Una oleada de menores que llegan solos satura servicios sociales

La oleada de jóvenes que vienen solos satura servicios sociales. En la provincia se han creado 33 nuevos centros de acogida en el último año  

28 noviembre 2018 07:01 | Actualizado a 28 noviembre 2018 09:19
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«Hay un aumento considerable de asistencias en el último medio año. Tanto de menores no acompañados como de otros extratutelados que ya no son menores. Son personas jóvenes, que tienen los 18 recién cumplidos o menos y que acaban de llegar», alerta Isabel Iturrieta, responsable de inmigración en Cáritas Tarragona. 

Se trata de una de las entidades que en los últimos meses ha notado un incremento de la llegada de este tipo de inmigración. Hay mucho trabajo en marcha, pero también insuficiencia de recursos y, como resultado, una situación de desborde. «Se les atiende en varias facetas. Lo que más cuesta es encontrar el recurso habitacional para poder alojarles. Tenemos que hacer un trabajo integral. Nosotros les ayudamos en el tema de los alimentos, la ropa o la búsqueda de trabajo», cuenta Iturrieta. 

Lo más complicado es procurarles alojamiento. «Al final algunos acaban viviendo de ocupas en algún lugar o en casas abandonadas. Se está haciendo un esfuerzo enorme pero continúan faltando recursos», añade Iturrieta. 

La Generalitat admite la situación excepcional. En algo más de un año, han llegado a la provincia 565 menores extranjeros no acompañados, denominados según el acróstico como ‘menas’, y también etiquetados como jóvenes sin referentes familiares. Unos 100 han recalado en Tarragona en los dos últimos meses. Por regiones, las Terres de l’Ebre, con 292 plazas, superan al Camp de Tarragona, con 273 perfiles de este tipo. Sólo durante el pasado mes de octubre hubo 394 llegadas a toda Catalunya. «En Catalunya el sistema atiende a 3.033 jóvenes. Se han creado 120 centros y 2.000 plazas en Catalunya», explican fuentes del Departament de Treball, Afers Socials i Famílies. 

En la provincia se han impulsado 33 centros en algo más de un  año, según cifras facilitadas por la Generalitat. También en este tipo de equipamientos las comarcas ebrenses han habilitado más recursos, disponiendo un total de 17 centros, por los 16 puestos en marcha en el Camp de Tarragona. Otras cifras oficiales dan fe de la magnitud del problema. «En Catalunya el ritmo normal de creación de estos centros era antes de tres o cuatro al año. Ahora se abren entre uno y dos a la semana», indican desde la Generalitat. 

Marruecos, Argelia, Ghana
Hay un nexo común en estas oleadas de recién llegados, bien diferenciados de otros momentos de inmigración. Estos nuevos perfiles llegan solos, sin los padres ni demás familia, a veces en los bajos de vehículos o en patera, procedentes de entornos pobres. 

La mayoría procede de Marruecos, aunque también hay de Argelia o de países subsharianos como Ghana o Guinea-Conakry. En Tarragona hay algunos ejemplos de esta última vía de acceso: llegan a abonar hasta 5.000 euros por cruzar el estrecho en una barca destartalada y precaria, a veces a través de redes de mafias, jugándose la vida. 

Así reconoce el problema un traductor e intérprete que suele tener contacto con este tipo de jóvenes, que se dirigen a él en busca de asesoramiento o de guía. «Las ayudas no son suficientes para hacer frente al gran número de menores que llegan a la provincia», admite, y denuncia la situación de desborde incluso en comisarías. «Antes llegaban los menores a los Mossos, que activaban el protocolo respectivo, y al cabo de dos horas les encontraban sitio en los centros habilitados. Ahora los menores se tiran horas y a veces hasta dos o tres días en comisaría, porque ningún centro acepta acogerlos por falta de espacio», cuenta este trabajador, que añade como puntilla: «Se están habilitando centros, pero es que cada día hay dos o tres menores solicitando traslados a los centros». 

Los estudios y el fútbol
La integración, eso sí, suele ser buena en los municipios donde estos chavales se han integrado. Así explica la situación alguien cercano a ellos: «Han llegado jóvenes con talento en fútbol y ganas que quieren jugar en algún equipo, chicos que desean un futuro mejor. Son chavales que huyen de la mili obligatoria, las edades son entre 13 y 16. Hay niños menores conflictivos que se pelean en el centro y cometen algún acto incívico, pero la mayoría quiere estudiar y aprender el idioma e integrarse pronto, regularizarse y hacer su vida aquí». 

Este tipo de instalaciones se han habilitado a lo largo y ancho de la provincia. Hay menores en el centro de acogida de La Mercè o en el Complex Educatiu de Tarragona. Hay también en municipios como Altafulla, Vila-seca, Tortosa, Reus o Riudoms. «En  los últimos tiempos hay un efecto llamada a través de la acogida de refugiados. Cruzan el estrecho para llegar a España. Los marroquíes eligen el mar en lugar de las vallas de Ceuta y Melilla por miedo a ser deportados y porque ese medio es reconocido como propio de los subsaharianos», cuenta un trabajador. El 73% son de Marruecos y tienen entre 15 y 16 años. El 96% son chicos. 

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