Xavier Prats: «El reto es demostrar a las niñas que son capaces»

Optimismo con cabeza. Tras más de 30 años en las altas esferas europeas, Prats ha decidido dedicar sus esfuerzos a lo que le apasiona: la educación

10 febrero 2019 14:41 | Actualizado a 10 febrero 2019 14:48
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Xavier Prats nació en Tarragona en 1956, pero se crió en Roma y lleva más de 30 años viviendo en Bruselas, así que sus recuerdos de la ciudad están inevitablemente ligados al buen tiempo y las vacaciones familiares. El viernes fue investido doctor honoris causa por la URV y en su discurso inicial se disculpó porque con su nombramiento se agrandaba la brecha de género (van 39 doctores y 4 doctoras). Buena parte de su carrera la desarrolló en la Comisión Europea donde hasta septiembre del año pasado ocupó diversos cargos como director de Salud Pública y Seguridad Alimentaria (2015-2018) o de Educación y Cultura (2011-2015).

Ahora es asesor especial de Teach for All. ¿Qué hacen?
Es un proyecto que se inició en Estados Unidos como Teach for America y la idea es muy simple: hay muchos jóvenes que tienen una titulación muy buena y que tienen disposición de hacer un esfuerzo por la sociedad. El modelo consiste en darles una formación como maestros durante un tiempo y luego enviarles durante dos años académicos a una escuela desfavorecida de su país. Lo que hacen estos profesores no es crear escuelas al margen, sino contribuir en la escuela pública.

¿Se integran con el resto de maestros?
Exactamente, forman parte del claustro durante dos años. Lo realmente extraordinario es que el 75% de los que se implican se quedan en la educación,  no necesariamente como maestros, sino en la administración pública, o creando start ups para ayudar a la integración de los alumnos inmigrantes, por ejemplo.

¿Están en España?
En España se llama ‘Empieza por Educar’ y comenzó hace cinco años. Estamos en tres comunidades autónomas: Madrid, Catalunya y Euskadi. En Catalunya empieza el curso que viene en la provincia de Barcelona.

«En educación  es muy difícil saber lo que funciona y, una vez que lo sabes, no siempre las buenas prácticas viajan bien»

¿Están seleccionando a los jóvenes?
Sí, se suele seleccionar en torno a  un 3% de los que se presentan, lo que demuestra que hay un interés realmente importante por contribuir al sistema. Para mí esa fue la motivación principal para dejar la Comisión Europea porque es realmente motivador, sobre todo en Europa, porque aquí, más que en otras partes del mundo, hemos perdido la fe en el poder transformador de la educación. Hay países donde tienen condiciones mucho peores, donde no hay estado del bienestar y sin embargo la gente cree en el poder transformador para ellos y la sociedad. 

En Tarragona, como en tantas otras ciudades, hay escuelas donde se acumulan los alumnos recién llegados y los que tienen menos recursos. ¿De verdad tienen las mismas posibilidades que el resto?
Evidentemente vivimos en unas sociedades que tienen mucha desigualdad y una de las primeras manifestaciones está en la educación. No sólo por el tipo de escuela a la que van los niños, sino por el apoyo que pueden recibir fuera de la escuela. La educación debería ser el ámbito donde la sociedad debería hacer un esfuerzo por que haya igualdad de oportunidades. Por eso la filosofía de Teach for All es que los mejores maestros deberían estar en las escuelas desfavorecidas.

Pero las desigualdades no acaban en las aulas. Por las tardes algunos niños hacen idiomas, música, robótica, deportes... Otros, nada. ¿Los responsables no deberían  mirar también el tiempo de ocio?
Sin duda, y también tener en cuenta que la educación no puede dejarse solo a la escuela o a los padres. Los mejores sistemas educativos no son los que tienen más dinero, sino los que aprecian más el valor de los maestros, donde las escuelas tienen más libertad para estimularlos, donde los padres intervienen más... 

«Los alumnos no necesitan información del maestro, tienen más de la que necesitan. Lo que les falta es aprender cómo ponerla en orden» 

Usted ha tenido oportunidad de ver desde arriba distintos sistemas educativos. ¿En qué podría fijarse España y qué tiene que aportar?
Es difícil, porque a veces cuando se ven las cosas desde arriba no se ven bien, hay que conocer la realidad. En educación uno de los problemas principales es que es muy difícil saber lo que funciona y, una vez que lo sabes, no siempre las buenas prácticas viajan bien. Hay que ir con mucha prudencia antes de dar recomendaciones, aunque hay algunas cosas que sí son universales. La excelencia no está reñida con la inclusión. Los sistemas que mejor funcionan no son los que se ocupan con preferencia de los mejores estudiantes, sino los que se ocupan de todos los estudiantes. Es una verdad optimista. 

Para ello insiste en que el papel de los maestros es clave.
No hay sistema educativo que sea mejor que la calidad de sus maestros. No puede ser que reconozcamos que la educación es tan importante y no le demos el respeto, prestigio y motivación suficientes a quienes ejercen esa profesión... Tradicionalmente la enseñanza era transmitir información; hoy los alumnos no necesitan recibir la información del maestro, al contrario, tienen más información de la que necesitan y lo que necesitan es saber cómo poner esa información en orden, cómo distinguir entre lo esencial y lo efímero, cómo protegerse de la manipulación de la información. Hoy hay que ver la educación no como un cubo que hay que llenar, sino como una chispa que hay que encender.

Hay una discusión abierta sobre si es más importante enseñar competencias o contenidos. ¿Qué piensa?
No se trata de excluir los conocimientos para dar enseñanzas prácticas, se trata de que los conocimientos que se dan tengan una aplicación real y útil. Quizás más importante que enseñar la historia en términos de fechas de grandes batallas donde además tendremos la idea equivocada de que la historia es cosa de hombres, hay que explicar la historia como evolución de las sociedades. Otro ejemplo, para aprender física y química no siempre lo mejor es aprenderse una fórmula de memoria, sino quizás freír un huevo y ver cuáles son los elementos químicos que han intervenido en ese proceso. Es una buena manera de que los alumnos lo entiendan y lo retengan. 

«Educamos a las niñas y a las mujeres a no tener suficiente confianza en sí mismas... Habría que repetir a las niñas que no tienen que limitar sus ambiciones a nada»

Móviles en clase, ¿sí  o no? 
Es paradójico que en toda nuestra vida el único lugar donde alguien se encuentre con que no hay tecnología sea la escuela y no sé si es muy razonable. Pero de allí a que el móvil sea omnipresente hay un paso muy largo. Sobre lo que sí hay que reflexionar es sobre qué está haciendo la tecnología con nosotros. Por ejemplo: qué hace con el tiempo de atención que tiene un alumno. Creo que hoy en día está muy claro que la capacidad de atención de los alumnos no es igual que hace 20 años y hay que pensar en enseñar de maneras distintas. Tal vez un profesor una hora seguida explicando cosas a un niño que toma notas no es la manera de enseñar. Pero la discusión va más allá del móvil. Otra clave es cómo tratamos las desigualdades de género.

Me interesa.
En Catalunya a principios del siglo pasado el 75% de las mujeres no sabía leer ni escribir; hoy el 75% de las alumnas de medicina son mujeres, es un avance extraordinario, pero al mismo tiempo sigue la desigualdad. Las mujeres suelen estudiar menos materias científicas y sabemos con certeza que no es porque tengan menos capacidades, sino porque la sociedad da por sentado que no son tareas de mujeres y eso es una pérdida de recursos humanos y una injusticia muy grande. Al final la educación es una manera de transmitir valores a la sociedad y en el tema de género hay mucho que hacer.

¿Y cómo animamos a las niñas que les interesa a seguir carreras científicas?
Hay algo muy básico y es que en la sociedad educamos a las niñas y a las mujeres a no tener suficiente confianza en sí mismas. Quizá lo primero que habría que repetirles y demostrarles a las niñas es que pueden hacer las cosas, que está en sus manos.  Yo lo he visto en mi experiencia de gestor durante más de 30 años. Es extraordinario como todavía hoy muchas mujeres, incluso jóvenes, tienen una falta de confianza en sí mismas que es incomprensible. Por ejemplo, cuántas veces me ha venido una colega a pedir consejo sobre si presentarse a un puesto de trabajo o no. Me dice que hay 10 condiciones y sólo cumple 9. Esa pregunta sólo puede hacerla una mujer y eso es algo fundamental que hay que corregir. La respuesta es que hay que dar confianza a las niñas de que no tienen que limitar sus ambiciones a nada. Y tenemos que acostumbrarnos a que haya referentes femeninos. 

¿Por qué?
Si me preguntaran qué es lo más importante que ha hecho en su vida Angela Merkel, sinceramente le diría que cuando una niña alemana diga que quiere ser primer ministro de su país nadie se va a reír y esto es fantástico.

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