Tarragona, la demarcación que menos inmuebles revisa

La provincia cuenta como mínimo con 1.120 inmuebles que necesitan rehabilitación urgente. «No tenemos cultura de mantenimiento de edificios», lamenta la Cambra de Propietat Urbana

13 septiembre 2019 16:20 | Actualizado a 16 septiembre 2019 17:28
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«Es más fácil construir en suelo nuevo que intervenir en el patrimonio que ya tenemos y además falta personal realmente preparado para una rehabilitación adecuada»... «Todo el mundo sabe lo que es la ITV y que tiene que pasarla, pero desconoce la ITE, la Inspección Técnica de Edificios, porque no tenemos cultura de mantenimiento de los edificios, no hay percepción de que es imprescindible que se hallen en buen estado». Son los mensajes que lanzan dos expertos en cuestiones inmobiliarias, el arquitecto Enric Casanovas y el presidente de la Cambra de Propietat Urbana de Tarragona, Agustí Pujol. Ambas frases reflejan la gran asignatura pendiente de Tarragona: la rehabilitación urbana.

Según el Col·legi d’Aparelladors, Arquitectes Tècnics y Enginyers d’Edificació de Tarragona, 15.369 inmuebles deberían haber pasado la Inspección Técnica de Edificios desde que entró en vigor en 2010 un decreto de la Generalitat que obliga a las viviendas de más de 45 años de antigüedad a someterse a dicha inspección cada diez años. Sin embargo, solo se han completado la revisión 3.864, un 25,14%, es decir una cuarta parte. Estas cifras convierten a Tarragona en la demarcación catalana donde menos inspecciones se han desarrollado.

La ausencia de los controles obligatorios se da sobre todo en la costa norte: Calafell, El Vendrell, Sant Salvador, Cunit... Se trata de segundas residencias construidas durante el boom inmobiliario de los años 60. También hay pocas inspecciones en pueblos del interior. Por contra en Tarragona ciudad el porcentaje de revisiones se eleva al 50% y en Reus, al 30%, datos similares a los de diversos barrios de Barcelona.

De los 3.864 edificios inspeccionados, el 24% han superado la prueba con nota y un 48% sufren deficiencias leves, fáciles de reparar. En cambio, un 18% tienen problemas importantes, un 10% graves y un 1% muy graves. Este 29% es el que necesita una rehabilitación urgente. A esos 1.120 edificios habría que añadirle una cifra desconocida entre los que no han pasado la ITE.

Temor al coste de la reparación

¿Por qué las comunidades de propietarios se resisten a la Inspección? Según Pujol, el precio de la ITE no es el inconveniente ya que ronda los 1.000 euros a repartir entre los vecinos sino el riesgo de que se detecte una deficiencia grave y haya que repararla, lo que sí resulta más oneroso. «Te puede echar para atrás el coste de la reparación, pero tienes que hacer la diagnosis. Los vecinos tienen miedo a lo que les puedan decir. Si te duele algo, ¿vas al médico o te quedas en casa por miedo a que te digan que estás enfermo?», plantea el presidente de la Cambra de la Propietat Urbana.

En el caso de una deficiencia muy grave, el propietario de la finca o la comunidad tiene que actuar de inmediato. Si es grave, se debe redactar un plan de rehabilitación en que se propongan las medidas para solucionarlas. Pujol explica que la comunidad tiene seis meses para elaborar dicho plan y dos años para ejecutarlo.

La Generalitat abrió el pasado 8 de junio una convocatoria de ayudas a la rehabilitación dotada con 8.400.000 euros. El plazo para solicitarlas concluye el próximo viernes 20 de septiembre. Los fondos provienen en parte del Ministerio de Fomento, que diseñó el año pasado el Plan Estatal de Vivienda 2018-2021.

La escasa rehabilitación provoca además el deterioro de los cascos antiguos de la ciudad. En Tarragona pueden verse decenas de edificios con mallas protectoras. Un ejemplo es el que se ubica en la esquina de Prat de la Riba con Higini Anglès. Según explica una vecina, hace casi un año se desprendió una de las láminas de mármol de las ventanas y cayó sobre un coche. Por suerte no había nadie en el interior. Un informe concluyó que era necesaria una rehabilitación de la fachada, que aún no se ha llevado a cabo.

Más allá de que las ayudas sean insuficientes, Casanovas, experto en rehabilitación, critica que se concedan al final de las obras o pasado un tiempo, de manera que las comunidades tengan que afrontar un gasto inicial considerable. También lamenta que las rehabilitaciones se hagan de un modo chapucero sin materiales de calidad o ignorando el espíritu de los edificios.

Una rehabilitación más cuidadosa resulta más cara, pero merece la pena, como el inmueble situado en Rambla Nova, 75, en el que se han ‘resucitado’ los esgrafiados originales.

Pujol apunta que una solución es que las comunidades busquen financiación bancaria para desembolsar el coste de la rehabilitación. «Más vale tarde que nunca en las subvenciones, pero, eso sí, los ayuntamientos deberían implicarse más en las ayudas a la rehabilitación», reclama.

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