Un adiós con mucho ritmo

La clausura de los Juegos Mediterráneos dejó un sabor de boca muy diferente al de la inauguración. Ayer los grandes protagonistas fueron los voluntarios

02 julio 2018 08:19 | Actualizado a 02 julio 2018 08:25
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Los  Juegos Mediterráneos de Tarragona’2018 ya son historia. Los recordaremos, sobre todo, por su elevado nivel deportivo y su floja acogida en las gradas, pero sobre todo por su legado: nuevas instalaciones en el anillo de Campclar y reformas en las sedes.

Los Juegos han ido de menos a más. Y ayer se despedían en una ceremonia que nada tuvo que ver con el acto inaugural y que en más de una ocasión consiguió hacer levantar de la silla al público del Nou Estadi. De hecho, los encargados de animar a los asistentes fueron los grandes homenajeados de la noche: los voluntarios, que incluso consiguieron eclipsar a los deportistas.

El inicio estuvo marcado por los sonidos más tradicionales. ‘So Nat, grallers de Tarragona’ y la excelentísima coreografía contemporánea con música de Sardananova, de Santi Arisa, fueron los encargados de arrancar una ceremonia que comenzó a paso ligero. A los diez minutos ya salían al césped del Nou Estadi los primeros atletas y lo hacían con la música electrónica de los DJs Albert Neve y Abel Ramos, que crearon en directo la banda sonora para recibir a los deportistas de los 26 países participantes. 

La mascota Tarracvs encabezaba la comitiva, seguido de una delegación francesa que era de las más pobladas. Fue el momento de gloria de los deportistas que ayer dejaron la parte física a Tarracvs, que se despidió de estos Juegos dándolo todo. 

Cuando la delegación española aún estaba en el césped, con un público en las gradas completamente entregado, se daba inicio a la parte más institucional de la ceremonia. Fue el momento en el que Tarragona hacía entrega de la bandera del comité internacional de los Juegos Mediterráneos al alcalde de Orán, Noureddine Boukhatem.

Ballesteros arrancó uno de los aplausos más calurosos cuando se dirigió a los voluntarios. «Sois la cara del éxito», afirmaba un alcalde convencido de que «solo con el paso del tiempo podremos valorar el legado de estos Juegos como se merecen».

Fue el presidente del Comité Internacional de los Juegos Mediterráneos, Amar Addadi, el encargado de clausurar la décimo octava edición de este evento en Tarragona e invitaba a los asistentes a reunirse de nuevo dentro de tres años en Argelia.

Tras esta parte más protocolaria empezaba la recta final. Los DJs volvían a hacer aparición y en la zona de los atletas incluso se hizo un intento para hacer una ola en el Nou Estadi.

Con los BCN Gospel Messengers se formó una de las imágenes más bonitas de la noche, con el público haciendo luz con los móviles y entregándose a una ceremonia en la que tan solo faltaba por salir la estrella de la noche: el compositor Álvaro Soler que con su ‘Cintura’ lograba contagiar a todo el estadio mientras en el césped los voluntarios enloquecían tras estos días frenéticos. Una vez más la mascota Tarracvs lo daba todo y decía su último adiós a los tarraconenses.

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