Voluntarios que cocinan lo mejor de la Navidad

Solidaridad. El comedor social de Bonavista se esmera para que los 300 usuarios que pasan por sus mesas cada día sientan el calor y la compañía durante las fiestas

27 diciembre 2019 09:30 | Actualizado a 27 diciembre 2019 10:05
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Mediodía del 24 de diciembre y en las cocinas de muchas casas ya comienzan a bullir las ollas con la comida de Nochebuena. Pilar tiene 65 años y, a la misma hora, ella también está manos a la obra en la cocina, pero no en la de su casa, sino en la del comedor social que gestiona la asociación Joventut i Vida en Bonavista. Igual que el resto de voluntarios, ha llegado a las 7.30 de la mañana.

Pilar lleva cuatro años como voluntaria y cuenta que la comida de su casa no le preocupa, «ya me la dejé preparada», aclara. En realidad, un día como hoy no quería perderse venir. «Siempre que vengo me voy contenta, esto me da muchas satisfacciones; es como una gran familia», asegura.

Muchas bocas, muchas manos

Actualmente el comedor social da 300 comidas cada día en tres turnos diferentes, tal como explica Raquel Quílez. En un primer turno, de 10 a 11 de la mañana, se reparte comida para cocinar para las personas que tienen alergias o intolerancias. Es la manera que han encontrado de ayudar a este grupo, puesto que en la cocina no hay espacio material para preparar alimentos por separado.

A las doce es el turno de las familias con menores a cargo, que se llevan la comida preparada para comer en casa. Los fines de semana también se llevan algo de ‘despensa’ para las meriendas y los desayunos. «Atendemos a 124 menores y nos acaban de entrar cinco familias más», explica Quílez.

A la una de la tarde comienza el servicio en las mesas para quienes comen allí. Hay diferentes perfiles, pero abundan los mayores de 50 años que se han quedado fuera del mercado laboral.

Para que todo el engranaje funcione trabajan 48 voluntarios, la gran mayoría del barrio, aunque también hay algunos que vienen del centro de Tarragona o de otras localidades cercanas.

Este último caso es el de Ayoub, de 18 años, que está conversando con su madre desde Marruecos. Raquel pide saludarla. Ayoub llegó a España como menor no acompañado y, junto a otro joven de la asociación donde está, viene a colaborar como voluntario. «Estoy aprendiendo mucho», cuenta sonriente. En el comedor están contentos con él «nos ayuda un montón», explica Raquel.

Rueda de solidaridad

El día 24 hay más jaleo de lo habitual, hay un menú especial y un grupo de voluntarios ha venido a cantar villancicos, así que las familias, algunas con niños, se han quedado a celebrar un rato.

Y es que la rueda de la solidaridad aquí se ha ido haciendo cada vez más grande, porque toda la comida que se cocina y que se reparte proviene de donaciones, desde las que hacen supermercados como Mercadona o del Banco de Alimentos, hasta de particulares. Imposible nombrarlos a todos.

Cuentan, además, con la colaboración del Hospital Joan XXIII, que ya dona 40 menús diarios y que para este 24 les ha traído crema de marisco y bacalao.

Al final las familias se van con el carrito o las cestas llenas, pero también con una sonrisa y un «qué bien nos lo hemos pasado», que delata que aquí han recibido algo más que comida.

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