Tarragona trata de evitar que los jóvenes se reúnan para hacer deporte sin medidas

La Guàrdia Urbana ha detectado algunas zonas de la ciudad donde se juntan grupos numerosos de jóvenes para hacer deporte sin respetar ninguna de las medidas impuestas

20 noviembre 2020 06:40 | Actualizado a 20 noviembre 2020 06:53
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David –15 años– y sus amigos de clase quedan cada tarde en el Parc Francolí para hacer una pachanga de baloncesto. «Nos han prohibido entrenar con nuestro equipo en el instituto. Tenemos que ocuparnos. ¿No podemos estar todas las tardes tumbados en el sofá, no?», se pregunta David, buscando la complicidad de sus siete amigos. La zona de la pista polideportiva y de skate del Parc Francolí es uno de los focos de atención para el Ayuntamiento y la Guàrdia Urbana. «El Procicat lo deja muy claro: no están permitidos los encuentros de más de seis personas, ya sea en una casa o jugando a fútbol. No se puede», asegura Manel Castaño, concejal de Seguretat Ciutadana del Ayuntamiento de Tarragona.

Desde hace dos semanas, la Guàrdia Urbana ha detectado un aumento de denuncias y sanciones en las pistas polideportivas y en algunos parques de la ciudad. Dejando a un lado la zona del Parc Francolí, hablamos de la pista de fútbol del Miracle, de las de baloncesto de Sant Pere i Sant Pau –justo enfrente del bloque Miramar– y la de El Serrallo, entre otras. En estos equipamientos se reúnen jóvenes –de entre 15 y 30 años, según la Urbana– para, mayoritariamente, realizar deporte en equipo. Los más habituales son el baloncesto, el fútbol, el tenis de mesa –conocido como ping-pong– y, finalmente, el skate.

El concejal de Seguretat Ciutadana asegura que muchos de estos jóvenes no llevan puesta la mascarilla, «lo que supone un auténtico peligro. No solo para ellos, sino para sus familiares», alerta Castaño, quien añade que «es importante respetar las restricciones. No es que queramos fastidiarles, sino que debemos evitar la interacción social para minimizar los contagios».

Las denuncias que han presentado estos últimos días los agentes de la Guàrdia Urbana se centran en el incumplimiento de las medidas de distanciamiento, de la falta de mascarilla y, sobre todo, porque se juntan más de seis personas. Estas denuncias pasan directamente al Departament d’Interior de la Generalitat, organismo encargado de tramitar la sanción.

En este segundo confinamiento, la Guàrdia Urbana ya tiene detectados cuáles son los puntos más conflictivos en la ciudad. «En un principio se dedicaban a informar y dar instrucciones, ahora ya no nos lo pensamos. Denunciamos y punto. Ya no sirve la excusa de que no saben que tenían que ponerse mascarilla», explica Castaño, quien añade que «tras localizar un foco importante de incumplimiento de las normas en las pistas polideportivas, los agentes han centrado en ellas una buena parte de las patrullas». El concejal quiere matizar: «No hablamos de que un padre con su hijo pequeño no pueda ir a una pista de fútbol municipal a dar cuatro chutes al balón. Nos quejamos de que se formen grupos de jóvenes que no respeten las normas».

«¡Algo tenemos qué hacer!»

Adrià es uno de los jóvenes que, desde hace dos semanas, acude cada tarde a las mesas de ping-pong ubicadas justo en la entrada de El Serrallo. Allí se juntan, como mínimo, una decena de personas. «La mayoría de nosotros somos entrenadores de fútbol o de baloncesto que, ahora, con la suspensión de entrenos, nos hemos quedado sin trabajo y sin pasión», explica Adrià, quien añade que «decidimos iniciarnos en otro de porte, en el ping-pong. Nos compramos las palas y las pelotas y hemos hecho una especie de torneo. ¡Algo tendremos qué hacer! Eso sí, con mascarilla y respetando la distancia». Este joven asegura que en muchas ocasiones han visto pasar patrullas de la policía y «nunca nos han dicho nada».

Otro de los puntos conflictivos es la pista polideportiva que hay justo al lado de la plataforma del Miracle. Allí, cada tarde, sobre las siete, se juntan grupitos para jugar al fútbol. A esa hora ya es oscuro y el alumbrado no se enciende. No es problema. Los jóvenes ponen en marcha las linternas de sus móviles y consiguen farolas improvisadas.

Por allí pasaba Lourdes, una vecina de la zona. «No entiendo nada. Mis hijos no pueden jugar a fútbol en las extraescolares y aquí cada día son más los que se juntan. Y, encima, sin mascarilla», dice enfadada Lourdes.

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