Trastorno del sueño y ansiedad por el ruido de la A-7

El Ministerio de Fomento acepta, tras años de desacuerdo con el Ayuntamiento, hacer frente a los costes de la instalación de pantallas acústicas en la zona del Parc Francolí

18 mayo 2019 10:41 | Actualizado a 18 mayo 2019 10:47
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Trastornos en el sueño, ataques de ansiedad, depresión y estrés. Estas son las consecuencias que sufren algunos tarraconenses tras vivir durante cinco años a pocos metros de la autovía A-7 a su paso por la ciudad. Es el caso de los vecinos de la calle Jaume Vidal i Alcover –en la zona del Parc Francolí–, o los de las calles más cercanas a la avenida Rovira i Virgili. Algunas familias llevan más de quince años aguantando diariamente el ruido de los vehículos y reivindicando la instalación de pantallas que reduzcan la contaminación acústica. 

La problemática afecta a un centenar de familias tarraconenses. «Nuestras reclamaciones empezaron antes de crear la entidad vecinal», explica Roser Barrio, secretaria de la Associació de Veïns del Parc Francolí, quien añade que «la A-7 pasa muy cerca de las viviendas. Durante el día, vamos tirando como podemos. Pero cuando llega la noche, la situación es insoportable». Cabe destacar que los bloques más afectados de la zona –ubicados en la calle Jaume Vidal i Alcover– se edificaron después de construir la autovía. «Pero dijeron que enseguida se instalarían pantallas acústicas», añade Barrio. Esto no pasa en otros puntos de la ciudad, como por ejemplo en la calle Sant Auguri, donde las casas ya estaban antes de que pasara la autovía.

Para los vecinos del Parc Francolí, la aprobación del mapa acústico –en noviembre de 2018– significó un punto de inflexión. «Pensábamos que era la oportunidad para conseguir las pantallas acústicas. Pero no. Nos vimos obligados a presentar alegaciones porque nuestra zona apenas se había catalogado», explica Barrio. Lo cierto es que los alegatos de los vecinos consiguieron modificar parte del mapa. «No es suficiente, seguimos pidiendo barreras acústicas», reivindica Barrio. Hace unos años, los vecinos recogieron más de 400 firmas.

La entidad ha tocado, en varias ocasiones, las puertas del Ayuntamiento y del Ministerio de Fomento. «Se pasan la pelota, unos a otros», dice la secretaria. Pero parece ser que, por fin, ya se sabe quién debe hacer frente a los costes. 

El Estado paga

La A-7 o autovía del Mediterrani es una carretera de titularidad estatal. Por esto, el Ayuntamiento de Tarragona siempre ha defendido que quien debe instalar las pantallas acústicas es el Ministerio de Fomento. Tras años de desacuerdo, el gobierno central acepta costear las barreras de la zona del Parc Francolí a través de un plan de acción contra el ruido. La parte negativa de la noticia es que no hay fecha para su puesta en marcha. «Por el momento, se está llevando a cabo un estudio en todas las provincias españolas», aseguran fuentes del gobierno estatal, quienes reconocen que «falta dotar de presupuesto la acción». 

Según el consistorio, la intervención no tardará tanto. «El acuerdo se formalizará por escrito entre las dos administraciones y formará parte del paquete de la segunda fase del traspaso de carreteras de titularidad estatal al Ayuntamiento», explican fuentes municipales, quienes añaden que «el tramo de pantallas que debe instalar el Ministerio es de un kilómetro de longitud, aproximadamente».

El Aqüeducte y L’Escorpí

La problemática se extiende a otros puntos de la ciudad, como las calles Sant Auguri y Sant Eulogi, la avenida Rovira i Virgili y la calle Fra Antoni Cardona i Grau. «De hecho, una parte de la autovía es propiedad mía, está dentro de mi jardín», explica David García, presidente de la Associació de Veïns Aqüeducte y uno de los afectados. Las casas, que están pegadas a la circunvalación, soportan un nivel de ruido superior al recomendado. Son nueve las familias que viven en la calle Sant Auguri y que sufren de más cerca el ruido de los coches. Los bloques ubicados en el entorno del Hotel Royal Tarraco también son víctimas.  

Los vecinos de esta zona empezaron su periplo por el Síndic de Greuges. «Nos derivaron al Defensor del Pueblo y, finalmente, conseguí que me pusieran una pantalla acústica en el tramo que toca a mi casa», explica David García, quien, a parte de ser el presidente de la entidad vecinal, es uno de los más perjudicados. «Ahora, continuamos luchando para conseguir que se amplíe la zona protegida», asegura García, quien añade que «algunos vecinos hemos hecho una gran inversión en nuestras casas para que el ruido no acabe con nuestra salud».

Otro de los puntos de la ciudad donde los vecinos también piden pantallas acústicas es en la urbanización L’Escorpí, de Llevant. Domingo Pujol es el presidente de la entidad vecinal y se queja de que «por falta de presupuesto, dejaron sin proteger unos 12 metros de la autovía y el ruido es horroroso. En verano nos vemos obligados a cerrar todas las ventanas. Nos morimos de calor, pero es que sino, nos volveríamos locos». Pujol asegura sentirse «poco importante» y denuncia que «nos están toreando». 

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