La previa de la ceremonia inaugural de los Juegos Mediterráneos estuvo marcada por la tensión protagonizada entre los CDR de Tarragona, los concentrados por la formación VOX y los policías que intentaban impedir que ambos colectivos se encontraran.
Cuatro horas antes del pistoletazo de salida de la inauguración, unos y otros ya tomaban posiciones. Era otro aviso de que estos Juegos contarían con un factor político imposible de esquivar.
Eran las cinco de la tarde y los miembros del CDR empezaban a llegar a la calle Josep V. Foix, paralela al aparcamiento del Nàstic, para mostrar su rechazo a la visita del Rey Felipe VI. Se organizaban para colgar pancartas con mensajes como «Tarragona no té rei», «Ni un pas enrere» y «Que cremi el Borbó».
Entre los concentrados se encontraba Josep Semente, un vecino de Tarragona que aseguraba que «el Rey Felipe VI no es bienvenido a Tarragona, porque avaló la violencia policial del 1 de octubre». Semente añadía que «no me gustan estos Juegos, dicen que son los de la paz, pero no es verdad. Mueren decenas de hombres y mujeres en aguas del Mediterráneo».
A escasos metros, casi en la entrada del Nou Estadi, tenía lugar la concentración convocada por la formación de ultraderecha VOX, con banderas españolas y al ritmo de «Yo soy español, español, español». Eran muchos menos que los CDR. Marc Durán era uno de los concentrados, y aseguraba que «estamos haciendo lo que se hace en un país normal. Mostrar nuestro apoyo a su Majestad. Queremos recibir a las autoridades con banderas españolas».
Pero de repente, y sin esperarlo, llegó el revuelo. Los miembros del CDR se dirigieron hasta el párking en grupo. La acción cogió desprevenidos a los policías. Agentes de la Brimo corrieron hasta cortar el paso a los manifestantes, evitando así el encuentro con los convocados por VOX.
Fue entonces cuando se vivieron los primeros momentos tensos entre policías y manifestantes, quienes gritaban «Fora les forces d’ocupació» y «No us mereixeu la senyera que porteu», acompañados de una cacerolada. La Brimo acordonó la zona y no dejaba salir a ningún manifestante, lo que provocó algún empujón que otro. La previa de la ceremonia de inauguración no dejó indiferente a nadie.