización, es muy importante el apoyo ciudadano que está recibiendo. «Nos emociona», decía el encargado de leer el manifiesto ayer. «Este apoyo contrasta con la frialdad con la que hablan de nosotros los que realmente son responsables políticos de este crimen», dice el manifiesto. 

Poca sensibilización

En la concentración celebrada ayer en la Plaça de la Font, la indignación, la impotencia y la tristeza eran más evidentes que nunca. Una cincuentena de personas pedían a gritos la libertad de los siete miembros de la tripulación retenidos en Pozzallo. «Es inaceptable y es un crimen dejar a la gente morir en el mar.

Hemos venido a manifestarnos para mostrar nuestro apoyo a la gente que salva vidas», decía uno de los presentes, Marcus Packard. Por su parte, otras de las manifestantes, Anna Hernández y Neus Solé, lamentaban la poca sensibilización que hay en la sociedad respecto a la situación.

«Jugar con los derechos humanos no es justo», decía Hernández. Los concentrados iban con pancartas que enviaban mensajes, como por ejemplo, ‘4.000 ahogados cada año’ y ‘El crimen es dejarlos morir’. Los presentes explicaban que esta semana estarán pendientes de la evolución del caso. 

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