Tarragona registra en 10 años 3.441 nacimientos menos

En 2018 hubo 6.589 nacimientos frente a los 10.030 del año 2008, el más fecundo de las últimas cuatro décadas. El contrapunto son las 15.209 familias numerosas de la provincia

05 julio 2019 19:10 | Actualizado a 10 julio 2019 11:40
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«A veces nos sentimos un poco bichos raros por tener tantos hijos, pero depende de la perspectiva de la vida que tengas, si solo quieres disfrutar... Pero miras a tus hijos y te llenas de orgullo y alegría», dice Víctor Domínguez, de 37 años. Su mujer, Sonia Sánchez, de 35 años, asiente. Ambos observan a tres de sus hijos: Alejandro (15 años), Enzo (11) y Erik (6). La pequeña, Andrea, de tan solo 19 meses, duerme tranquila en el sofá de la casa unifamiliar en El Catllar.

Sonia y Víctor resquebrajan la estadística demográfica publicada recientemente. Según los datos del INE, la natalidad se ha desplomado en los últimos diez años en la demarcación de Tarragona. Si en 2008, se produjeron 10.030 nacimientos, el año pasado hubo 6.589, es decir un 34,30% menos. 2008 fue el más prolífico de las últimas cuatro décadas. Desde entonces los alumbramientos han bajado año tras año.

Los 6.589 partos de 2018 superan, sin embargo, a los que tuvieron lugar cada año entre 1983 y 2001. La cifra más baja de alumbramientos desde 1975 fue en 1996, con 5.173. En 1998, hubo 5.452. En suma, la natalidad cae en la última década, pero aumenta si la comparación se retrotrae hasta dos décadas.

Más de la tercera parte de los recién nacidos son de padres foráneos. En 2017 (dato más reciente distribuido por nacionalidad de los progenitores), hubo 7.006 nacimientos. De ellos, 4.423 eran de madre y padre españoles (un 63,13%) y 2.455 en que uno o los dos miembros de la pareja eran extranjeros (35,04%). En los restantes 128 «la madre es española y el padre no consta», se explica en el informe del INE.

De madre extranjera nacieron 2.085 bebés en la demarcación, lo que supone un 29,76%, un porcentaje muy por encima de la media española: 19,03% ese año.

Los motivos de la bajada de la natalidad son conocidos: la precariedad laboral dificulta la emancipación y que las parejas se planteen emprender una vida en común y aún más tener hijos. Además el coste de la vida cada vez está más disparado.

Para Víctor, «si tienes un sueldo de 900 euros y un alquiler de 400, hay que ser responsable, claro. No es cuestión de pasarlo mal, pero nuestra sociedad es materialista. A mí me han llegado a decir ‘no voy a tener hijos porque los quiero tener bien’. ¿Qué es ‘tenerlos bien’? Nosotros vivimos al día, no podemos ahorrar, pero creo que aún nos sobra. La gente a veces es incapaz de no gastar».

La casa en que viven Sonia y Víctor tiene tres habitaciones. Ella trabaja como auxiliar de enfermería en un sociosanitario de Reus y él es técnico de emergencias. Sonia está fija en el turno de noche y Víctor va a turnos.

Conversión religiosa

¿Por qué tantos niños? La pareja se casó en 2007 por lo civil y diez años después por la Iglesia. Entre medias, una conversión religiosa que les lleva a «no poner medidas. Lo dejamos abierto, lo que venga. El amor tiene el fin de procrear. Nos hacía ilusión tener más hijos». Ambos asisten a misa diaramente. Los chavales estudian en el Turó.

«Muchas parejas viven en el futuro, no en el presente. Me dicen ‘¡Ostras, otro más! ¿No te da miedo que te pase algo?’ No lo sé, no soy vidente. Pero, ¿por qué no arriesgarte?», plantea Sonia.

Los Domínguez-Sánchez son una de las 15.209 familias numerosas que había en Tarragona en 2018. De esas, 12.890 son del régimen «general» (tres o cuatro hijos) y 2.319 del régimen «especial»: cinco o más. Sonia y Víctor entrarán en breve en la última categoría. Está embarazada de cinco meses. Será una niña y ya han decidido el nombre: Victoria.

La familia controla los gastos al máximo. «Vamos todos juntos al burguer una o dos veces al mes.Cenamos todos por unos 30 euros», explica Víctor. Los niños comen en el colegio.

El apoyo de los padres de Víctor y Sonia es fundamental. Un día a la semana, «los martes locos de pizza», como los han denominado, los niños se quedan con los abuelos. También les facilitan que la pareja pueda hacer escapadas ocasionales de fin de semana a Berlín, Amsterdam, Londres...

«Es más difícil criar a un solo niño porque igual lo malcrías y creas un monstruito, o a dos, porque siempre se están peleando, que a tres», asegura Sonia.

«Siempre nos han juzgado, pero tienes que vivir tu vida y olvidarte de lo que te digan. La clave es la voluntad, pasar tiempo con los niños, no ser un padre despegado, pensar más en ellos que en ti mismo», sentencia Víctor.

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