Tarragona quiere hacer de la A-7 su Ronda de Dalt

Es la contraprestación que solicitará el Ayuntamiento para hacerse cargo de los 23 kilómetros de carretera estatal que discurren por la trama urbana de la ciudad

25 agosto 2018 18:51 | Actualizado a 25 agosto 2018 18:54
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Tarragona defiende la transformación de la A-7 en su paso por la ciudad en una vía urbana, con un carácter similar al que tiene la Ronda de Dalt de Barcelona. Es una de las apuestas que lidera el concejal de Territori, Josep Maria Milà, que ya está trabajando este proyecto, junto con el Ministerio de Fomento. La administración local defiende que ésta sea la contraprestación para hacerse cargo de los 23 kilómetros de vía estatal inseridos en la trama urbana y que representan una dificultad para la cohesión urbanística.

Desde que se adoptó la reducción de velocidad a 80 km/h en el trazado que discurre por Tarragona, la A-7 puede decirse que ha perdido el carácter de autovía y que su función es la de una vía de doble carril en cada sentido de la marcha, con una gran afluencia de vehículos. 
proyecto es ambicioso.

Por un lado contempla una mejora en la accesibilidad y esto supone, no tan solo mejorar las entradas y salidas actuales, sino también la habilitación de nuevos viales. Un de los que ya está dibujado en el mapa se ubicaría entre la A-27 y la macrorotonda de Les Gavarres, de forma que pueda mejorarse la afluencia de vehículos a esta superficie comercial. De esta manera quiere descongestionarse la glorieta de tres pisos –en la intersección entre la T-11 y la A-7– que ahora mismo registra un elevado nivel de siniestralidad por el denso tráfico que registra.

Ésta es una apuesta que hacen también los empresarios de Les Gavarres, que ven como, con la futurible llegada de Ikea, esta zona incrementará notablemente su afluencia de gente.

El proyecto incluye también una mejora en los accesos del cementerio, teniendo en cuenta las distancias necesarias para incrementar la seguridad. 

Milà destaca que la A-7 «es la única vía de comunicación entre los barrios de Ponent y Llevant». Y esto es lo que ha hecho que el Ayuntamiento defienda su transformación.

Con pantallas acústicas

Entre la demanda de mejoras se incluye también que el Ministerio de Fomento instale pantallas acústicas en aquellas zonas más próximas a zonas residenciales, como en el entorno de Joan XXIII, donde sus vecinos hace tiempo que vienen expresando esta reivindicación para amortiguar el ruido.

Este proceso de transformación esta ligado también al fin de la concesión de la AP-7. «La idea es que, de cara al futuro, los camiones se desvíen por la autopista y que no pasen por la ciudad», defiende el concejal del Àrea de Territori.

Los días en la Plaça de la Font del concejal Josep Maria Milà se están agotando. Este arquitecto ya ha asegurado que su paso por la política es solo de cuatro años y quiere que este proyecto quede «bien atado» durante esta corta etapa que aún le queda. Para Milà este es un proyecto «de futuro» para la ciudad.

La A-7 es una carretera con una elevada densidad de tráfico que recoge los desplazamientos cortos dentro de la ciudad con los vehículos que hacen un largo recorrido. Y el objetivo final es que, cuando se liberalice la autopista, estos segundos se desvíen por la alternativa. «A partir de ahí podría incluso empezarse a hablar de hacer más entradas y salidas, como tiene la Ronda de Dalt, que cada pocos metros tiene un acceso», describe el responsable municipal en materia urbanística.

Traspaso en dos fases

Desde el Ayuntamiento se asegura que las conversaciones con el Ministerio de Fomento empezaron hace aproximadamente un año. Ahora, con el cambio de Gobierno, deberá empezarse de cero con los nuevos responsables. Sin embargo, la corporación local se muestra optimista de cara a que la aceptación sea buena. Y es que, a cambio de esta inversión, la administración local asume hacerse cargo de forma gratuita de todos los tramos de carreteras estatales que actualmente discurren por la ciudad.

Es una demanda que hace muchos años está encima de la mesa. Sin embargo, en los últimos tiempos se ha hecho un estudio exhaustivo para conocer de qué se estaba hablando y los gastos de mantenimiento que supondría por la ciudad. 

Según cálculos de la administración local, el mantenimiento anual de estos 23 kilómetros de red viaria adicional supondrían unos 400.000 euros. Son los gastos correspondientes a limpieza, señalización, puntos de luz y semáforos, entre otros aspectos.

En el año 2010, cuando ya había empezado a hablarse del traspaso, el Estado pagaba 4 millones de euros por kilómetro de vía transferida. Sin embargo, con la Gran Recesión las arcas Gubernamentales adelgazaron y esto es lo que ha mantenido esta negociación encallada durante tantos años. 

En un informe del ingeniero municipal del año 2008 se calculaba que la inversión que debía hacer Fomento para transformar estas carreteras en vía urbana y cederlas al Ayuntamiento era de 65 millones de euros. Madrid no podía pagarlo y la negociación quedó bloqueada. 

Ahora, el Ayuntamiento plantea hacer la cesión en dos fases. En la primera se incluirían el traspaso de la Avinguda de Andorra, la Avinguda de Roma, el Passeig de la Independència, el vial delante del Tenis, el vial de la Ciutat Residencial y el Tomb de Mariners, entre otros. Milà confía en que esto podría cerrarse de forma «inmediata». 

Calcula que a lo largo del mes de septiembre podría firmarse el acuerdo, de forma que el Ayuntamiento va a hacerse cargo de su mantenimiento. «De hecho, es un tema que en muchos casos ya venimos haciendo, ya que la limpieza la hacemos nosotros y muchos de estos semáforos son nuestros».

A partir de ahí, la idea es firmar un protocolo que recoja los términos de la segunda parte del acuerdo. Es un primer paso para que en un futuro puedan irse remodelado y prolifere el carril bici para cohesionar la ciudad.

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