Un viaje de 400 años sobre los inicios del cristianismo en tarraco

Crónica. La Associació Cultural Sant Fructuós rememoró las primeras evidencias de la comunidad cristiana en la ciudad

29 mayo 2021 06:00 | Actualizado a 29 mayo 2021 06:04
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El martirio del obispo Fructuoso y de los diáconos Augurio y Eulogio en el Amfiteatro de Tarraco es una muestra de las difíciles relaciones entre la jerarquía eclesiástica y el poder Imperial. Era el 21 de enero del año 259 después de Cristo, un periodo en el que el cristianismo era uno de los principales objetivos a combatir, para devolver la paz a los dioses y aplacar las pestes y maldiciones que estos estaban mandando a la población, como respuesta a su ira.

Este episodio supuso en cierto modo un punto de inflexión en la historia de la cristiandad de Tarraco. Un viaje al pasado que se inició con San Pablo y, posteriormente siguió con San Fructuoso y Cebrián, y que ayer relató la Associació Cultural Sant Fructuós, dentro del espectáculo Episcopus, que este año es una de las novedades dentro del programa de actos de Tarraco Viva. Explica la evolución de los obispos disidentes a los obispos del poder, un periodo de cuatro siglos en el que se pasó del martirio en la hoguera a la autoridad absoluta.

El emperador Constantino tuvo un papel protagonista en este cambio de paradigma. «Pasó de perseguir al cristianismo a la tolerancia y protección», afirmaba el narrador. Aunque no fue hasta más tarde, en el siglo IV, que se oficializó como única religión del estado. Durante los primeros años, Tarraco siguió ejerciendo un rol prominente dentro de Hispania. Una situación que cambió a partir de la instauración del Reino Visigodo, en la que el poder se estableció en Toledo.

«La cultura que nos dejó la Tarragona medieval muestra como en los siglos posteriores aún se sentían herederos de este proceso», afirmaba el conductor de este relato. La recreación tenía lugar en un marco inmejorable, el salón de actos del Col·legi Oficial d’Arquitectes de Catalunya en Tarragona, cuya pared frontal formaba parte del gran templo de August, que presidía la ciudad de Tarraco.

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