Tarragona: vivir literalmente debajo de un puente

Hace meses que un hombre de avanzada edad 'reside' al lado del cauce del río Francolí, a la entrada de la ciudad. Y los vecinos muestran su preocupación en el caso de que vuelvan las fuertes lluvias

04 diciembre 2018 08:42 | Actualizado a 04 diciembre 2018 11:14
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Una cama con cabezal incluido, una mesa con cuatro sillas y un tendedero lleno de ropa. Son parte del mobiliario que hay debajo del puente del río Francolí, el más cercano a la avenida de Roma.

Allí vive un hombre, de nacionalidad española y de edad avanzada. Tiene montado un piso en toda regla, con armarios e incluso mesita de noche. La vida del hombre corre continuamente peligro, ya que su vivienda improvisada se encuentra en medio del cauce del río. 

Se trata de una zona en la que muchos tarraconenses pasean sus perros. También hay runnings o ciclistas que bordean el Francolí. Pero nadie se extraña al ver toda clase de muebles en la tercera bóveda del puente, ubicado justamente delante del Parc Central. Lucas Pedrol es uno de los runnings que pasa cada día por el lugar. «Hace tanto tiempo que está aquí, que ya pasa desapercibido. Si el hombre está despierto, incluso nos saludamos», explica Pedrol, quien añade que «los días que llueve, pienso en él. Me preocupa saber si al día siguiente aún estará aquí». 

Según fuentes policiales, este hombre vivía, de la misma manera, pero en otro punto del río Francolí, hasta que, hace unos años, un grupo de jóvenes calaron fuego a sus cosas. Desde entonces, se afincó en este punto.

Noèlia, una vecina de la avenida Roma, cuyo balcón da al río, asegura que el mobiliario está allí desde hace aproximadamente un año. «A menudo, se desplaza hasta el lugar una patrulla policial. Pero no sé que vienen a hacer». Según el vigilante de seguridad del párking del Parc Central, «hace unos seis meses que lo vemos y cada día hay más cantidad de muebles». 

El hombre protagonista de la historia, de edad avanzada y con una poblada barba blanca, asegura que no vive allí, que acude al lugar para hacer tareas de carpintero. Pero no quiso explicar más sobre su historia. Su versión coincide con la de Pau Gil, que pasea día tras día su perro por el río. «Nunca lo he visto durmiendo, siempre está como faenando», asegura Gil.

Fuego para luchar contra el frío

Hace unos días, con la llegada del frío, el hombre encendió fuego con la ayuda de las maderas de unos palés que tenía cerca. «Entonces me asusté, ya que hay mucha vegetación por el entorno. Pero después de calentarse, rápidamente lo apagó. Hizo viajes al río con un cubo», explica Lorena Puig, vecina de la avenida de Roma. Su balcón también da al río Francolí. 

La zona es de difícil acceso, ya que solo se puede llegar saltando una valla. Además, supone un peligro para el hombre, ya que el río suele alcanzar la totalidad de su cauce durante episodios fuertes de lluvia. Ningún vecino de la zona sabe responder qué pasó con este piso improvisado y con su ocupante durante las lluvias del pasado mes de octubre, cuando el río se ensanchó considerablemente. 

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