Toni Veciana: «Hay pueblos donde el farmacéutico es el único sanitario»

Entrevista. Veciana asume hoy la presidencia del Col·legi Oficial de Farmacèutics de Tarragona

15 julio 2020 18:30 | Actualizado a 16 julio 2020 07:35
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Toni Veciana (Móra la Nova, 1966) viene de una larga saga de farmacéuticos. Ya se dedicaron a esta profesión su abuelo, su madre, su hermana, su cuñado, algunos primos... Está al frente de la farmacia de Móra la Nova desde 1993 y decidió presentarse a la presidencia del Col·legi Oficial de Farmacèutics de Tarragona (COFT) tras ver el trabajo de sus colegas durante la pandemia. Hoy asume el cargo que desempeñó durante ocho años Joaquim Nolla.

¿Qué lecciones deja el coronavirus?

Esta pandemia ha sido un antes y un después para nuestra profesión. Hemos tenido que aprender a marchas forzadas a protegernos a nosotros mismos y a los usuarios. Nos tocó asumir nuevos roles cuando los equipos de primaria y hospitales tuvieron que volcarse en atender a los pacientes con Covid. Por ejemplo, revisamos más de 250.000 planes de medicación de pacientes de la provincia que, en otro caso, habrían tenido que ir al CAP... El papel de los profesionales de las oficinas de farmacia, de las farmacias hospitalarias, de los que trabajan en el análisis y en la industria, fue encomiable para que nadie se quedara sin sus medicamentos.

Supongo que vivió con angustia la escasez inicial de mascarillas. ¿Estamos mejor preparados ahora si se presentara otra crisis?

Sí, fue angustioso, los farmacéuticos tampoco contábamos con los equipos que necesitábamos y sin embargo creo que con las medidas que adoptó cada uno hicimos un buen trabajo porque apenas ha habido incidencia entre farmacéuticos... En cuanto a las mascarillas del CatSalut, hemos repartido 997.507... Confío en que ahora estamos más preparados.

¿Cree que la sociedad entiende su trabajo más allá de la venta de medicamentos?

Nuestros usuarios nos perciben como agentes de salud y así lo suelen reflejar las encuestas. Tenga en cuenta que en muchas poblaciones el único profesional sanitario que hay de manera permanente es el farmacéutico. Con la pandemia muchos dispensarios y CAP tuvieron que reorganizar su trabajo y solo quedaba el farmacéutico en el pueblo. La red de farmacias llega al 99% de la población y no hay que pedir hora. Muchas patologías leves pasan primero por la farmacia donde les damos orientación.

Supongo que en muchos municipios pequeños es difícil mantener la persiana abierta todos los días.

Sí, un problema que tenemos es que en las ciudades las guardias se reparten entre distintas oficinas, pero en las zonas rurales poder seguir prestando el servicio se hace a costa del tiempo personal del farmacéutico. Muchas veces eso la gente no lo reconoce.

Y sin embargo el conocimiento de los vecinos ha hecho que se involucren en proyectos como uno de seguimiento a las personas mayores que viven solas.

Sí, participamos en proyectos como el Radars en Tarragona y Reus que seguramente irán apareciendo en más municipios. Al final el farmacéutico conoce bien al paciente y puede detectar problemas de salud o de otro tipo en personas vulnerables y coordinarse con las administraciones.

¿No da un poco de apuro, ahora entre las mamparas y demás, hacer según qué consulta más íntima al farmacéutico?

No es problema, en estos casos, si hace falta, se pide a otros usuarios que esperen un poco más alejados. La gente tiene muy asumido lo de las distancias y el hacer cola.

Es miembro del grupo de trabajo sobre tabaquismo del colegio. ¿Qué se puede hacer desde la farmacia por quienes quieren dejar de fumar?

Como profesionales lo principal que podemos hacer es acompañar, pero hay que tener en cuenta que dejar de fumar es una decisión que debe tomar el paciente y hay algunos que lo consiguen solos y otros que necesitan ayuda de un médico, una enfermera o un farmacéutico porque fumar crea adicción. Como novedad, este 2020 el sistema nacional de salud subvenciona una serie de tratamientos farmacológicos que algunos pacientes necesitan. Era una larga reivindicación.

Un momento que le haga pensar que su trabajo vale la pena.

Por ejemplo, cuando viene a la farmacia un paciente del que tú no te acuerdas y te dice «hoy hace 22 años que dejé de fumar y lo hice con su ayuda», y te lo siguen agradeciendo... Lo que hemos hecho durante esta crisis también me ha hecho sentir orgullo de mi profesión.

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