Un joven necesita el 91% del sueldo para emanciparse

La precariedad laboral, el casi imposible acceso a la vivienda y los cambios sociales dificultan la emancipación

03 agosto 2019 08:40 | Actualizado a 18 agosto 2019 16:46
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Carles forma parte del 24,6% de jóvenes tarraconenses que ha abandonado el nido materno. A sus 23 años ha dejado la comodidad de su casa en busca de independencia. Cuando consiguió un trabajo más o menos estable, decidió lanzarse. Eso sí, le toca convivir con dos amigos. «Con mi madre todo va bien, pero quería irme de casa, volar un poco. Tuve que compartir el piso por el coste del alquiler», explica.

El coste de la vivienda y la precariedad laboral son los dos motivos económicos principales que impiden la emancipación de los jóvenes. Lo demuestra que la tasa de emancipación se desplomó durante la crisis económica. Si en 2006, justo antes del estallido de la recesión, un 30,6% de jóvenes podía irse de casa, la cifra fue bajando progresivamente y aún no se ha recuperado.

Un estudio de la Fundación BBVA cuantifica en el 65,1% el porcentaje de jóvenes españoles de entre 16 y 34 años que aún sigue viviendo con sus padres, siete puntos más que hace diez años.

Si hay empleo estable se van

El porcentaje varía, sin embargo, en función de la situación laboral y la calidad del empleo. Más de la mitad (51,4%) de jóvenes con empleo ya se han emancipado, frente al 31,7% de los que están en paro o el 12,1% de los inactivos (que no tienen trabajo, pero tampoco están apuntados en las listas del Servei Públic d’Ocupació de Catalunya, el INEM catalán). Entre los que tienen un contrato indefinido la tasa de emancipación es del 62%, mientras que si es temporal cae al 36,8%.

El 24,6% de jóvenes emancipados, según datos de finales de 2018 del Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud, convierte a Catalunya en la segunda comunidad con más jóvenes fuera del domicilio paterno, solo por detrás de La Rioja, con el 26,1%. Por contra, en Andalucía es del 16%; en Extremadura, del 16,3% y en Cantabria y Euskadi, del 17%. La media española es del 19%. El motivo, de nuevo, económico: «La emancipación residencial de la población joven en Catalunya se sustenta básicamente en una mayor participación en el mercado de trabajo», se explica en el informe del Observatorio.

El difícil acceso a la vivienda es el otro gran motivo económico. Según un estudio del Banco de España hecho público anteayer, jueves, el precio del alquiler se ha disparado un 50% desde 2013. Las hipotecas están más asequibles pero conseguir una es una misión imposible para un joven.

El 59,7% de los jóvenes emancipados vive de alquiler. En cuanto a comprar una vivienda, el informe del Observatorio lamenta que «las garantías, ahorros previos y la cuota hipotecaria... suelen estar fuera de su alcance».

«Con el sueldo que tengo no podría pagar un piso yo solo. Sería inviable. Bueno, sí, podría pagarlo pero no podría vivir», lamenta Carles. Según el Observatorio, un joven debería dedicar el 91,2% de su salario a pagar un alquiler íntegro y únicamente un 15,6% tiene la capacidad económica para vivir solo.

No todo son motivaciones económicas. También las hay sociales. El sociólogo y director de la Cátedra de Inclusión Social de la Universitat Rovira i Virgili, Ángel Belzunegui, sostiene que los jóvenes de hoy en día se sienten cómodos en el hogar familiar, gracias a la mayor permisividad paterna, por lo que no sienten la necesidad de irse de casa en busca de una mayor libertad.

«Yo tenía mucha libertad en casa, pero iba muy poco. Por eso decidí irme a vivir fuera. Para que mi madre me lave la ropa, ya me la lavo yo. Es otra etapa en tu vida. No me cuesta nada poner una lavadora una vez a la semana», relata Carles. Eso sí, tiene una ‘pequeña’ ventaja: come cada día en casa de su abuela, que vive al lado del trabajo de Carles.

Secularización e individualismo

El piso donde reside está reformado y se ha organizado con sus compañeros para, de vez en cuando, organizar un zafarrancho de limpieza. «Vamos haciendo mantenimiento, hasta que vemos que el piso está muy sucio. Entonces nos ponemos a fondo», desvela entre risas, antes de aclarar: «El piso no está sucio. Pasamos muy poco tiempo dentro».

En el informe mensual de CaixaBank Research del pasado junio, los expertos Josep Mestres y Adrià Morron apuntan que «las causas del retraso en la emancipación son múltiples. La secularización y el individualismo crecientes de nuestra sociedad pueden relajar las normas sociales en relación con el momento y el orden de hitos vitales como el matrimonio o la paternidad/maternidad, pero estos hitos también están influenciados por factores económicos».

Según Eurostat, las españolas son las europeas que más primogénitos tienen a partir de los 40. Según explica a la agencia Colpisa el profesor de Sociología de la Universidad Internacional de La Rioja Víctor Renobell, «seguimos teniendo a la familia como pilar básico de la sociedad. Es positivo respecto a las personas mayores, que se sienten cuidadas, pero negativo en los jóvenes, que ven normal seguir en el hogar paterno hasta los 30 años, la edad media de emancipación en España, mucho más tarde que en el resto de la UE, de manera que esa etapa en la que se pueden tener hijos, pero no se tienen, se alarga».

¿Qué hacer ante esta situación? ¿Se puede romper el círculo vicioso de que el mercado laboral es cada vez más precario, se exigen cada vez más estudios, cada vez más jóvenes trabajan en empleos mal pagados, se van más tarde de casa, se emparejan a edades más tardías y se tienen menos hijos lo que dificulta sostener el sistema de pensiones? Sí, se puede.

La solución: que las administraciones se pongan las pilas. La experta en Sociología del Trabajo de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Elsa Santamaría señala, en declaraciones a Colpisa, tres medidas imprescindibles: un plan de choque contra la precariedad laboral de los jóvenes, aumentar las ayudas al alquiler y poner en el mercado un parque de pisos de alquiler protegido para frenar a la burbuja inmobiliaria.

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