Un tarraconense en el encierro: 'Me escondí tras unas cajas. Pasé miedo'

El tarraconense Josep Maria Garreta, toda una eminencia en la arquitectura en la provincia, estudiaba el último curso de la carrera en la Escola d´Arquitectura de la UB durant la 'Caputxinada'

19 mayo 2017 20:01 | Actualizado a 21 mayo 2017 21:14
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El tarraconense Josep Maria Garreta, toda una eminencia en la arquitectura en la provincia, estudiaba el último curso de la carrera en la Escola d’Arquitectura que pertenecía a la Universitat de Barcelona (UB). «Acabé en 1967. En esos últimos años estábamos nerviosos, queríamos terminar y trabajar. A mí, en realidad, la Caputxinada me pilló desconectado del activismo», recuerda el ‘padre’ de iconos arquitectónicos como el estadio del Nàstic, el edificio de la Autoritat Portuària o la residencia de la Mercè. «Fui allí porque me pareció la cosa más corriente, más normal del mundo. No me podía pensar que la policía nos asediara de esa manera. Yo pensaba que íbamos a un acto democrático, pero aún quedaban más de diez años hasta poder hacer algo así con normalidad. Acudí muy tranquilo pero me asusté mucho, pasé miedo. Luego nos requisaron los carnets». Continúa Garreta el relato: «Al principio me escondí entre unas cajas, luego salí. Recuerdo que aquellos días, mientras estábamos asediados por los grises, cantamos, discutimos... también hubo momentos de tensión allí dentro». Hace medio siglo Garreta se estrenaba casi a lo grande, en un acto para la historia, en su militancia: «Con los años coges perspectiva y ves lo relevante que fue aquello. Yo no hablé, ni tuve protagonismo, pero creo que estar allí tuvo su importancia, fue una experiencia que sirvió para mucho. Fue el comienzo de la resistencia estudiantil».

En la vida de Garreta, que después fue arquitecto de la Diputació de Tarragona, la Caputxinada puso la semilla de su carrera política: luego se afilió a ERC y fue diputado en el primer Parlament de Catalunya tras la restauración de la democracia, a partir de las elecciones autonómicas de 1980. «Mi participación en el republicanismo la hice sin que lo supieran en casa. No sabían nada de que yo estaba allí encerrado. Mi padre estaba en contra de todo esto. En casa no se hablaba de política. Me forjé en aquellos años de estudiante en Barcelona».

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