Un homenaje a los constantinenses de Mauthausen

Memoria histórica. Constantí homenajeará a ocho vecinos
del pueblo que murieron en el campo de concentración nazi

30 agosto 2020 10:10 | Actualizado a 30 agosto 2020 10:54
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Jordi Martorell (Consantí, 1933) tenia 8 años cuando recibió la fatídica noticia de la muerte de su padre en Gussen (Austria), un año después de su ingreso en el campo de concentración nazi de Mauthausen. A sus 87 años, Jordi recuerda aquellos tiempos como una época oscura y hoy día asegura que no puede mirar la televisión cada vez que hablan de la barbarie de los nazis.

Su padre era Macià Martorell i Martí, considerado el último alcalde republicano de Constantí el año 1938. Él, como muchos ciudadanos de la vila, huyeron hacia Francia para no sufrir la represión de las fuerzas franquistas. Una vez llegados al país galo, centenares de miles de republicanos de todas partes de España se encontraron en la playa de Argelers, entre ellos Macià Martorell que, según explica uno de sus hijos, fue enviado a la Línea Maginot a combatir contra los alemanes. Una vez derrotadas las fuerzas aliadas en la frontera, muchos combatientes fueron capturados por los nazis y deportados a los campos de concentración. Este fue el camino y destino de Macià Martorell, pero también de siete constantinenses más, todos ellos muertos al poco tiempo en Mauthausen o Gussen, un anexo del campo de concentración.

Sus figuras siguen bien presentes en el pueblo, especialmente en el Sindicat Agrícola donde se pueden ver fotografías de cinco de ellos. Este año, sus vidas volverán a ser el centro de atención de todos los vecinos, ya que el Ayuntamiento de Constantí ha decidido rendirles homenaje sumándose a un proyecto alemán de ámbito europeo llamado Stolpersteine -palabra que significa piedras o adoquines para tropezar- que pretende recordar a cada una de las víctimas, mortales o no, de la brutalidad del nazismo. El homenaje consiste en la colocación de unos adoquines de hormigón cubiertos de una hoja de latón en la cual se gravan los datos esenciales de la persona homenajeada y tiene por objetivo detener a los peatones e interpelarlos para honrar la memoria sobre aquella persona en concreto. «Sabe mal que estos homenajes se hagan después de tantos años», lamenta Antonia Martorell Domingo, nieta de Macià, a quién le hubiera gustado que ese calor humano del pueblo se hubiese recibido en vida de todos los hijos de su abuelo. En el Sindicato Agrícola, lugar que frecuentaban los ocho constantinenses, ella se reúne con Jordi Martorell, Albert Vives, Rafel Solé, expresdiente del Sindicato, y su prima Antonia Martorell Maluenda, exconcejal de ERC en Constantí, quién recuerda la última visita que hizo a Mauthausen, «Pudimos ir con mi difunto padre -hijo de Macià- al pabellón donde se encontraban los republicanos catalanes. Fue muy emotivo y angustioso a partes iguales», reconoce. «Los nietos, más que los hijos, nos sentimos herederos de todo este legado y luchamos más por la memoria histórica, ya que ellos han pasado muchos años con miedo», explica Lidia Martorell, otra de las nietas de Macià que fue concejal socialista en Reus durante 16 años.

En Europa se pueden encontrar cerca de 75.000 placas como las que se pondrán en Constantí repartidas por 1.800 ciudades, la mayoría colocadas por el artista Gunter Demnig. En Catalunya hay unas 150 como estas, pero en toda la demarcación de Tarragona solo se halla una en Els Guiamets en honor a Neus Català. De esta manera, Constantí será el municipio tarraconense con más placas conmemorativas de esta índole y se colocaran en la plaza dedicada a Macià Martorell en el Raval del pueblo.

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