Una huelga en la química de Tarragona con un antes y un después

Crónica. ‘La precariedad laboral mata’ ponían de manifiesto ayer los representantes de los trabajadores

19 febrero 2020 20:30 | Actualizado a 22 febrero 2020 18:33
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El concepto jornada histórica ha quedado desgastado y vacío de contenido. Sin embargo, la huelga de ayer puede y debe marcar un antes y un después si las empresas del sector petroquímico de Tarragona quieren labrarse un futuro que les permita seguir siendo el principal polígono especializado del sur de Europa.

El accidente de Iqoxe, el pasado 14 enero, y el recuerdo hacia las tres víctimas de la explosión estaban muy presentes entre los miles de trabajadores que ayer no ocuparon sus puestos de empleo. No obstante, no era el único de los motivos que ayer empujó a muchas de estas personas a salir a la calle. «Cada vez aprietan más y lo único que les importa es incrementar la producción y ganar más», decía Carlos, uno de los piquetes instalados delante de la planta de Basf, en La Canonja.

La jornada arrancaba temprano. Muy temprano. A las cuatro de la madrugada los piquetes empezaban a distribuirse para bloquear los accesos a las empresas de los polígonos norte y sur. En general el ambiente fue tranquilo, aunque hubo algún rifirrafe con algunas personas que querían ir a trabajar en el turno de las seis de la mañana. Según los sindicatos, el seguimiento fue del 100%. Por su parte, la patronal AEQT denunció a través de un comunicado que era «inadmisible» que «en algunos casos no se haya permitido acceder con normalidad a las instalaciones a gente que formaba parte de los servicios mínimos acordados». Esto hizo que algunos empleados del turno de noche tuvieran que alargar su jornada «hasta pasadas más de tres horas» a la espera de poder llevarse a cabo el cambio.

Uno de los puntos más «calientes» fue el acceso al polígono norte. Allí se colocaron neumáticos y ramas de avellano y se encendieron hogueras en medio de la carretera, cortando la circulación de la T-750. La banda sonora en el equipo de música iba a cargo de La Polla records. «Sus beneficios, nuestras vidas», decía la pancarta extendida de punta a punta de la vía. Los piquetes se mantenían alerta ya que se detectaron varios casos en los que algunos trabajadores intentaban llegar a la fábrica campo a través. «Aquí solo pasan los servicios mínimos. Al resto, no hemos dejado pasar a nadie», decía uno de los allí presentes, quien afirmaba rotundamente que «esto es el primer día, pero depende de la respuesta que obtengamos no se acaba nada».

Faltaban escasos minutos para las once de la mañana y el arcén de la antigua N-340 parecía la Rambla. Decenas de personas de las diferentes empresas se dirigían a la puerta de acceso a Iqoxe. Allí estaba convocado el acto con los dirigentes de los sindicatos principales.

Dar visibilidad al problema

El secretario general de UGT en el Camp de Tarragona, Joan Llort, afirmaba que la jornada de ayer era un «punto de inflexión». «Todos queremos vivir aquí y hacerlo de forma segura. La industria química debe convivir con el sector turístico y debe hacerlo con más seguridad, con garantías de trabajo más fiables y sin una precariedad en las condiciones laborales». Llort pedía que la coordinación de los protocolos de emergencias «se haga desde aquí» y que los sindicatos puedan estar en la mesa de urgencias para mejorar la «prevención».

Por su parte, desde CCOO, Mercè Puig insistía en que «los trabajadores y la ciudadanía hemos tomado conciencia» y que accidentes como el de Iqoxe «no pueden repetirse de nuevo». Ambos hacían un llamamiento para pedir a la ciudadanía que participara «masivamente» en la manifestación de la tarde. Y es que, según apuntaba el secretario general de UGT en Catalunya, Camil Ros, «esta mañana hemos vaciado las empresas y esperamos que esta tarde podamos llenar las calles».

Ros fue contundente: «La precariedad laboral mata». «Defendemos que queremos industria para el Camp de Tarragona, pero no puede priorizarse la rentabilidad por encima de la seguridad», argumentó.

Era la primera vez en la que los trabajadores del sector petroquímico se plantaban para exigir cambios y no descartan que sea la última. Lo anticipaba el secretario general de CCOO en Catalunya, Javier Pacheco. «Si no tenemos soluciones, tendremos más huelgas y seguiremos planteando más medidas», decía.

Luis Miguel Nevado trabaja en una empresa química de Granollers. Ayer se sumaba a la concentración que tenía lugar en Tarragona. «Hemos venido gente de toda Catalunya porque sabemos muy bien cómo está el sector», decía. Le acompañaba Manuel Zamora, quien denunciaba que «no es tan solo una empresa, aquí hace mucho tiempo que hay un problema de poca inversión y de reducir las condiciones de trabajo». Ambos se mostraban convencidos de que el paro «repercutirá en que, por parte de las administraciones, haya más vigilancia». Lo aseguraban mientras el grupo de manifestantes enfilaba el camino hacia la planta de Iqoxe, donde el martes 14 de enero, a las 18.40 de la tarde, se producía la explosión que acabó con las vidas de Óscar, Sergio y Óscar. Los Óscar estaban trabajando en la planta cuando se registró el fatídico accidente. Por su parte, Sergio estaba en su casa cuando la tapa de 800 kilos del reactor salió volando e impactó contra su vivienda. Ayer, los allí presentes guardaban un sentido minuto de silencio que se rompía con los manifestantes exigiendo de forme unánime «más seguridad y menos precariedad».

Entre los allí presentes estaban muchos de los trabajadores de la planta que Iqoxe quiere volver a poner en marcha cuanto antes, para retomar la producción de óxido de etileno. Entre estos, Fran Pizarro, delegado sindical en la compañía, quien aseguraba que la plantilla sigue «consternada» y «afectada psicológicamente». Aún hay empleados que siguen de baja, mientras la compañía se ha planteado hacer un ERE temporal que afectaría a toda la plantilla.

No al sindicalismo

Ajenos a lo que pasaba en este punto, en Vila-seca el vial de acceso al polígono desde el Raval del Mar permanecía bloqueado por una cincuentena de trabajadores. Todos ellos tuberos, soldadores y montadores de empresas subcontratadas, que trabajan para la petroquímica. Sorprendía la ausencia de banderas o de cualquier referencia a las organizaciones sindicales. «Aquí vamos por libre. No queremos a ningún sindicato, porque solo vienen a sacarse la foto», decía David. Preguntados sobre si esto servirá para algo, las opiniones eran dispares. «Tendría que ser más de un día y que se dieran cuenta de que sin nosotros no pueden hacer nada», concluía David.

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