Un informe de la URV sobre el genoma aviva la teoría del origen artificial del virus

El catedrático Antoni Romeu y el profesor Enric Ollé, del Departament de Bioquímica, ven poco probable la procedencia natural y apuntan a posibles rastros de laboratorio en el SARS-CoV-2

05 julio 2021 14:35 | Actualizado a 05 julio 2021 17:01
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La investigación de dos profesores de la URV hace ganar enteros a las teorías que apuntan a un origen sintético del SARS-CoV-2. Dos informes recientes sobre el genoma van en la línea de otras voces que sugieren esa posibilidad, hace un tiempo ubicadas en el plano de la conspiración, pero ahora revitalizadas por algunos hitos: una carta en 'Science' en la que 18 prestigiosos científicos pedían no descartar la hipótesis del escape o el informe que impulsó en mayo el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que debe ser concluyente en 90 días. 

El catedrático Antoni Romeu y el profesor Enric Ollé, del Departament de Bioquímica i Biotecnologia, llevan meses abordando el problema del origen del patógeno «con mentalidad de genética forense». Romeu, exdirector del Departament de Bioquímica i Biotecnologia, subraya el punto de partida: «Una característica del SARS-CoV-2 es que tiene una región positiva en su proteína S, que facilita enormemente la infección y la propagación del virus. Técnicamente esa región positiva se llama ‘sitio polibásico de escisión de furina’». En esa región de la proteína S hay dos elementos llamados arginina (el símbolo es una R) que están seguidos. 

«Optimización para los humanos»

Pero lo que llama la atención, según los investigadores, es la manera en que ésta codificado: la secuencia CGG-CGG, un patrón peculiar, algo así como el lenguaje en el que se redacta esa información genética. «Curiosamente, en el virus, el triplete CGG, que codifica la R, es el minoritario, y en el genoma humano es el mayoritario», explica Romeu, que en otro de los informes publicados añade: «La atención debe centrarse principalmente en la origen de la secuencia única CGG-CGG que codifica una parte esencial del sitio de furina del SARS-CoV-2». Debido a que ese contenido genético «parece estar optimizado para los humanos, la presencia de la secuencia CGG-CGG se convierte en un enigma por resolver». 

Los docentes han hallado un patrón raro en los virus y habitual  en el genoma humano

«No nos queremos decantar por ninguna de las opciones, pero sí creemos que hay que seguir investigando, que no se puede descartar nada y que, a medida en que avanzamos, más dudas nos surgen», indican Ollé y Romeu. En palabras llanas: la proteína S del SARS-CoV-2, en comparación con la proteína S de los otros virus relacionados (especialmente el RatG13) «ha ganado la función de interaccionar mejor con las células humanas».

«No sabemos cómo ha sido. Lo que es una realidad es que está optimizado», agrega Romeu. Estas conclusiones van en la línea del ensayo publicado en 'The Wall Street Journal' por los doctores Stephen Quay, CEO de la biofarmacéutica Atossa Therapeutics, y Richard Muller, profesor de física en la Universidad de Berkeley (California). Se basan en que el coronavirus contiene ese segmento llamado CGG-CGG, que se considera raro incluso en experimentos en los que los investigadores manipulan el virus. Y lo que es aún más revelador: esta combinación no se ha encontrado de forma natural en ningún otro coronavirus, incluidos el SARS y el MERS. «Un virus simplemente no puede recoger una secuencia de otro virus si esa secuencia no está presente en ningún otro virus», escriben Quay y Muller. «La combinación CGG-CGG nunca se ha encontrado de forma natural. Eso significa que el método común de los virus para captar nuevas habilidades, llamado recombinación, no puede aplicar aquí», remarcan. 

Romeu y Ollé, desde la URV, sostienen que en la inserción natural hay solo dos mecanismos. «La mutación significa que un virus antepasado, un ancestro muy cercano, en su reproducción dentro de un animal se le añadieron 12 nucleótidos en la región estratégica del genoma y se convirtió en SARS-CoV-2. Y de ahí saltó al hombre. Es algo muy improbable pero no imposible. Sorprende que haya sido una mutación tan grande», añaden. La otra alternativa natural es la recombinación, «lo más corriente, ya que el intercambio de material genético es habitual», en palabras de Romeu, que recalca: «Si el SARS-CoV-2 ha adquirido el centro de escisión de la furina, incluyendo el CGG-CGG, porque hay otro virus que se lo ha dado, ese virus debe tener necesariamente ese patrón que de momento no hemos sabido identificar en ningún otro virus estudiado de los más cercanos». 

Así pues, la recombinación no es que sea improbable sino que no se ha podido identificar el «donador». En el último trabajo, sobre la presencia de ese patrón, los dos profesores tarraconenses convienen: «El origen solo puede ser natural o de laboratorio. Por naturaleza, debe incluir mutaciones de inserción aleatorias del propio virus o recombinación de otros virus. En realidad, la secuencia CGG-CGG es la pieza que no encaja en la historia evolutiva del virus. Por otro lado, el origen de laboratorio no es imposible. Los detractores alegan que un laboratorio de origen siempre deja huella, de ser así, la propia CGG-CGG podría ser esa marca». 

Incógnitas y cautela

Tanto Ollé como Romeu apelan a la cautela, aunque asumen que «la tecnología del ADN recombinante está muy avanzada»: «Hay la tecnología para manipular fácilmente genomas de los virus, microorganismos y estudiar la relación causa-efecto de estas manipulaciones». Todos estos hallazgos parten de una premisa: «Lo que es cierto es que, en biología, todo elemento, toda célula o todo virus proceden de otro elemento, célula o virus». 

Los dos docentes dejan claro que sus hipótesis constatan más dudas que ofrecen respuestas: «El resultado básico que el patrón del RR de la proteína S del SARS-CoV-2 es la pieza que no encaja en el puzzle de la pandemia. Mientras esto no se aclare, el origen del virus será un misterio». ¿De dónde viene la secuencia de codificación CGG-CGG? ¿Es esa la pregunta correcta? Nosotros creemos que sí». En el proceloso viaje a la génesis del patógeno («nos centramos mucho en el origen de la pandemia, en el rastreo clínico de casos, de cuándo fueron las primeras infecciones pero no se habla del virus en general», apuntan), a Ollé y Romeu les «sorprende» la codificación con ese lenguaje mayoritario del genoma humano.

De ahí que concluyan: la teoría que sostiene un origen natural del SARS-CoV-2 debe contemplar que hayan ocurrido en el tiempo dos procesos independientes: 1-La inserción por mutación o recombinación de una secuencia de 12 nucleótidos en un sitio estratégico del gen S, codificando el sitio furina; y 2-Que la secuencia insertada en el virus contenga el triplete de arginina mayoritario del genoma humano. Dado que ambos procesos son independientes, todo sugiere una probabilidad baja». 

La controvertida tesis va contra la versión oficial de la OMS pero suma cada vez más adeptos

En el otro lado de los supuestos, reconocen: «La teoría que sostiene un origen de laboratorio contempla que la inserción del sitio de furina en el genoma del virus ha sido de forma controlada, seleccionando la secuencia y el lugar de inserción. Considerando las aplicaciones de la ingeniería genética, en la actualidad se insertan (se clonan) genes de ciertas proteínas humanas en microorganismos adecuados para su fabricación comercial. Un ejemplo típico es la producción de insulina a partir de la levadura Saccharomyces cerevisae». 

Ya dentro de ese supuesto artificial, aventuran el escenario: «En estos procesos, el gen humano que se inserta se optimiza con los tripletes mayoritarios del microorganismo receptor. En el caso del sitio de escisión de furina, da la impresión de que haya sido clonado en el genoma de un virus, dando lugar al SARS-CoV-2. Se vislumbra este indicio de clonación». 

Estas teorías han ganado peso últimamente pese a que chocan con las de origen zoonótico, más asentadas y oficiales, aunque también con sombras. De hecho, el mayor aval para la tesis del escape del laboratorio es que no se ha podido demostrar la otra. «Aunque el equipo ha concluido que el escape de laboratorio es la hipótesis menos probable, requiere más investigación, potencialmente con nuevas misiones», dijo Tedros Adhanom Gebreyesus, director de la OMS, cuando se publicó el informe que señalaba al huésped intermedio como la opción más probable. 

Dudas en Moderna

Son muchas las voces que mantienen lo contrario y que apuestan por un origen natural, de procedencia animal, aunque crecen también los que apoyan las teorías de la fuga. Esta pasada semana el biologo canadiense Derrick Rossi, uno de los fundadores de Moderna, y ganador del Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica, afirmaba en una entrevista en el diario asturiano 'El comercio': «No tenemos pruebas en ningún sentido, pero este virus es tan diferente al de los murciélagos que me parece improbable que haya sido un salto natural. Es un hecho que un laboratorio en Wuhan trabajaba con él y yo estoy convencido de que salió de allí, que se les escapó. No creo que haya sido deliberado, simplemente estaban estudiándolo y hubo un accidente. China lo niega, claro, pero es la explicación que veo más lógica». 

Antoni Romeu concluye en su diagnóstico: «Un origen natural es muy improbable, no imposible. Tiene que haber una inserción y que sea óptima para las personas. Dos cosas improbables, independientes y en el mismo tiempo, y dentro de un murciélago antes de saltar a las personas. No podemos descartar el origen de laboratorio». 
 

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