'Te consideraban sospechoso sólo por tener estudios'

En paralelo a la captura de Cipriano, varios vecinos de La Selva del Camp fueron detenidos y acusados de los mismos delitos. Ahora narran los interrogatorios y las torturas padecidas

19 mayo 2017 23:59 | Actualizado a 20 mayo 2017 21:37
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El trágico desenlace de Cipriano Martos acabó eclipsando varias detenciones y torturas efectuadas a otros ciudadanos por aquellos días. La redada en Reus se completó, de forma más o menos simultánea, con otras en Tarragona y en La Selva del Camp. «Iban detrás de una célula del FRAP. Nosotros no éramos pero aprovecharon para cogernos. Nos ponían en el mismo saco», explica Joaquim Masdeu, un vecino de La Selva que fue uno de los detenidos en aquel momento.

Fueron inculpados de supuestos delitos de propaganda ilegal y asociación ilícita. «Por alguna razón figurábamos en una lista de sospechosos que elaboraba la Guardia Civil. Parece ser que yo era sospechoso porque tenía estudios y porque escribía en el Correo Catalán y alguna vez denunciaba cosas», cuenta Masdeu, que se libró a última hora de los interrogatorios y de los más que probables maltratos. «Primero entraron Ignasi Carnicer (posteriormente fue alcalde de La Selva) y Maria Teresa Feliu. En ese momento ya llegó el médico del pueblo y más gente y se paró aquello. También llegó la noticia de que un chico había bebido lejía y estaba grave», cuenta en referencia al propio Cipriano Martos, interrogado y torturado casi a la vez que ellos. «Nunca le llegamos a ver», reconoce Masdeu, que junto a Carnicer fue detenido por la Guardia Civil en una reunión de la junta del Ateneu.

 

La lucha por la libertad

Quien sí recibió maltratos fue Maria Teresa Feliu, hoy juez de paz en La Selva del Camp. «Yo ya había sido detenida antes por la Policía. Nos tuvieron 72 horas en un cuartelillo, primero en Reus, después en Salou y finalmente ya en la cárcel». ¿Por qué acabó detenida? «Ellos no te lo decían. Yo era activista sindical pero no pertenecía al FRAP. A nivel de pueblo luchaba por la libertad de expresión, por hacer que la gente pensara por sí misma. Creo que si estabas un poco integrado en el movimiento local ya levantabas sospechas».

Feliu acabó recibiendo maltratos: «Me hicieron la rueda del cigarro. Te ponían en medio de varios de ellos y te iban empujando y te podían quemar con el cigarrillo. También me hicieron la tortura de los pies. Te hacían arrodillar y con los pies descalzos te pegaban en los dedos con toallas mojadas para no dejar marca. Al final me quedaron tan inflados que no me podía ni calzar. Te preguntaban cosas pero no podías decir nada».

«Nos acusaban de pertenecer al FRAP y yo ni sabía qué era aquello», comenta Masdeu. «La Policía te maltrataba pero sólo psicológicamente. A mí no me pusieron un dedo encima. En cambio, la Guardia Civil sí, sí era algo físico», admite Feliu. Otros vecinos de La Selva como Joan Miró y Joan Domingo también fueron detenidos. Algunos quedaron en libertad y otros fueron llevados al Tribunal de Orden Público. Hubo sobreseimiento y quedaron libres, algunos con fianza.

 

‘Aquello me dio más fuerzas’

«A mí todo aquello me acabó dando más ánimo, en el sentido de estar más que convencida de que la dictadura tenía que desaparecer. Haciendo estas cosas aún te daban más ganas de ir en contra del régimen», recuerda ahora Feliu. Ellos protagonizaron historias olvidadas y también paralelas a las torturas que recibió Cipriano. «Nosotros de aquello nos enteramos después, por la gente de fuera. Supimos que le habían hecho tragar líquido y, conociendo lo que hacía en aquellos momentos la Guardia Civil, era algo creíble del todo», explica Feliu.

Sea como sea, parece que el final fatal de Cipriano pudo cambiar, en parte, el destino de aquellas otras personas capturas y torturadas al mismo tiempo. «Cuando estábamos allí no sabíamos cómo acabaría todo. Que muriera Cipriano quizás sí que cambió las cosas e influyó en nuestra situación», zanja Masdeu. Sus fichas también forman parte de la documentación que configura el caso de Cipriano Martos.

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