«Vigilamos que en la sala de espera no se acumule gente»

En la clínica dental. Arnau Cornudella cerró durante dos meses. Reconoce que mucha gente es reacia todavía a acudir a pesar del incremento de las medidas de prevención que toman

27 mayo 2020 07:38 | Actualizado a 27 mayo 2020 16:34
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Después de permanecer cerrada casi dos meses, la clínica dental de Arnau Cornudella, en Valls, ha vuelto a abrir a sus pacientes. El quehacer del personal no es el mismo que antes de la llegada de la pandemia. Se han tenido que adaptar a los nuevos tiempos, principalmente a la hora de la desinfección y también de los elementos de protección, tanto de las personas que trabajan como los de los pacientes.

Arnau Cornudella es odontólogo desde hace 18 años. Sigue así la saga familiar ya que su padre también lo era. Regentaba la clínica que ahora ha pasado a manos del hijo. Cuando en 2002 Arnau salió de la facultad, hizo colaboraciones en algunas consultas y también en la de su padre. Comenta que hay gente que llega tranquila y se sienta en la camilla para que la atiendan su dentadura. Pero hay pacientes que tienen pánico a los dentistas.

En estos 18 años la profesión, asegura, no ha cambiado mucho. «Enganché el principio de la revolución digital, especialmente en las radiografías, diagnóstico por la imagen y escáneres. Y también con las prótesis ha habido cambios tecnológicos. A través de un escáner se pueda hacer una», señala. Añade que cuando salió de la facultad «todavía se hacían –las radiografías– con el líquido de revelar, aunque ya comenzaban a aparecer las primeras en formato digital. Entonces no teníamos ordenadores en las salas, todavía íbamos con las fichas manuales de los pacientes».

Al lado de su padre

Reconoce que el haber estado al lado de su padre en los primeros años «te da un cojín y es un referente de gran ayuda. Siempre tienes alguien donde apoyarte, desde la vertiente profesional a la psicológica y emocional». 
Desde el 2015 está solo al frente de la clínica, después que en los antes anteriores su padre acudiera esporádicamente. «Al principio fue bastante duro. Tenía mucha responsabilidad y yo soy sufridor. Me costó hasta que cogí confianza». 

Arnau Cornudella señala que lo más difícil de su profesión, técnicamente hablando, sería la ortodoncia con una muela hacia atrás, con curva. 

La clínica permaneció abierta al público hasta el viernes 13. «El lunes 16 acudieron las auxiliares higienistas para llamar a los pacientes y anular visitas, además de atender a las personas que acudían porque no habían podido ser localizadas. Aquel lunes no pude ir porque seguía en casa con fiebre».

Ante la situación de estado de alarma tuvo que hacer un ERTE para sus tres auxiliares higienistas, aunque que él y la recepcionista no lo pudieron hacer porque son autónomos. Mientras la clínica estaba cerrada «nos hemos preparado para afrontar el virus con la adquisición de batas, pantallas, patucos, gorros y mascarillas. Sólo teníamos mascarillas pero no servían para esta epidemia». 

El paciente tiene que acudir con mascarilla y allí se le facilitan unos patucos

Incluso han puesto en la entrada una alfombra con líquido para desinfectar las suelas de los zapatos. Todo el material lo adquirió directamente la clínica. Reconoce que tuvo problemas para encontrarlo, desde las mascarillas a los guantes, pasando por las pantallas y las batas, «y encima han subido los precios», se queja. Incluso escasea el alcohol etílico, el de 96 grados: «Lo rebajamos al 70 por ciento y lo usamos para limpiar la camilla, las superficies, el teclado, el ratón, las batas, etc».

A principios de este mes, Arnau acudió a la clínica para llamar a los pacientes y poder comenzar la actividad el día 11. «A partir de este día está ya la secretaria y los va llamando ella», recalca. «Al principio vuelves asustado a la actividad. Ahora ya no, somos el equipo de siempre».

Novedades

El paciente tiene que ir a la clínica con mascarilla y allí le facilitan unos patucos. Y como novedad es que antes del tratamiento tienes que enjuagarte la boca con agua oxigenada diluida. «Hay gente a la que llamas y no lo tiene claro. Prefiere esperar un tiempo antes de volver a venir. Pero otros, que están a medio tratamiento, no tienen ningún problema». 

Los primeros días de vuelta al trabajo distanciaban mucho la llegada y salida de pacientes. «Pero a medida que pasan las días vas tomando la dinámica de los protocolos. Ahora atendemos a más pacientes que al principio del regreso, aunque muchos menos que antes de la pandemia. Lo que tienes que vigilar es que no se acumule mucha gente en la sala de espera».

Sobre el futuro, Arnau Cornudella cree que durante el verano las medidas preventivas se flexibilizarán, «pero llegar a quitarse todas las protecciones se alargará más porque la gente tendrá miedo que vuelva la epidemia. Y con el paso del tiempo vaticina que llegará a poder atender al mismo número de pacientes que antes de la llegada de la Covid-19.

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