«Vale que somos de Campclar, pero también somos personas»

Las quince familias de la calle Riu Brugent que llevaban más de quince días sin luz ayer fueron realojadas. Sin embargo, cuando puedan volver a casa seguirán sin suministro de gas

17 abril 2020 19:30 | Actualizado a 18 abril 2020 13:30
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A las once de la mañana Sheila Trabalon y sus hijos ya estaban delante del camping Trillas. Era la primera de las quince familias del número 4 de la calle Riu Brugent que fue realojada, después de que el pasado 2 de abril se quemó la instalación eléctrica y todo el bloque se quedó sin suministro de luz.

«Allí no se puede estar», afirmaba Sheila. Llegó cargada con las maletas de la ropa y las bolsas de la comida. De momento, llevaban el avituallamiento para los primeros días, después ya decidirá cómo lo hace para ir a comprar.

En la puerta del camping les tomaban nota de su llegada y les explicaban los últimos detalles. Seguidamente les hacían entrega de las llaves del bungalow en el que se alojarán los próximos días. «Esto es pequeñito, pero hay un patio en el que podrán jugar los niños y tenemos aire libre», decía. Sus hijos, José y Tani, seguían explorando todos los rincones de lo que será su nueva vivienda de forma transitoria.

Los vecinos de Campclar no saben cuándo podrán regresar a sus casas. Este martes se iniciaron las obras para sustituir la instalación eléctrica que quedó completamente dañada, a causa del incendio que se declaró hace más de quince días. En un primer momento se estimó que los trabajos podrían alargarse sobre unas cinco semanas, dado que ya ha transcurrida la primera, quedarían otras cuatro. El contrato que la Agència Catalana de l’Habitatge firmó con el camping Trillas es para un mes. Aunque, tras iniciarse la obra, no se descarta que pueda irse más rápido y reducirse este tiempo.

Finalmente, de las 24 familias que viven en este bloque de viviendas, quince son las que han sido realojadas, lo que representa unas cincuenta personas. Otros cuatro eran pisos ocupados de forma ilegal, mientras que algunos afectados han decidido quedarse en su piso o en casa de familiares.

Ayer, los afectados también recibían las últimas instrucciones sobre cómo deberán organizarse en los próximos días en cuanto a cuestiones como poner la lavadora. Dado que el camping estaba cerrado por el estado de alerta, en un primer momento se informó a las familias de que una empresa privada se haría cargo de lavar la ropa, por un precio de diez euros, seis kilos de ropa. «Hemos habilitado tres lavadoras y el coste lo asume el camping», explicaba Marc Francesch, gerente del negocio. Asimismo, se ha contactado con un servicio de compra y dos días por semana les traerán productos frescos, que podrán encargar a través del teléfono o por whatsapp. Son unas facilidades que Trillas ha asumido de su bolsillo, igual que el alojamiento de las familias. «En el contexto actual, en el que todo el mundo está haciendo todo lo que puede, lo único que nosotros podíamos hacer era poner unidades de alojamiento al servicio de quien lo necesitara», defiende Francesch.

Voluntad de ayudar

Cuando el Departament de Salut solicitó a los alojamientos turísticos si estaban dispuestos a alojar a sanitarios o a enfermos de coronavirus en sus negocios, el camping Trillas ya se ofreció. Al final, no fue la Generalitat la que se puso en contacto con ellos, sino el Ayuntamiento. El sábado de la semana pasada se abordó la situación de los vecinos y se encontró una solución, después de que el alcalde de Salou manifestó en un comunicado que no quería que estos se realojaran en un apart-hotel de este municipio, si no se les hacía la prueba del coronavirus.

Según los primeros cálculos de la Agència Catalana de l’Habitatge, el incendio fue originado por una sobrecarga en la red y ahora habrá que sustituir toda la instalación. La actuación supondrá un coste de 70.000 euros. El jefe de servicio de este organismo de la Generalitat en Tarragona, Josep Maria Juncosa, atribuía al «estado de alarma» el hecho de que se haya tardado más de quince días en dar una solución a las familias. «La posibilidad que se había contemplado en un primer momento se frustró y por esto también se ha tardado más», decía.

También sin gas

Pero los vecinos no tan solo no tenían luz, sino que desde inicios del pasado mes de diciembre también están sin gas. El origen fue que alguien había manipulado la instalación en una zona mancomunada, y aún no ha podido repararse la avería, que además de los vecinos del número 4 afecta también a otros bloques de viviendas de esta misma calle.

«El tema de la luz es más sencillo, porque afecta al número 19, que las viviendas son todas propiedad de la Agència. El gas es un problema, porque es en una zona de espacios mancomunados y de las 200 viviendas afectadas, las públicas son entre 150 y 160», decía Juncosa. Este daba por sentado que cuando los vecinos puedan regresar a sus casas seguirán sin suministro. «Es que tampoco podemos seguir así. Vale que somos de Campclar, pero también somos personas humanas y necesitamos unos servicios básicos», lamentaba Sheila.

Este grupo de viviendas fue construido a inicios de los setenta por Adigsa. Ahora, muchos de los vecinos de siempre conviven con la ocupación ilegal, los cables pinchados, y los movimientos raros en algunos pisos. Según ha podido saber el Diari, en uno de los pisos había una plantación de marihuana interior, lo que podría ser una de las causas de la sobrecarga en la red. Hace unos días Endesa cortó de forma preventiva el suministro de otro bloque, ya que también se detectó que se había manipulado la instalación, pero horas más tarde se conectó de nuevo.

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