Y Álex paseó después de 50 días: «Fue una pequeña fiesta»

Álex Montes, con parálisis cerebral, salió a la calle en El Catllar dentro del grupo de dependientes. Mantener la actividad es clave para él

03 mayo 2020 18:40 | Actualizado a 03 mayo 2020 19:42
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Álex Montes (18 años) vivió con alegría, casi como un juego, la liberación después de 50 días sin salir de casa, a pesar de haber podido disfrutar del aire libre en el jardín de su domicilio, en El Catllar. Álex, acompañado de su padre, Antonio, estuvo caminando unos 40 minutos el sábado y el domingo y recorrió alrededor de un kilómetro en el entorno de su urbanización. «Él está muy contento por ver que todo va volviendo un poco a la normalidad», admite Antonio, un runner responsable de que su hijo Álex, con parálisis cerebral y movilidad reducida, sea un habitual desde hace años de las maratones y las carreras de larga distancia de la provincia.

Antonio, tenaz y valiente, decidió un día correr empujando la silla de ruedas de su hijo, dando inicio al proyecto ‘Xq no, Álex?’ que acumula ahora decenas de voluntarios que ayudan a perfiles similares a completar carreras, como si ellos corrieran, recreando con plenitud la sensación de libertad y velocidad del atleta. De hecho, no faltan en las citas atléticas de la provincia. «Nosotros estábamos muy acostumbrados a salir a la calle, a entrenar, así que fue un poco duro acostumbrarse a la cuarentena», confiesa Antonio.

Trabajar el tren inferior

Para Álex seguir activo durante el confinamiento ha sido vital. «Hemos tratado de mantener una mínima actividad física. Él iba a un fisioterapeuta y dejó de acudir, con lo cual nos hemos buscado la vida. Él tiene su discapacidad en el tren inferior, así que no moverse implica una merma de su potencial muscular. Si no lo trabajas pierdes mucho», aclara su padre.

Caminar y el movimiento de brazos, al menos durante una hora al día, han sido ejercicios fundamentales para que el joven no perdiera facultades debido al encierro. Álex, que durante la semana hacía natación o ejercicios de equitación, se ha esmerado al máximo para mantener su calidad de vida. «Quizás no hemos podido igualar la intensidad, pero sí que hemos hecho cosas para no perder volumen. Ha caminado mucho por el jardín de casa y lo hemos hecho como un juego, para que no lo viera como una obligación, sino como algo que hacer para divertirse, y así estar más motivado», explica Antonio.

Las clases 'on line' y la adaptación telemática (él acude a escuela de la Fundació Estela) hicieron el resto para conservar, en la medida de lo posible, una vida dentro de lo normal. «También era importante mantener el ritmo educativo y creo que se ha conseguido, él ha podido seguir haciendo sus trabajos y con el seguimiento adecuado del profesorado, todo ha funcionado bien», aclara Montes.

«El primer día ha sido como una pequeña fiesta. Ha ido muy bien», resume Antonio. Este fin de semana, radiante y con una temperatura veraniega, las personas dependientes tenían una franja reservada (de 10 a 12 y de 19 a 20 h.), si bien tanto Antonio como Álex no deben amoldarse a ella, ya que viven en El Catllar, una población con menos de 5.000 habitantes, donde no impera esa restricción del Gobierno. «Intentaremos salir cada día un poquito, media hora o 40 minutos», dice Antonio.

Ambos ven algo más cerca ese gran desafío de volver a las carreras de asfalto. «En este tiempo hemos dejado de ir a muchas pruebas que se han suspendido. Eso ha significado también perder ese aliciente, un estímulo tanto para Álex como para otras personas que corren con nuestro proyecto», dice Antonio. Eso queda aún algo lejos. «Cada semana salíamos un día a correr. Vamos sobre todo por la escollera de Tarragona. Ahora no podemos, porque no se puede salir del municipio, pero lo recuperaremos en cuanto se pueda», anuncia Antonio.

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