Tarragona y la única txalaparta de vidrio del mundo

Dos músicos tarraconenses fabrican y tocan txalapartas de madera, de piedra y hasta de vidrio. Están de gira con Kepa Junkera

26 febrero 2018 12:17 | Actualizado a 26 febrero 2018 12:39
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Es un local de la calle Sant Pere Estubes, en el corazón de callejuelas de la Part Alta, pero perfectamente podría ser Hernani. O un centro cultural de Irún. O un recital en Basauri. Es Tarragona pero suena a percusión ancestral, casi tribal, a tuétano vascuence, a Euskadi profundo. Allí retumban notas, armonías, ritmos que salen de algo primario, el golpeo de la madera, la piedra o el vidrio. 

Allí han ensayado miles de horas, y lo siguen haciendo, Nando Taló y Siscu Aguilera, dos músicos tarraconenses forjados en un instrumento insólito: la txalaparta. «El gancho quizás no es el sonido, sino cómo te quedas hipnotizado cuando ves a dos personas tocarlo», cuentan ellos, rememorando su flechazo con ese artefacto de aires rudos pero poesía latente.

«Nuestra formación de percusionista nos hizo que nos sedujera este instrumento cuando lo vimos. Venimos de la música tradicional y si ves un instrumento así por primera vez te llama la atención», cuenta Nando, mientras arma en el local una txalaparta: varios tablones de madera, de diferente tamaño, dispuestos uno junto a otro, siguiendo la secuencia de una octava, de do a do. 

Ensayan en una casa de la Part Alta. Son unos 'rara avis' de un artilugio tocado únicamente por vascos

Verlos tocar es un pequeño espectáculo, por la danza de brazos, por la compenetración embriagadora de los ‘makilas’, los bastones tradicionales que golpean la madera. «Es el único instrumento que se toca con dos personas, y eso lo hace especial. Nos dividimos las partituras y las melodías, para que todo funcione. No puedes tocar solo. Lo que hacemos es dividir y ensayar», explica Siscu.

De pronto, todo se llena de melodía, de raíz, y traslada el lugar a algún rincón del País Vasco, como si fuera casi una experiencia antropológica. Nando y Siscu son unos ‘rara avis’, es casi imposible encontrar a alguien que no sea vasco y que sepa tocar. Son los únicos catalanes expertos en este instrumento de largo recorrido en sus vidas. Todo comenzó en 2002. Mientras Nando y Siscu estudiaban música, les impactaron los discos de Kepa Junkera. «Nos empezamos a interesar por ese instrumento que sonaba en algunas canciones. Desde entonces hemos ido a estudiar a Hernani, a aprender cosas de Euskadi, hemos conocido a las familias que mantuvieron el instrumento», narra Nando, que en un momento dado se preguntó: «¿Por qué si en Catalunya se tocan unos congas de Cuba no podemos hacerlo con una txalaparta?». 

 

Poco a poco se empaparon de ese universo, hasta el punto de llegar a construir sus propias txalapartas, una labor concienzuda de artesanos en la que cada tabla se afina con una radial, recortando hasta definir bien el sonido de la nota en un constante prueba-error. Contactaron con los txalapartaris de Kepa Junkera y luego, a través del acordeonista de Mont-roig del Camp Guillem Anguera, incluso llegaron a colaborar con el músico vasco. 

En escenarios de relumbrón
Esa fue la semilla para un entendimiento que en los últimos años ha llegado a una colaboración total: ambos tocan en el disco ‘Fok’ y forman parte de la gira. «Él quería hacer un proyecto dedicado a música tradicional catalana y buscó músicos de aquí. Ya nos conocíamos y nos propuso grabar el disco. Pero luego nos planteó hacer la gira con él», cuentan. 

Ese planteamiento ha detenido por el momento el tercer álbum del dúo, que actúa bajo la etiqueta de Tarragonako Txalaparta Eskola–Txek, pero les otorgó una proyección impagable: formar parte de una gira profesional y actuar en recintos de tanta solera como el Auditori de Barcelona. «Es un privilegio tocar con uno de los cinco mejores acordeonistas del mundo. Ha sido un salto de calidad, para aprender, para trabajar con el proyecto de otro artista, para ir a tocar a escenarios de otro nivel. Conocimos la txalaparta gracias a él», dice Siscu. 

El instrumento se afina con una radial. En un taller junto al local de ensayo construyen las txalapartas de distinto material

Tras esta gira, Kepa les producirá su nuevo álbum, otro acercamiento a la música de raíz catalana, con la txalaparta siempre como guía. «De momento no pensamos en el futuro, queremos disfrutar de esto, vivir el momento, no pensamos más allá», confiesan. Tal es la fijación con el instrumento que los llegan a manufacturar ellos mismos.

En su investigación, Nando ha llegado a construir una txalaparta de vidrio, la única que existe en el mundo. Junto a la de madera –también tienen de piedra– es la que llevan en la gira con Kepa. «Todo empezó con el sonido del hielo en una copa. Eso nos dio la idea, y también un documental en el que se construyó una txalaparta de hielo. Pensé en hacer algo más duradero. Fueron tres años de pruebas. Íbamos a encargar el vidrio y parecía que estuviésemos locos. Todo eran preguntas y dudas. ¿Quién te lo hace? ¿Quién te lo funde?», recuerda Nando, que se toma con humor tan impensable filia, que seduce y extraña a familia y amigos. «Mi madre me dice: ‘Hijo, ¿no había otra cosa que tocar? ¿No tenías bastante con el tambor?’ Para nosotros esto es una recompensa de la música, que es lo que más nos gusta». Palabra de txalapartaris en este rincón del casco viejo que, recuerden, bien podría ser Amurrio o Rentería. 

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