Teresa Jordà: «Si los extremos no están satisfechos, vamos bien»

Entrevista a la Consellera d’Acció Climàtica, Alimentació i Agenda Rural de la Generalitat. El decreto de renovables recién modificado no contenta ni a la patronal, que lo ve restrictivo, ni a algunas plataformas del territorio, que creen que seguirá fomentando el modelo de oligopolios

05 noviembre 2021 16:50 | Actualizado a 07 noviembre 2021 10:15
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¿Qué valoración hace de la modificación del decreto de energías renovables?

Es un punto de partida. Explicamos cuál es la hoja de ruta para lograr esos objetivos que nos hemos marcado como país, que son poner las bases para el pacto por la transición energética. Son reducir las emisiones, conseguir en 2030 el 50% de energía renovable, cerrar las nucleares y llegar al 100% en 2050.

¿Qué aporta este decreto modificado respecto al anterior?

Queremos dejar claro que el nuevo modelo, propio y catalán, es distribuido, participado, democrático y con cohesión territorial. En el propio decreto queda reflejado y ahora hay una serie de herramientas, como el despliegue de técnicos en las oficinas comarcales; la propia ley, con la memoria para llevarla al Parlament en el primer semestre del año que viene; el despliegue del plan territorial; también la estrategia de bioenergía, que nos tiene que ayudar en temas de biomasa y biogás; y por último la energética pública.

¿Se ha hecho con el consenso suficiente entre las partes?

Sí, hemos conseguido hacerlo con el máximo consenso que nos permitía. Partíamos de un decreto vigente y había unos límites legales muy encotillados. Hemos logrado el máximo dentro de lo que nos permitían los parámetros legales.

¿Por qué había que cambiarlo?

Lo queríamos hacer participativo, porque estaba el territorio encendido, y tenía que ser democrático porque queríamos un modelo distribuido. No podemos hacer la transición energética con el territorio en contra, porque lo queremos hacer participado, con la ciudadanía como protagonista. El territorio no son unas cuantas hectáreas, es gente que vive, que lo hace dinámico. Queremos que esto sea una oportunidad y no una amenaza.

Las protestas proliferaron por el exceso de proyectos.

Los diferentes Governs, y no hablo del anterior, sino del que lo precedió y el de más atrás aún, teníamos que ser muy capaces de explicar que lo que nos viene encima es una revolución de primer orden, que no todas las generaciones la viven y que a nosotros nos toca protagonizarla. Eso no se ha hecho, y nos encontramos con un territorio encendido, con la gente que no es capaz de entender qué está pasando, sin saber qué quiere decir realmente descarbonizar nuestras vidas, desconectarnos de las nucleares, estar en emergencia climática. Eso es responsabilidad de la administración, no podemos poner esa losa sobre la ciudadanía.

Con el nuevo decreto siguen las voces en contra. Hay plataformas que ven las limitaciones insuficientes y la patronal cree que con esas trabas no será posible la transición energética.

Estamos convencidos de que la única manera de hacerlo es haciendo el carril central lo más amplio posible. Si solo tuviésemos no suficientemente satisfechas a algunas plataformas, algunas cosas no habríamos hecho bien. Si solo tuviésemos a las patronales, y voy más allá, sobre todo a los oligopolios, querría decir que sería muy difícil hacer la transición. Tenemos a los extremos no suficientemente satisfechos. Es un punto de partida y el despliegue hará ver que este es el camino mayoritario, teniendo en cuenta que las entidades municipalistas, micropueblos o la asociación de municipios ven con buenos ojos la modificación, más allá de si es suficiente o no. Las entidades agrarias lo ven como un avance. Seguramente será cuestión de encontrar equilibrios.

Esas plataformas dicen que el nuevo decreto sigue perpetuando el modelo oligopolístico.

Eso es una opinión. Nosotros no estamos por este modelo oligopolístico y extractivista, ni mucho menos. Estamos por el modelo distribuido, participado y democrático. Si favoreciéramos a los oligopolios, estarían aplaudiéndonos, y no es el caso.

¿Qué pasará con los proyectos que quedaron en standby? ¿Habrá retroactividad?

Es un nuevo decreto y se tienen que cumplir los criterios de este decreto, así que hay que volver a la casilla de salida.

Catalunya va tarde en la transición. ¿Qué se ha hecho mal?

Venimos de diez años de parada en las energías renovables, promovida en parte por los que ahora nos presionan con muchas prisas. No por correr más se llega antes y más si queremos ir a transformar, a cambiar el modelo. No es solo dejar atrás los recursos fósiles por los limpios, sino un cambio social y económico. No vamos suficientemente rápidos. No hemos sido capaces hasta ahora de explicar esta transformación que nos toca vivir. Esto ha venido para quedarse y es algo positivo, no una amenaza. O lo hacemos nosotros o vendrán y nos lo harán. Hay que ser capaces de trabajar con este punto de partida.

¿Es factible llegar a 2030 con el 50% de la producción de fuentes renovables?

Estamos a tiempo y de cumplir en gran medida con nuestro modelo.

Parte de la patronal se queja de cambios entre lo que se les presentó y lo aprobado. Desconocían la implantación de la distancia de un kilómetro entre el aerogenerador y los núcleos.

La última reunión con las patronales fue unos pocos días antes de presentarlo, saben perfectamente la integridad del decreto.

También dicen que se ha sustituido la palabra «minimizar» por «evitar» en la afectación de los conectores ecológicos y eso restringe aún más.

Al final, nosotros no hemos engañado a nadie. Respecto a los conectores, de entrada una cosa es el decreto y la otra la declaración de impacto ambiental, con unos criterios que se tendrán que superar sí o sí. En ningún caso se ha introducido nada que no se hubiera hablado y hemos intentado buscar todos los equilibios.

¿Qué papel tendrá el autoconsumo en las renovables?

Importantísimo, como más haya, mejor. Tenemos que estimularlo desde todo los deparmentos del Govern, con ayudas que se desplegarán, para que lleguen con la máxima celeridad y facilidad burocrática. Es vital, como más hagamos, menos megavatios necesitaremos de otro tipos de instalaciones. Es el gran click del modelo.

¿Será posible la transición con parques más pequeños?

Los necesitamos a todos, pero será muy importante todo aquello que podamos hacer con un modelo más distribuido, de parques de 5 megavatios, a través de la energética pública, de los tejados de todo el país, de las comunidades energéticas, las cooperativas, las bioenergías… Queremos que sea no el 30% sino el 40 o el 50%. Es obvio que nos harán falta proyectos más grandes, por eso los abrimos a esta participación, porque queremos que toda la ciudadanía participe en la transición.

¿Tienen respuesta de las alegaciones contra la línea de alta tensión que quiere traer energía verde de Aragón a Catalunya?

No tenemos respuesta. Se han hecho al Ministero las máximas alegaciones posibles, en tres direcciones, desde Energia, desde la dirección de políticas ambientales y desde la secretaria de Agenda Rural, defendiendo el medio natural y el sector agrario de la invasión de estas líneas de muy alta tensión.

¿El nuevo decreto se impulsa para descartar proyectos asi?

Evidentemente, si no lo hacemos nosotros, nos lo harán, y tenemos que ponerlo muy difícil para que no lo hagan desde fuera, y fácil para hacerlo desde el territorio, con participación. Eso ayuda a que haya menos proyectos inmensos, para no ir al modelo del siglo pasado, con infraestructuras que desertizan.

Más allá del decreto, ¿qué reto supone el final de la nuclear?

Tenemos que cumplir lo que nos hemos marcado y decidido como país, que en 2040 tienen que estar cerradas las centrales. En Catalunya dependemos en un 54%. No es la misma proporción que Francia, que está casi al 75%, pero ese 54% se tiene que sustituir porque no queremos radioactividad. Con esta hiperventilación de proyectos de renovables que han llegado solo en un año, ya había encima de la mesa un equivalente a 12 gigavatios de renovables. Para 2030 necesitamos 10. Claro que es posible, hay que ser capaces de ordenar esos gigavatios y estimular para que haya más, bajo el modelo que queremos.

¿Qué ocurrirá si sigue habiendo oposición de la población a algunos proyectos eólicos?

El movimiento se demuestra caminando. Estamos convencidos de que este decreto nos ayuda mucho a la cohesión. En seis meses queremos que las comarcas tengan técnicos especialistas en la materia, para vehicular también todas las ayudas que pueden venir.

¿Ha sido la moratoria el gran escollo en las negociaciones?

Hemos parado para ordenar, pero yendo rápido. Vimos que sin el territorio pacificado no era posible. Vamos atrasados y tenemos que hacerlo todo a la vez pero bien. Este punto de partida nos ayuda a eso. Nos viene mucho trabajo.

En Tarragona, ¿qué papel jugará la Vall de l’Hidrogen?

Hay que definir cómo se certifica el origen renovable del hidrógeno. Tiene un papel importante para suplir al marrón. Es un elemento estratégico, con un papel de primer orden… todo lo que ayude a poner kilovatios en la red es positivo.

¿Hasta qué punto lo ideológico ha primado sobre lo técnico?

Técnicamente tenemos que hacer las cosas de manera impecable, pero la ideología es clave. No queremos el modelo del siglo XX, que la energía caiga en manos de los de siempre. Queremos empoderar a la ciudadanía. El objetivo es muy grande. Aquí no tenemos Los Monegros, hay que ser capaces de conjugar este puzle y eso requiere planificación y generosidad.

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