Una bolsa de poliéster o rafia tiene 30 veces menos impacto ambiental que otra de algodón

Poliéster, polipropileno y plástico generan menores impactos en su fabricación, transporte, uso y reciclado, que las alternativas con otros materiales como el algodón o el papel

04 octubre 2021 13:08 | Actualizado a 11 noviembre 2021 18:55
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Una bolsa de la compra de poliéster o polipropileno (rafia) tiene un impacto ambiental 30 veces menor que su alternativa en algodón, según un reciente estudio publicado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) que analiza el ciclo de vida de 96 bolsas de la compra en diversos Estados miembros de la Unión Europea (España, Bélgica, Portugal e Italia) a partir de dos formatos: las bolsas de caja y las de la sección de frutas y verduras.

Con las cifras de este estudio en la mano, el poliéster y el polipropileno son hoy por hoy las dos alternativas más sostenibles a la tradicional bolsa de LDPE o polietileno de baja densidad, por delante de las bolsas de papel y muy por encima de las de yute y algodón.  
Las bolsas tradicionales de plástico que hemos estado usando hasta hace muy poco tiempo para hacer la compra han tenido una vida útil muy corta, con un uso de entre 12 y 25 minutos de media, y donde el 89% solo se usa una vez, con un periodo de descomposición de hasta 500 años.

Su alternativa de tela o papel, sin embargo, no tiene ni de lejos un impacto ambiental menor. Al contrario: para llegar a mejorar esos valores ambientales e incluso equipararse a ellos, deberían reutilizarse centenares de veces en el caso de las bolsas de algodón (entre 100 y 150 usos) y entre 8 y 9 veces en el caso de las de papel, según las conclusiones de este estudio.

Para este análisis se tuvieron en cuenta los impactos ambientales generados en todas las fases del ciclo de vida de estas bolsas: desde los materiales, la fabricación de la bolsa, el transporte, hasta el uso y el reciclado. Tras ello, opciones que los consumidores han considerado muy sostenibles se demuestran que en realidad no lo son tanto.

El número mínimo de usos marca los umbrales de sostenibilidad de cada material

El punto de partida fue el de un usuario tipo que va a hacer la compra y usa una bolsa de plástico tradicional muy ligera (LDPE o polietileno de baja densidad) para meter 1 kilo de fruta que ocupa un volumen de 2 litros, y que además compra una bolsa de plástico tradicional en la línea de cajas (LDPE, gruesa, de más de 50 micras) para meter la compra completa, que pesa en total unos 10 kilos y ocupa un volumen de 20 litros.
La OCU ha repetido este ejercicio con bolsas de otros materiales encontrados en las tiendas: papel, plástico (plástico compostable, polipropileno y poliéster), algodón, yute o mezcla de materiales (papel-plástico), teniendo en cuenta, además, su capacidad (si era suficiente con una bolsa o si se necesitaban dos unidades para guardar la compra tipo), la presencia de tintas, pegamentos, asas...

Con todos esos datos, calculó el número de usos que habría que dar a cada bolsa para que su impacto en el medio ambiente fuera menor que el que genera una bolsa tradicional en la actualidad. La conclusión de este estudio de la OCU es que el impacto ambiental de las bolsas de rafia (polipropileno), las de poliéster o incluso las tradicionales de plástico reciclado es mucho menor que el de otras opciones, como la bolsa de algodón. 

Bastan tres usos de una bolsa de poliéster para que se equipare al impacto de una bolsa de plástico tradicional, y dos usos si es de material reciclado. Son además bolsas que se pliegan fácilmente y tienen más capacidad que las normales.

Para medir bien el impacto ambiental hay que analizar todo el ciclo de vida una bolsa

En el caso de necesitar bolsas de gran capacidad que resisten bien el peso, la mejor opción -según los resultados de este estudio- es una bolsa de polipropileno, como las de rafia. Con cuatro usos, tres si está fabricada a partir de material reciclado, su impacto medioambiental se equipara al de una bolsa de plástico tradicional que se utilice una única vez.

Las bolsas de algodón, por su resistencia, serían otra opción interesante para no usar plásticos, si no fuera por su elevado impacto medioambiental, 100 veces superior al de una bolsa de plástico tradicional y 30 veces mayor al de una bolsa de poliéster o de rafia.

El cultivo de algodón, señala este estudio de la OCU, necesita mucha agua, suelo agrícola y químicos; más suelo y agua todavía si es algodón ecológico. Por otro lado, suelen tener menor capacidad, lo que obliga a usar más unidades para transportar la misma cantidad de productos.

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