Tarragona no controla las cadenas de contagio

La provincia debería hacer 300 PCR más al día para cumplir con la ratio de la OMS que evita el desborde de la situación. Los test son insuficientes y muchos casos se quedan sin detectar

25 septiembre 2020 18:00 | Actualizado a 27 septiembre 2020 08:38
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«No es verdad que el virus sea menos virulento. Lo que pasa es que ahora vamos a buscarlo. Hay menos enfermos, pero aún tenemos. Lo que sucede es que la gente está más alerta, cuando tiene síntomas reacciona antes. No sabemos aún si es que los casos son más leves o es que podemos aplicar tratamientos antes», cuenta Antoni Castro, jefe del servicio de medicina interna del Hospital Sant Joan de Reus y decano de la Facultat de Medicina i Ciències de la Salut de la URV.

Estos meses han servido para coger experiencia, algo válido para que, a pesar de estar, según dicen algunas voces, como la del director de emergencias Fernando Simón, en la segunda ola, la repercusión sanitaria no esté siento por ahora tan grave. «Tenemos los rastreos, seguimos la tasa reproductiva, conocemos datos que nos pueden ser muy útiles. Hemos implementado instrumentos que nos permiten hacer una vida lo más normal posible, porque tenemos maneras de vigilar, de actuar y prevenir, por eso se puede desdramatizar un poco y también ser optimista», cuenta Castro. Su mensaje es contundente: «Hay que convivir con el virus pero hay que tenerle muchísimo respeto, porque es muy grave».

El número de PCR ha crecido pero lo han hecho mucho más los contagios

Un coronavirus igual de grave

Los datos de esta segunda ola muestran lo que ya advertían algunos expertos: el nuevo coronavirus no era más letal que otros de su misma familia. En marzo y abril, los porcentajes de casos graves y fallecimientos estaban disparados pero solo porque no se conocía qué profundidad tenía el iceberg de la transmisión del virus.

Ahora que las PCR están generalizadas incluso para detectar casos leves y asintomáticos se puede ver con mayor precisión el nivel de gravedad y la letalidad del SARS-CoV-2. En la semana del 12 al 18 de septiembre, del total de personas infectadas en Tarragona solo el 5,5% necesitaron ser hospitalizadas, el 0,7% entraron en la UCI y el 0,5% fallecieron. Las cifras están muy alejadas del balance de la primera oleada. En semanas de marzo y abril, la letalidad en Tarragona sobrepasaba el 10%, un dato desvirtuado e irreal, debido a que no se estaban detectando todos los casos que en verdad había, porque no se realizaban las suficientes PCR.

Sin embargo, nada de eso alivia a las autoridades sanitarias ni a los propios profesionales, recelosos por que la situación se complique: con la pandemia fuera de control hay más riesgo de que el virus afecte a población más vulnerable, de forma que eso se traduzca en un temido incremento de las hospitalizaciones, el verdadero termómetro de la gravedad de la situación.

En esta segunda ola, además del riesgo de rebrote, que no se consigue reducir de forma clara, hay un indicador clave que muestra que la epidemia está fuera de control en Tarragona. La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que para dominar una epidemia el tanto por ciento de PCR con resultado positivo debe ser inferior a 5. La provincia supera actualmente ese umbral, que oscila entre el 6 y el 7%, aunque en algunos tramos de este mes ha llegado al 8%. Esa barrera se instauró como un objetivo que deben intentar conseguir los gobiernos porque, cuanto más alto es el porcentaje de positivos en las PCR, más casos se quedan sin detectar y más complicado es cortar las cadenas de contagio. Menos del 10% de los contactos estrechos contraen la infección.

Un problema generalizado

Para detectar esa minoría de casos contagiados, se necesita hacer test a un gran número de contactos sabiendo que la mayoría no ha contraído el virus. Así, es preciso que muchos casos den negativo para tener garantías de que se está detectando a casi todos los positivos. La cifra es similar en Catalunya (ronda el 7%) debido a la expansión del virus, en unos términos que indican, además, que serían necesarias más PCR para poder controlar a este SARS-CoV-2, si bien prácticamente todas las comunidades autónomas están por encima de esos registros.

Tanto Tarragona como Catalunya están lejos de la altísima cifra de positividad de Madrid (19%), que ilustra un gran descontrol de la situación. Sin embargo, la evolución muestra cómo, a expensas de ver de qué manera afectar la vuelta al cole y la recuperación de la movilidad de septiembre, la provincia ha perdido ese control del virus: en junio, julio y buena parte de agosto el número de PCR positivas era inferior al 5%, lo que implicaba que la pandemia estaba bajo control. A partir de mediados de agosto, esa cifra fue creciendo, hasta hoy.

La letalidad ha bajado de un irreal 10%  de abril, cuando había una infradetección, a un 0,5%

A pesar de ese estándar de la OMS, para tener una fotografía exacta hay que analizar otros indicadores. Hay expertos que sugieren que más allá del 10 o del 15% la situación comienza a ser muy preocupante. Lo cierto es que Catalunya ha realizado en los últimos meses un gran esfuerzo para incrementar el número de PCR, que ha pasado de unas 2.000 en julio a las actuales 9.000, siempre según los datos de la plataforma de Salut DadesCovid, y merced en buena parte a la labor que se realiza en los centros de atención primaria, que han asumido la mayor parte de este trabajo en este momento de la pandemia.

Lejos también están las poco más de 1.000 que se efectuaban semanalmente durante la primera oleada, en los meses críticos de marzo y abril. Salut ha recalcado su interés en hacer un esfuerzo para detectar más casos que permitan controlar mejor las cadenas de contagios. «Aún tenemos que bajar más la tasa de positivos de las PCR», ha dicho en varias ocasiones el secretario de Salut Pública de la Generalitat, Josep Maria Argimon.

En cualquier caso, todo depende del territorio que se analice. En el Camp de Tarragona, las PCR positivas superan ese 5% que marca el límite del control, hasta llegar al 7% o al 8%, mientras que en las Terres de l’Ebre, la cifra también es mayor que 5% y se ubica en el 5,52% según la semana del 13 al 19 de septiembre, si bien es representativa de cómo la situación en las comarcas ebrenses es, al menos hasta ahora, algo más benévola.

En la provincia, el número de positivos por PCR semanales se ha triplicado en los últimos dos meses, pasando de 184 a 560, de media. Las pruebas en sí también han crecido en ese lapso de tiempo, pero en menor grado: se han duplicado, de las 4.105 a las 9.309. Así, para llegar a ese anhelado 5% Tarragona tendría que alcanzar las 11.000 PCR semanales, 2.000 más que las actuales, o, lo que es lo mismo, hacer unas 300 pruebas más al día. Tarragona, sin embargo, no está peor que otras regiones en ese sentido, aunque si bien esta carencia indica que aún queda trabajo por delante para controlar al coronavirus. Así lo muestra otro indicador como la Rt, la velocidad de propagación, que sigue siendo superior a 1, lo que quiere decir que el patógeno se sigue expandiendo (por debajo de 1 quiere decir que está en retroceso).

La conclusión es que, a pesar de la baja hospitalización, no hay que bajar la guardia. «El virus sigue existiendo y propagándose. Aún continúa habiendo muertos, aunque haya gente con poca sintomatología. Estamos notando un aumento de los ingresos. Nos preocupa lo que pueda pasar de cara a otoño e invierno, cuando lleguen los resfriados y la gripe», explica Tani Francesch, médica en Joan XXIII y especialista en geriatría y paliativos, además de testimonio en primera persona de los estragos de la primera oleada.

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