URV: Exilio y literatura de guerra

TARRAGONA. La Universitat Rovira i Virgili (URV) reúne a un centenar de expertos en la temática durante tres días

26 octubre 2019 09:50 | Actualizado a 26 octubre 2019 16:26
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No siempre es literatura y no siempre es de guerra. Pero son artículos que incomodan a los poderosos, llámese poder religioso o político y las consecuencias para sus autores son a menudo el exilio o, en la peor de las circunstancias, la muerte. Es el caso de El Kaissa Ould Braham y Milthon Robles, que ayer participaron en el Congrés Internacional de Literatura i Exili organizado durante tres días por la Universitat Rovira i Virgili (URV).

Dos vivencias distintas pero idénticas en el origen. El Kaissa lleva en Catalunya once años. Periodista de la Cabilia argelina, era una joven universitaria cuando los islamistas ganaron las elecciones y decidieron que las mujeres debían volver a casa. «Como mujer del mundo musulmán, no practicante, laica, esto ya es un problema. Además, como perteneciente al pueblo amazigh, mi cultura ha sido perseguida durante años», cuenta.

La consecuencia del resultado electoral fue un golpe de Estado y una guerra abierta entre militares e islamistas, «que cogieron las armas y se fueron a hacer el maquis». Como periodistas críticos con ambas partes en conflicto, sufrieron tanto el bloqueo del régimen como las amenazas islamistas e incluso un atentado contra su marido, Salem Zenia, quien pudo salir con vida.

Religión y poder político. Una combinación que también está en la raíz del exilio obligado del hondureño Milthon Robles. «Mi problema no son las maras», señala cuando se le pregunta. «Ese es un discurso que se repite en Europa por desconocimiento», aclara. Milthon ha sido periodista de investigación los últimos 16 años, lo que le llevó hasta la corrupción política, religiosa y empresarial que mueve los hilos de las maras.

«Todo empezó con el impuesto de guerra, un tipo de extorsión que en teoría, desde la mirada de este lado del mundo, lo llevan a cabo las maras. Pero estas son solo la cara visible». Milthon revela cómo estos grupos surgieron en Chicago y los Angeles, entre mexicanos, chicanos, -que son hijos de madres y padres mexicanos- y salvadoreños y luego esos jóvenes fueron expulsados a sus países de origen». En un primer momento, añade, «en los 90, se instaló la MS y la 18 y sí que eran ellos los que controlaban el narcomenudeo, los secuestros exprés y los asaltos a bancos, pero políticos y empresarios perdieron poder y negocio, lo que llevó, a principios del 2000, a que la situación cambiara».

¿De qué manera? «Empezaron a financiarlas. De tal forma que el dinero que se recauda va a parar a las cuentas de los verdaderos mareros, de los que están en el congreso de los diputados, en los despachos de ministros, en los púlpitos de las iglesias evangélica y católica y en algunos despachos de altos mandos de la policía y de oficiales del ejército», concluye. Unas indagaciones sumamente molestas que le llevaron a sufrir secuestro, apaleamiento y seis intentos de acabar con su vida. Milthon ya lleva un año y medio en Catalunya.

Ambos, El Kaissa Ould Braham y Milthon Robles tienen en sus artículos y posiciones el origen de sus desasosiegos. No obstante, defienden las publicaciones como «un factor de cambio y de despertar. Al menos que nadie diga que no lo sabía», manifiestan.

El congreso de la URV se complementa con una exposición de novela gráfica dedicada al maquis, la guerrilla antifranquista, El maquis al còmic, que se puede visitar en el CRAI, en el Campus Catalunya. Una muestra organizada por Francisco Collado, bibliotecario de la Universitat Politècnica de Valencia, en la biblioteca de Belles Arts. «Queríamos hacer un documental, que al final resultó ser un libro titulado Homes del bosc: una història dels maquis», explica. «Desgraciadamente no hay mucho material. Lo que he hecho es contextualizarla porque los maquis no se entienden sin la postguerra, la Guerra Civil, la República o incluso más allá», apunta Collado. Acompañando la exposición, el visitante puede ver un plano del territorio controlado por la guerrilla. A saber, «urbana sobre todo en Barcelona y Granada. También en Madrid, León y Valencia y en el ámbito rural tenía mucha fuerza en la cordillera Cantábrica, en las sierras de Andalucía y también fue muy importante la agrupación guerrillera de Levante y Aragón (AGLA)».

El maquis, una historia «de una derrota. Pero también de esperanza y resistencia», subraya Collado.

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