«Tener 19 años y vivir de tu trabajo es un orgullo»

El proyecto Start de nuevas oportunidades logra la inserción laboral de 99 jóvenes de entre 16 y 24 años. En el grupo hay 17 que llegaron al país como menores no acompañados

26 diciembre 2020 19:50 | Actualizado a 27 diciembre 2020 07:45
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Wiam tiene 19 años y es la penúltima de ocho hermanos. Llegó a España desde Marruecos, en patera, «hace dos años y cinco meses», cuando tenía 16, pero prefiere no ahondar en los detalles de aquella travesía.

Nos atiende en la tienda de segunda mano Roba Amiga, que gestiona la fundación Formació i Treball, donde no pierde detalle de todo lo que sucede. Pregunta a una clienta que mira unas botas si quiere otro número, responde al teléfono, cobra en la caja... La encargada, Loli, dice que Wiam es muy trabajadora, decidida y detallista.

Con una madurez propia de alguien más mayor cuenta de desde hace dos meses vive de su trabajo y ya no recibe ninguna ayuda económica. «Estoy orgullosa» reconoce.

Aunque le han dado permiso para hablar con nosotros sigue sin despegarse de la actividad de la tienda; como si le fuera la vida en ello. Y es que, efectivamente, este trabajo es esencial para ella, porque tener un contrato, en su caso, implica no solo poder mantenerse, sino conseguir los anhelados papeles.

Le preguntamos qué piensa de que se relacione a los menores extranjeros no acompañados con la delincuencia y la inseguridad y dice que «cada uno tiene su cabeza, cada uno hace su camino, no pueden pensar que todos somos iguales».

Una oportunidad , la diferencia

Wiam tiene muy claro que el gran punto de inflexión en su camino fue poder entrar en el programa Start Centre de Noves Oportunitats. «Me han ayudado mucho, porque sin papeles no puedes estudiar, pero con ellos pude aprender el idioma y hacer varios cursos».

Ella es uno de los 17 jóvenes extranjeros no acompañados que han conseguido la regularización de su situación tras encontrar trabajo en los últimos dos años gracias al programa en el Camp de Tarragona.

Pero el programa, especialmente pensado para jóvenes de 16 a 24 años que no han finalizado los estudios y buscan su primera experiencia laboral, no se dedica solo a migrantes sino a personas de distintos perfiles que, por diferentes motivos, no han logrado encontrar un camino laboral.

Es el caso de Albert Sánchez, de 18 años. Cuenta que después de la ESO se encontró perdido. Intentó hacer un ciclo de jardinería pero no le admitieron «Y tuve un bajón, pero sobre todo es que no sabía lo que quería, no me interesaba nada».

En el Start, explica, lo primero que trabajaron fueron las habilidades comunicativas. «Antes no me comunicaba con nadie, nunca se me habría ocurrido estar haciendo esta entrevista por teléfono, ahora me siento mucho más seguro», admite.

Se sacó, además, dos títulos de logística y el carnet de carretillero. Desde julio trabaja en la ferretería Optimus, de Sant Jaume dels Domenys, donde le han dado la oportunidad de trabajar que necesitaba.

Albert cuenta que al principio estaba nervioso porque todos los compañeros sabían más que él, pero le están enseñando y «le he pillado el interés». Además va a comenzar las prácticas para sacarse el carnet de conducir y a comenzar a estudiar inglés porque se ha dado cuenta de que es muy importante para trabajar.

Cree que debería haber más programas de este tipo que ayuden a los jóvenes a descubrir sus intereses y también empresas que se atrevan a contratarles . «Este trabajo me ha dado mucha autoestima. He pasado de estar en mi casa y sentir que no era nada a ver que puedo ser útil para los demás y para mí, que soy capaz de moverme... He madurado mucho».

Cada joven un proceso

Azahara González es la directora del Centre de Noves Oportunitats del Camp de Tarragona. El programa, del Servei Públic d’Ocupació de Catalunya, SOC, está gestionado por las fundaciones Intermedia y Formació i Treball. González dice que lo que hacen es un trabajo «artesanal» en el que una de las claves es mostrar a los jóvenes cómo es el mercado laboral en realidad gracias a visitas a empresas y reuniones con responsables de recursos humanos.

«Una de las primeras cosas que se les desmonta el ‘yo quiero trabajar de cualquier cosa’. Ven que para trabajar en un almacén, por ejemplo, deben conocer un mínimo de programas informáticos, excel, world... Entonces son ellos mismos los que se dan cuenta de que necesitan formarse».

Según sus intereses también pueden conocer empresas y hacer prácticas, lo que les ayuda a decidir lo que quieren hacer y no solo elegir en base a sus ideas preconcebidas.

El sistema educativo, explica, es mucho más rígido y puede que un joven comience unos estudios imaginando que serían de una forma y terminen abandonando. Aquí tienen oportunidad de reformular sus objetivos.

En los últimos dos años 560 jóvenes han comenzado un plan de acción en el programa. De ellos el 62% ha conseguido al menos un título formal que les ayude a mejorar su ocupabilidad, el 18% ha encontrado trabajo (de ellos el 41% tiene un contrato de más de tres meses) y el 21% ha regresado al sistema educativo.

Pero todo esto no sería posible, reconoce González, sin las empresas colaboradoras que les ayudan organizando visitas, practicas, asesorías... Además, por supuesto, de ofrecerles empleo.

Entre los que han contratado a sus jóvenes hay empresas de diferentes perfiles, desde organizaciones grandes «hasta pequeñas que no saben que esto se llama responsabilidad social corporativa, pero lo hacen».

También hay empresas que se ocupan de colectivos vulnerables. Es el caso de Formació i Treball, que ha contratado a Wiam. Idoia Jiménez, coordinadora de la delegación en Tarragona, explica que han conseguido regularizar a cinco jóvenes gracias a un contrato de trabajo en diferentes puestos.

Su experiencia, dicen es que estos jóvenes «lo que quieren es una oportunidad de trabajar y la aprovechan, vaya si la aprovechan. Cada uno tiene una mochila a sus espaldas, pero están muy comprometidos».

La intención es que, pasado un año en el que se trabajan sus competencias, puedan optar a un trabajo ordinario.

Entre quienes optan por contratar a jóvenes migrantes por un año (el período que necesitan para la regularización) apunta González, hay empresas de todo tipo, incluidas algunas pequeñas que han decidido enfrentarse al papeleo. «Tenemos un tejido empresarial con corazón», opina.

En total son 117 las empresas que han colaborado en estos últimos dos años del programa, entre ellas Ferretería Optimus, Feu Vert Reus, Bricodepot, Bauhaus, Outlet Point, La Caseta Dolça, Drim y Carrefour Market entre otros.

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