Veinte años de reflexiones alrededor del patrimonio

Tarraco Viva baja el telón en un acto en el Recinte Firal que giró alrededor de la vida en una calle de Roma. Al ser ésta una edición especial, en el espectáculo participaron todos los grupos de reconstrucción

28 mayo 2018 08:51 | Actualizado a 28 mayo 2018 08:56
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La veinte edición Tarraco Viva ya es historia. El certamen bajó el telón en un acto en el Recinte Firal que invitó a los asistentes a la reflexión. En primer lugar alrededor del propio festival y los objetivos que se han asumido. En su primera edición, en el año 1999, duró un día y medio y tenía seis actividades repartidas en dos espacios. Este año, Tarraco Viva se ha prolongado quince días, en los que han tenido lugar más de 450 actividades en 32 espacios distintos. «No triunfareis», recordaba su director e impulsor, Magí Seritjol, rememorando los comentarios que le llegaban cuando lanzó la propuesta. Todo lo contrario. Las cifras se han multiplicado y el público no para de crecer. Prueba de ello es que, para el acto de clausura de ayer, las entradas estaban agotadas. Y esta situación cada vez es más habitual.

Reflexión alrededor de estos veinte años y también sobre cómo vivían hace más de dos mil años nuestros antepasados. Por ello, este año se ha insistido en mostrar cómo era el día a día de los romanos. No del emperador, de su esposa o de los principales poetas, sino de aquel 98% de la población que no formaba parte de las elites y que básicamente se dedicaba a «sobrevivir». 

Roma fue un Imperio extraordinariamente tolerante con la diversidad

«La pregunta que se hacían todos los días era cómo me ganaré la vida, qué comeré hoy», apuntaba Seritjol, quien se encargó de narrar el hilo conductor de todo lo que iba sucediendo en esta calle romana. 
Con más de un 60% de paro, llevarse un bocado a la boca no era tarea fácil. Enfermedades, una elevada mortalidad en los partos para las mujeres, una tasa de muerte infantil por las nubes, guerras, violencia callejera y un largo etcétera de inconvenientes hacían de la vida en Roma una auténtica lucha por la superviviencia. «No era un mundo fácil», insistía Seritjol, quien no dudó en afirmar que «cualquier de los asistentes tiene un nivel de vida mejor que el del emperador» . Y a pesar de todo ello, y del clasismo y del machismo que estaba profundamente enquistado, Roma también fue un Imperio extraordinariamente tolerante con la diversidad. «Lo más similar a esta ciudad de hace dos mil años puede ser Nueva York, una urbe en la que vivem todo tipo de personas procedentes de todas partes», relataba Seritjol. De hecho, éste se mostraba convencido de que «Roma sobrevivió durante muchos siglos gracias a su apertura y al hecho de ser muy tolerante».

El director del festival invitaba a los asistentes a reflexionar alrededor de todos estos aspectos. Sobre la supervivencia y la tolerancia de una civilización que, cada año, unos mil tarraconenses se empeñan en divulgar y crear un espacio para la reflexión. «No podemos juzgar el mundo antiguo a través de nuestros ojos», decía su director. Por el escenario del Recinte Firal pasaron decenas de actores. Coincidiendo con esta edición especial desfilaron todos los grupos de recreación. Un último apunte: los Juegos  que organizaban los alcaldes los pagaban de su bolsillo.

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